Por Damien Cave/The New York Times
Dinh Quan, Vietnam — Casi 40 años después de que nació con una columna vertebral malformada y extremidades deformes —muy probablemente porque su padre estuvo expuesto al Agente Naranja, el químico tóxico que utilizó el Ejército estadounidense durante la Guerra de Vietnam— Nguyen Thi Ngoc Diem finalmente recibió ayuda de Estados Unidos.
Un proyecto financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, o Usaid, le brindó capacitación en diseño gráfico en el 2022 y la ayudó a conseguir un trabajo. Incluso cuando la empresa cerró hace unos meses, ella mantuvo la esperanza: el mismo programa debía entregar una computadora nueva o un pequeño préstamo.
Ese apoyo podría no llegar. El Presidente Donald J. Trump ha congelado el financiamiento a Usaid, con planes de despedir a casi todas las personas asociadas con la agencia humanitaria.
“No tiene sentido”, dijo Diem, con su pequeño cuerpo acurrucado en una silla de ruedas. “El Agente Naranja vino de Estados Unidos —se usó aquí y eso nos convierte en víctimas”.
Al destrozar Usaid, Trump y Elon Musk han demolido la principal vía estadounidense para reparar el daño de la guerra de Vietnam, rasgando una mancuerna ideada para ser un baluarte contra China.
Hasta 3 millones de vietnamitas han sido afectados por el Agente Naranja, incluyendo más de 150 mil niños que nacieron con graves problemas de desarrollo.
El 13 de febrero, un juez federal ordenó a la Administración Trump levantar temporalmente la congelación de fondos de Usaid. Sin embargo, los bulldozers que estaban limpiando la contaminación en una ex base aérea estadounidense en el sur de Vietnam —que ambos países quizás quieran utilizar en el futuro— están inactivos. Alrededor de mil trabajadores de retiro de minas en el centro de Vietnam han sido enviados a casa.
Y con la suspensión de la ayuda a las víctimas del Agente Naranja, junto con los esfuerzos por encontrar e identificar a los muertos desaparecidos en la guerra de Vietnam, la Administración Trump esencialmente ha estancado décadas de progreso para reunir a antiguos enemigos, incluyendo dos Ejércitos que aún dudan si confiar el uno en el otro 50 años después de terminada la guerra.
En una señal del apoyo de los líderes militares a la ayuda como herramienta para la construcción de alianzas, la mitad de los fondos que Usaid administra para limpieza del Agente Naranja proviene del Departamento de Defensa. Quizás algo de eso sobreviva.
El Ejército estadounidense utilizó el Agente Naranja como defoliante durante la guerra. La sustancia química, llamada así por la franja de color en sus barriles, era conocida por contener 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina —una de las sustancias más nocivas jamás creadas.
El esfuerzo de limpieza en la base aérea Bien Hoa, a unos 30 kilómetros de la ciudad de Ho Chi Minh, antes Saigón, es un proyecto de 10 años y 450 millones de dólares que involucra el tratamiento de suficiente tierra contaminada para llenar 200 piscinas de tamaño olímpico. Estados Unidos ha aportado hasta ahora más de 160 millones de dólares, de una promesa de 300 millones de dólares. Pero la limpieza ha sido detenida, generando ansiedad en la región.
El Gobierno estadounidense ha aportado alrededor de 155 millones de dólares para mejorar las vidas de las personas con discapacidades en zonas afectadas por el Agente Naranja y restos de explosivos desde 1991, afirma el Departamento de Estado.
Diem, la diseñadora gráfica, figuró entre 11 mujeres que fueron aprobadas para un pequeño préstamo este año bajo un programa de “inclusión social” de Usaid.
Ahora, lo único que quiere es una computadora para realizar su trabajo de diseño —apoyo que Estados Unidos le prometió.
“Quiero sentirme conectada con el mundo”, dijo. “Quiero ser menos una carga”.
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