Por Peter S. Goodman, Will Fitzgibbony Samuel Granados/ The New York Times
Polvo venenoso cae del cielo sobre el poblado de Ogijo, cerca de Lagos, Nigeria. Cubre pisos de cocinas, huertos caseros y patios de escuelas.
El hollín tóxico emana de fábricas rudimentarias que reciclan plomo para empresas estadounidenses.
Con cada respiración, las personas inhalan partículas invisibles de plomo y las absorben en el torrente sanguíneo. El metal se filtra a sus cerebros, causando estragos en sus sistemas nerviosos. Daña el hígado y los riñones. Los niños pequeños ingieren el polvo al gatear por el suelo y los patios de recreo, y luego llevándose las manos a la boca.
El plomo es un elemento esencial en las baterías de los autos. Pero su extracción y procesamiento son costosos. Por ello, las empresas han recurrido al reciclaje como una fuente más económica y aparentemente sostenible de este peligroso metal.
A medida que Estados Unidos endureció las regulaciones sobre el procesamiento de plomo en los últimos 30 años, encontrar plomo a nivel nacional se convirtió en un reto. Así, la industria automotriz miró al extranjero para complementar su suministro. Al hacerlo, los fabricantes de autos y baterías trasladaron las consecuencias para la salud del reciclaje de plomo a países donde la aplicación de la ley es laxa y los trabajadores están desesperados por encontrar trabajo.
Setenta personas que viven cerca y trabajan en fábricas en los alrededores de Ogijo se ofrecieron como voluntarias para que The New York Times y The Examination, una sala de prensa sin fines de lucro que investiga la salud global, les realizaran análisis de sangre. Siete de cada 10 presentaban niveles nocivos de plomo. Todos los trabajadores habían sido envenenados.
Más de la mitad de los niños examinados en Ogijo presentaban niveles que podrían causar daño cerebral de por vida.
Las muestras de polvo y tierra mostraron niveles de plomo hasta 186 veces superiores a los considerados peligrosos. Más de 20 mil personas viven a menos de 2 kilómetros de las fábricas de Ogijo. Los expertos dicen que los resultados de las pruebas indican que es probable que muchas de ellas estén siendo envenenadas.
Se estima que el envenenamiento por plomo causa muchas más muertes cada año que la malaria y el VIH/SIDA juntos. Provoca convulsiones, embolias, ceguera y discapacidad intelectual. La Organización Mundial de la Salud afirma que ningún nivel de plomo en el cuerpo está libre de peligro.
El envenenamiento de Ogijo es representativo de un desastre de salud pública prevenible que se está desarrollando en comunidades de toda África. El hollín de plomo de una fábrica cae sobre plantaciones de piña cerca de una aldea en Togo. Otra fábrica ha contaminado un campo de futbol en Dar es Salaam, la ciudad más grande de Tanzania.
Las fábricas de Ogijo y sus alrededores reciclan más plomo que cualquier otro lugar de África. Estados Unidos importó suficiente plomo sólo de Nigeria el año pasado para fabricar millones de baterías. Los fabricantes que utilizan plomo nigeriano fabrican baterías para importantes armadoras y minoristas como Amazon y Walmart.
La industria automotriz promociona el reciclaje de baterías como un éxito ambiental. Cuando se recicla de forma limpia y segura el plomo de las baterías viejas se puede fundir y reutilizar con contaminación mínima.
Pero las empresas han rechazado las propuestas de utilizar únicamente plomo certificado como de producción segura. Los fabricantes de baterías confían en las garantías de las empresas comercializadoras de que el plomo se recicla de forma limpia. Estos intermediarios se basan en auditorías superficiales que formulan recomendaciones, no exigencias.
De hecho, la industria construyó un sistema de suministro global en el que todos los involucrados pueden decir que alguien más es responsable de la supervisión.
Nigeria figura entre las fuentes de plomo reciclado de más rápido crecimiento para las empresas estadounidenses. Ogijo y las comunidades cercanas constituyen el corazón de la industria, al ser hogar de al menos siete recicladores de plomo. Dos fábricas se encuentran cerca de internados. Otras están rodeadas de viviendas, hoteles y restaurantes.
