Por Patricia Cohen/ The New York Times
GLIWICE, Polonia — La economía global ha favorecido mucho a Polonia.
Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, la economía polaca se arrastraba a la zaga de los países de ingresos medios-bajos, con una inflación del 900 por ciento. Hoy, Polonia es el miembro más reciente de un grupo de naciones con una producción económica superior al millón de millones de dólares.
Pero el sistema económico global que sentó las bases del llamado milagro polaco se está desmoronando. La enemistad del Presidente Donald J. Trump hacia antiguos aliados cercanos ha llevado a aranceles que están transformando el comercio y desestabilizando sectores como el automotriz y el agrícola.
Se recurre al rearme militar en lugar de a la cooperación económica para mantener la seguridad. China, antes vista como fuente de importaciones baratas y oportunidades de mercado, se percibe ahora como un rival económico amenazante.
La pregunta ahora es si Polonia —y otros países europeos que se beneficiaron de una era de colaboración internacional— podrán mantener el impulso en el nuevo orden que se está gestando. Sobre todo cuando la agresión rusa no muestra indicios de disminuir, el crecimiento mundial se desacelera, los precios de la energía suben y las políticas de la Casa Blanca pueden cambiar entre el desayuno y la cena.
Future Processing se fundó en el año 2000, en plena transformación de la economía polaca. La empresa, iniciada en la casa del emprendedor Jaroslaw Czaja, se ha convertido en una compañía con una facturación anual de 70 millones de dólares y 800 empleados.
Su elegante sede en Gliwice, al sur de Polonia, se encuentra construida sobre una mina de carbón abandonada convertida en centro empresarial y educativo. En lugar de escoria de carbón, el lugar cuenta con una guardería para los hijos de los empleados.
Las carreteras y estacionamientos del centro se utilizan para probar autobuses autónomos desarrollados por Autonomous Systems, otra de las startups de Czaja. Un segundo centro de pruebas es un gran cementerio en Breslavia, donde minibuses color verde brillante transportan a visitantes desde y hacia las tumbas. “La gente se pregunta si es el fin de la época dorada”, comentó Pawel Pustelnik, director de operaciones de la empresa tecnológica Future Processing y vicepresidente de la Asociación de Desarrollo de Software de Polonia. “Es un momento difícil para nosotros”.
Con los años, Polonia desarrolló una economía diversificada con sectores dinámicos en agricultura, salud, autos, tecnología y servicios financieros. Su ubicación en Europa central, una mano de obra altamente calificada y un amplio mercado de consumo de 38 millones de personas también contribuyeron a su éxito.
Entre 1995 y el 2024, la economía polaca triplicó su tamaño y sigue siendo una de las de crecimiento más vertiginoso en Europa.
El panorama, por supuesto, se ensombreció tras el ataque ruso a Ucrania en el 2022.
La invasión asestó un duro golpe a la economía del continente, al cesar el suministro de energía rusa barata, así como al sistema económico que había allanado el camino para el crecimiento compartido.
Al igual que el resto de Europa, Polonia ha estado lidiando con altos costos energéticos, onerosas regulaciones de la Unión Europea y una creciente competencia y presión tanto de Estados Unidos como de China.
El desmoronamiento del orden internacional se ha acelerado desde que Trump impuso aranceles punitivos a Europa y debilitó las otrora incuestionables garantías de seguridad de EU.
Polonia no exporta mucho a EU, pero su sector automotriz y su economía en general están estrechamente vinculados a Alemania, que sí lo hace.
“No sabemos cómo se desenvolverá esto a largo plazo”, dijo Pawel Cygan, director administrativo de Kirchhoff Polska, fabricante de autopartes, de los aranceles. “Pero a corto plazo los riesgos aún no se han materializado”.
Un acuerdo comercial pendiente con países latinoamericanos —parte de un impulso de la UE para desarrollar otros mercados globales— también podría tener efectos negativos para Polonia. Las importaciones más baratas de aves de corral y cereales de esos países competirán con los productores agrícolas polacos tanto en casa como en Europa.
Szymon Janota, director ejecutivo y copropietario de Graylight Imaging, afirmó que el alejamiento de un mundo hiperglobalizado está obligando a europeos y polacos a centrarse más en la producción nacional. Dijo que los únicos competidores de su empresa estaban en EU o China.
Pawel Gierynski, socio administrativo de Abris Capital, una firma de capital privado en Varsovia, afirmó que la reevaluación de las cadenas de suministro se había intensificado desde la pandemia. “Vemos un aumento significativo de la relocalización de la producción en Europa Central y Oriental”, señaló.
Para muchos polacos, estos cambios son sólo uno más en la larga historia de adversidad y cambios de suerte del País.
“La historia nos hace flexibles”, dijo Marta Kepa, directora ejecutiva de la asociación de software.
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