Por Damien Cave/ The New York Times
CIUDAD HO CHI MINH, Vietnam — Dinh Hien Mo navegaba por las redes sociales recientemente en su casa en Vietnam cuando vio una publicación pidiendo ayuda para Cuba, donde el hambre se ha extendido a medida que la inflación se dispara.
Mo, de 33 años, vio videos y leyó sobre cómo Cuba apoyó a Vietnam durante las guerras de las décadas de 1960 y 1970, construyendo hospitales y enviando médicos, azúcar y ganado. Inspirada, donó 500 mil dongs vietnamitas, unos 19 dólares, de los modestos ingresos que gana en la tienda de abarrotes de su familia.
“Me da pena que la gente en Cuba esté sufriendo dificultades económicas”, dijo. “Están aislados por las sanciones y su economía está aislada del mundo —Vietnam solía ser así, pero nos abrimos y la vida aquí es mucho mejor”.
Una nueva campaña de financiamiento colectivo para Cuba, liderada por la Cruz Roja de Vietnam, recaudó más de 13 millones de dólares en la primera semana.
Y con ese aumento inesperado ha llegado un complejo ajuste de cuentas. Para muchos en Cuba y Vietnam, las donaciones evocan recuerdos de la solidaridad del pasado, cuando ambas naciones compartían sueños de independencia comunista conquistados mediante la revolución. Pero también existe la incómoda comprensión de que sus roles se han invertido debido a decisiones tomadas al final de la Guerra Fría.
Vietnam, ante la escasez y la hambruna, giró rápidamente hacia la libre empresa a mediados de la década de 1980, lo que condujo al restablecimiento de relaciones con Estados Unidos en 1995 y a un auge manufacturero y agrícola que casi ha erradicado la pobreza extrema.
Cuba se aferró a la ideología y al Gobierno unipersonal. La nación, que tenía una economía desigual, pero desarrollada, prácticamente a la par con la de Argentina en la década de 1950, permaneció bajo el control intransigente de Fidel Castro hasta su muerte en el 2016. Sus sucesores han mantenido un estricto control sobre la economía.
Hoy, Cuba está de rodillas. El turismo nunca se recuperó de la pandemia. Ante la aplicación más estricta del embargo por parte de Washington, todo parece desmoronarse.
Los apagones se han extendido. Los precios al consumidor se han cuadruplicado en los últimos cinco años, dicen los expertos, poniendo los escasos alimentos y medicamentos fuera del alcance de muchos trabajadores. Incluso la tasa de mortalidad infantil, que los líderes cubanos habían logrado con orgullo reducir a niveles inferiores a los de Estados Unidos, ha ido en aumento.
La campaña de financiamiento colectivo, que busca celebrar el 65 aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambos países, ha atraído más de 1.7 millones de donativos, en su mayoría entre 38 centavos (o 10 mil dongs) y 38 dólares.
Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de Cuba, publicó recientemente una nota de agradecimiento en X. No especificó cómo se utilizaría el dinero de Vietnam.
Algunos críticos vietnamitas en línea afirmaron que no tenía sentido apoyar a líderes que han empobrecido al pueblo cubano. Los donadores dijeron que sólo esperaban que las transferencias de efectivo llegaran a las personas necesitadas.
“Espero que ayude de alguna manera”, dijo Mo. “Y espero que su economía mejore”.
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