Entre los recicladores de plomo más grandes y contaminantes de Ogijo se encuentra True Metals. Ha suministrado plomo a fábricas que producen baterías para Ford, General Motors, Tesla y otros fabricantes automotrices, muestran los registros.
Hace cuatro años, Oluwabukola Bakare estaba embarazada con su quinto hijo cuando se mudó a una casa en Ogijo con vistas a una fábrica de reciclaje de baterías. El humo se filtraba por las ventanas por la noche, provocando tos en su familia y depositando un polvo negro en el suelo y la comida. “Cuando miramos afuera en la mañana, el suelo parecía estar cubierto de carbón”, dijo Bakare.
Los exámenes revelaron que su hijo de 5 años tenía un nivel de plomo en sangre de 15 microgramos por decilitro, tres veces el nivel recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Su hermano de 8 años tenía niveles aún más altos.
Bakare, de 44 años, ha trabajado en fábricas de reciclaje de baterías durante años, limpiando inodoros y lavabos. Su examen reveló que tenía un nivel de plomo de 31.1 microgramos por decilitro, un nivel asociado con complicaciones como abortos espontáneos y partos prematuros. Ahora se pregunta si el humo contribuyó al nacimiento prematuro de su hijo sietemesino.
Todo esto es evitable. Las baterías de plomo pueden reciclarse tan limpiamente como se anuncia. En Europa, dicen los expertos, algunas plantas de reciclaje son impecables. Pero eso requiere millones de dólares en tecnología.
Roger Miksad, presidente del Consejo Internacional de Baterías, un grupo industrial, dijo que los fabricantes estadounidenses obtienen el 85 por ciento de su plomo de recicladores en Norteamérica, donde las regulaciones suelen ser estrictas. En cuanto a la creciente cantidad proveniente del extranjero, afirmó que su grupo condena las prácticas inaceptables y asesora a los recicladores de plomo sobre cómo mejorar las condiciones. Sin embargo, añadió, “corresponde a los gobiernos regionales y locales, así como a los reguladores, hacer cumplir las leyes en sus países”.
La mayoría de las principales compañías automotrices no abordó las conclusiones del Times y Examination sobre el plomo contaminado procedente de Nigeria. Volkswagen y BMW afirmaron que lo investigarían. Subaru afirmó que no utilizaba plomo reciclado procedente de ningún lugar de África.
En Ogijo, el reciclaje es un proceso sucio y peligroso. Comienza con una batería descargada. Hay muchísimas; Estados Unidos envía decenas de miles de autos de segunda mano a Nigeria cada año. En centros de acopio, los trabajadores usan machetes para abrir las carcasas de las baterías y extraer el ácido. En las fundiciones, el plomo de las baterías se funde y purifica dentro de un horno para luego darle forma de barras.
En encuestas encargadas por The Times y The Examination, se reportaron síntomas comunes de intoxicación por plomo: dolores de cabeza, dolores de estómago, convulsiones, retrasos en el aprendizaje y otras dolencias neurológicas.
En toda África, los gobiernos han estado poco conscientes de los daños del reciclaje de baterías, centrándose en cambio en el empleo y la inversión extranjera, afirmó Andreas Manhart, investigador principal del Oeko-Institut, una organización ambiental alemana. Manhart ha visitado al menos 20 fábricas africanas.
“Vemos que llegan inversionistas y establecen nuevas operaciones inferiores al estándar”, afirmó. “Y siempre, esto deja un sitio altamente contaminado”.
A medida que las regulaciones ambientales en Estados Unidos y Canadá han obligado a la quiebra a fundiciones contaminantes, los compradores han buscado nuevos proveedores por todo el mundo. En los últimos años, empresas estadounidenses han importado plomo reciclado de al menos ocho países africanos.
Debido a la dispersión de la cadena de suministro, es poco probable que las armadoras y los fabricantes de baterías conozcan el origen preciso del plomo que utilizan. Dependen de proveedores internacionales.
