Decidimos nuestro futuro

Atraemos lo que pensamos; somos lo que creemos. El futuro no está escrito, lo construimos cada día con nuestras decisiones

  • Actualizado: 08 de julio de 2025 a las 00:00

Desde siempre, la humanidad ha buscado un propósito, una razón para vivir. A través del tiempo, nos hemos organizado en torno a estructuras como los números, el lenguaje y los colores, intentando darle orden al caos de la existencia. Sin embargo, muchas veces terminamos atrapados en una rutina impuesta por un sistema que administra nuestro tiempo, compra nuestras horas a cambio de una supuesta estabilidad, y nos aleja de lo esencial: nuestros hijos, amigos, salud y paz interior. Trabajamos para sobrevivir, no para vivir. Nos convencieron de que la vida es costosa, cuando lo que en realidad cuesta es olvidarnos de nosotros mismos. La educación, en lugar de liberar, a menudo limita. Nos enseñan fórmulas, pero no cómo cuidar de nuestro cuerpo, manejar nuestras emociones o proteger el planeta. Deberíamos aprender a alimentarnos bien, a descansar, a crear desde lo simple. A enseñar con el ejemplo, no solo con palabras. El dolor, los traumas, los amores tóxicos y la desigualdad nos transforman. A veces creemos que odiar o resistir es la única forma de defendernos. Pero el verdadero poder está en conocernos. Somos dueños de nuestra historia y tenemos la capacidad de escribir nuevos capítulos. La pregunta no es si tenemos problemas, sino cómo los enfrentamos y qué elegimos construir con ellos. La familia, aunque imperfecta, es el primer reflejo del mundo. Quien crece sin afecto, muchas veces reproduce violencia. Por eso es vital cuidar el hogar, fomentar el respeto, la empatía, la paciencia. El silencio duele, pero también enseña. Escribir, leer, respirar, compartir con quienes nos hacen bien... todo eso es resistencia. Hoy más que nunca necesitamos una educación que abrace la vida real: salud mental, reciclaje, alimentación consciente, expresión artística, solidaridad. Los medios deberían mostrar más creación y menos destrucción. No podemos seguir cultivando odio ni rendirle culto al dolor. Atraemos lo que pensamos; somos lo que creemos. El futuro no está escrito, lo construimos cada día con nuestras decisiones.

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