Ante la avalancha de cuestionamientos para el gobierno actual por el famoso bono climático, es claro que para época de elecciones ya no nos puede sorprender que todo se vale y más cuando antes también lo hacían.
Es difícil dejar los vicios del pasado, pero cuesta mucho convencer a los votantes cometiendo los errores de los que ahora son oposición, unos tirando al agua a otros, porque todos anhelan el poder.
Por otro lado, y por desgracia, a muchísimos hondureños se les acostumbró a que el gobierno les tiene que dar bonos, cuando esos más de L600 millones se pueden invertir en proyectos y no en lo que se conoce de manera popular como: pan para hoy y hambre para mañana. Pero a mucha gente no le interesa eso, porque para muchos los buenos políticos son esos, los que dan bonos, sacos de comida, láminas, bolsas de cemento, etc.
Y si el gobierno actual quiere conseguir votos hará lo que esté a su alcance para conseguirlo. Si bien es cierto, acá casi todas esas situaciones están politizadas, lo que antes era para los de un partido, ahora lo es para los del partido de gobierno.
Eso es un juego que todos han jugado mientras están en el poder, así como también, solamente que a menos de 40 días para las elecciones, ha sido más notable y con esto me refiero a que se acusan de corruptos los unos a los otros, en medios de comunicación se ve a políticos atacarse, interponiendo denuncias y desanudándose entre sí, y ahora en muchas páginas de redes sociales, aquellas situaciones en donde ponen en duda el honor de los funcionarios, dado que, siempre se demeritan por actos cuestionables entre ellos, es claro que los militantes de cada partido les importará más lo que robó el candidato de la oposición que el de su mismo partido, es decir, no importa que los políticos roben siempre y cuando sea el del partido contrario.
En pocas palabras, en Honduras, como en la mayoría de los países latinoamericanos, se elige a los candidatos no por su preparación, no por ser los más honrados, sino por su carisma y por su buen discurso.