Una de esas empresas, Trafigura, ha enviado plomo reciclado a empresas estadounidenses de True Metals y otras seis fundiciones nigerianas en los últimos cuatro años, muestran registros. El año pasado, Trafigura reportó 243 mil millones de dólares en ingresos por la comercialización de petróleo, gas y metales en todo el mundo.
Hasta hace poco, entre los proveedores nigerianos de Trafigura se encontraba una fábrica, Green Recycling Industries, que se esforzaba por hacer honor a su nombre. Expertos internacionales que visitaron Green Recycling el año pasado quedaron maravillados con su tecnología anticontaminación y la maquinaria que desmontaba las baterías.
Pero operar de forma limpia puso a Green Recycling en desventaja. Tuvo que compensar los altos costos de su maquinaria ofreciendo menos dinero por las baterías agotadas. Superada por competidores con operaciones rudimentarias, Green Recycling no tenía nada que reciclar.
Ali Fawaz, gerente general de la empresa, afirmó que sus competidores, en esencia, se lucraban perjudicando a la población local. “Si matar gente está bien, ¿por qué no iba a matar a más y más?”, preguntó.
La empresa cerró este año.
Los mismos expertos que elogiaron a Green Recycling también visitaron a sus competidores. Lo que encontraron probablemente equivalía a “graves abusos contra los derechos humanos”, escribieron. Concluyeron que siete plantas en Ogijo y sus alrededores “violaban claramente la práctica común internacional”.
True Metals destacó como particularmente peligrosa. Los trabajadores allí manipularon mal los materiales y expusieron innecesariamente el área circundante a humo tóxico, escribieron los inspectores. Una gruesa capa de lodo de plomo y polvo cubría el suelo. Los gerentes de True Metals dijeron a los inspectores que realizaban análisis de sangre a los trabajadores, pero los registros de la empresa sólo mostraban peso, pulso y presión arterial, de acuerdo con el reporte.
Trafigura contrata a contratistas para auditar a los proveedores y garantizar que cumplan con las normas gubernamentales y de la industria. Sin embargo, personas involucradas en el reciclaje de plomo afirmaron que esas auditorías tenían poco efecto.
En un comunicado, Neil Hume, un portavoz de Trafigura, dijo que la empresa cumplía todas las normativas y trabajaba con el Gobierno nigeriano y expertos externos para evaluar a sus proveedores de plomo.
Afirmó que Trafigura se deshacía de proveedores que “consistentemente” no mejoraban.
La empresa se negó a abordar lo que conocía sobre las condiciones de proveedores como True Metals.
No es del conocimiento público precisamente quién compra plomo a Trafigura y otras empresas comercializadoras. Un puñado de empresas dominan la manufactura de baterías para autos en EU. El mayor fabricante, Clarios, dice no comprar plomo de África Occidental. El segundo, East Penn Manufacturing, una empresa familiar, opera la planta de baterías más grande del mundo, en Lyon Station, Pensilvania.
Los ejecutivos de East Penn afirmaron que la escasez de plomo los obligaba a recurrir a intermediarios. “Menos del 5 por ciento” provenía de Nigeria, afirmó Chris Pruitt, presidente ejecutivo de East Penn.
East Penn dejó de comprar plomo nigeriano y comenzó a endurecer su código de conducta para proveedores tras recibir preguntas de The Times y The Examination, afirmó Pruitt.
Ese mes, las autoridades nigerianas cerraron cinco fundiciones, incluyendo True Metals.
“Las pruebas han revelado la presencia de plomo en los residentes, lo que ha provocado enfermedades y muertes”, dijo Innocent Barikor, director general de la agencia de protección ambiental de Nigeria, en una declaración escrita.
Pero días después, las fábricas nuevamente estaban operando.
25 mcg/dL
Este hombre tenía un nivel de plomo en sangre cinco veces superior al que se considera intoxicación por plomo.
22.4 mcg/dL
Esta madre, cuatro veces superior.
16.8 mcg/dL
El nivel de este niño era tres veces más alto.
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