Con respecto al discurso, no cabe duda que desde hace décadas -y también gracias a la poca educación que existe en el país- los discursos políticos han sido muy efectivos y el voto por tradición está profundamente arraigado en las familias hondureñas.
Por otra parte, aunque en pleno 2025 se pueden analizar los discursos políticos, los que se preocupan por saber cómo llegarle a los ciudadanos son ellos, pero a la inversa no pasa lo mismo, las personas se siguen dejando llevar por promesas vacías que se vienen repitiendo cada cuatro años, desde hace tiempo.
Vamos a erradicar la pobreza, vamos a mejorar el sistema de salud, nosotros amamos a nuestro país, pero en los últimos meses, se han dado varios conflictos a nivel de los políticos que han dejado claro que lo que buscan defender son sus intereses y como tienen muchos seguidores que los defienden a capa y espada, se vuelve la lucha del pueblo, en donde los que menos ganan son ellos, el pueblo.
Es algo difícil de imaginar cómo muchísimos todavía se generan grandes expectativas al escuchar aquellos discursos que con el tiempo se han ido modificando para que escuchen justo lo que quieren escuchar, un discurso, además, cargado de empatía cuando es la campaña electoral, cargado de abrazos, de ganas de querer cambiar tu ciudad, pero debo primero de ganar para que eso suceda.
Aunque los problemas de mi patria no se pueden resolver en cuatro años, Bukele ha hecho prácticamente un milagro en El Salvador, pero sabe que esos males para que terminen de sanar hay que tratarlos por mucho tiempo, mientras que acá el que va llegando al poder, va haciendo según su discurso y se empieza de cero dejando a medias lo que el otro comenzó, la retórica es un arte y se dominan pueblos por medio de ese arte, pero los discursos para que sean coherentes deben de ir de la mano los dichos con los hechos.