El respeto es el valor que la persona pueda reconocer, aceptar, valorar las cualidades del prójimo y sus derechos en sociedad, la obediencia es la sumisión, subordinación, sometimiento, disciplina y hasta el respeto en muchos casos; si en nuestras familias, nuestros hijos no pueden decirnos que no en algunas situaciones, dialogar sobre la negativa de realizar una acción emanada en orden jerárquico, esto nos demuestra que nos tienen miedo, en lugar de respetarnos. No estamos en contra de la obediencia, siempre que esta se acompañe del convencimiento por medio del diálogo.
Las líneas de autoridad de los padres en casa deben estar bien definidas, pero el autoritarismo debe ser borrado del accionar de todos los días, nuestros jóvenes deben afrontar un ambiente escolar de creación de ideas que les permita la crítica constructiva sobre los saberes que están reconociendo en la transmisión de ideas que se ejecuta en las escuelas, colegios y
universidades.
Debemos intentar desde el interior de nuestros hogares, como padres de familia, el manejo real de las situaciones diarias, esperando la participación directa de nuestros(as) hijos(as) en la búsqueda de soluciones, aunque en muchos casos sea un debate de puntos de vista de ellos, la capacidad de convencerlos nos definirá si nos obedecen por el respeto que nos ganamos y la obediencia que demuestran es como resultado de estas acciones o, por el contrario, obedecen nuestros lineamientos, pero basados en el temor que se les infunde con el grito, la pelea y la línea autoritaria, que en la mayoría de los casos nos dan como resultado hijos con muchas debilidades para afrontar la vida en sociedad y la solución de problemas para su vida futura.
