Por Alex Vadukul/ The New York Times
Un hombre barbudo con chaleco y sombrero alto de paja salió de una cabaña en el Estanque Walden y se paró frente a un grupo de personas con pantalones cortos y lentes de sol. Sentían curiosidad por su vida solitaria en el bosque.
Se dirigieron a él como Henry David Thoreau, el escritor trascendentalista del siglo 19, pero hablaban con Richard Smith, un historiador que ha sido el imitador de Thoreau en la Reserva Estatal del Estanque Walden desde 1999.
“¿Cómo consigue su comida?”, preguntó un niño. “¿Caza y pesca?”.
“He dejado de comer carne”, respondió el hombre. “Lo hallo antipático para mi conciencia. Mi campo de frijoles está a unas 100 varas de distancia”.
Una mujer preguntó: “¿Considera que esa dieta fue saludable? Porque algunos historiadores, después de su muerte, cuestionaron si estaba desnutrido”.
“Me siento más saludable que nunca”, respondió. “Estar en el bosque es como un tónico”.
“¿Cree que vivirá aquí para siempre?”, preguntó alguien más.
El hombre se mostró melancólico. “No”, dijo. “De hecho, hoy me voy. Siento que he logrado todo lo que me propuse”.
Smith, de 65 años, pronunció esas palabras como Thoreau, pero también como él mismo. Se quitó el sombrero de paja, sacudiéndose el personaje. “Sí, es la última vez que hago esto”, dijo. “Este es el día en que Henry Thoreau abandonó el estanque, el 6 de septiembre de 1847. Y después de 26 años, esta es mi jubilación”.
Smith se despedía de su doble vida. A lo largo de las décadas, ha educado a innumerables preparatorianos, peregrinos literarios y grupos religiosos sobre el experimento de Thoreau de vivir con sencillez. Ha deleitado a miles con historias de sus encuentros con sus colegas trascendentalistas, Ralph Waldo Emerson y Ellery Channing.
El trabajo tuvo sus retos. Además de tener que usar una levita que picaba en los sofocantes días de verano y hablar de cierta forma, significaba aclarar ciertas cosas a algunos fans de Thoreau. Para empezar, no era un ermitaño. La cabaña estaba cerca de las vías del tren, y a menudo visitaba a su familia en el pueblo, donde su madre le lavaba la ropa.
El último día de Smith, los guardabosques del parque ofrecieron una fiesta de despedida en el centro de visitantes.
“Ahora otro se convertirá en nuestro nuevo Thoreau”, dijo Peter Alden, de 81 años, quien atiende la tienda de regalos. “Es triste que se haya ido, pero está listo para hacer algo diferente”.
Más tarde, Smith comunicó que para él Thoreau no era sólo un personaje histórico aburrido, sino una figura radical que había transformado su vida.
Smith estudió historia en la Universidad de Akron, Ohio. “Me involucré mucho en la escena punk de Akron y comencé a cantar en bandas”, dijo. “Thoreau lo cuestionaba todo, y eso realmente conectó con mi lado punk rock. Me atrajeron los trascendentalistas, su creencia en que la naturaleza era divina”.
Hace más o menos un año, dijo Smith, sintió algo diferente. “Una mañana, cuando iba a recibir a unos preparatorianos, pensé: ‘La verdad es que no quiero hacer esto hoy’”, dijo. “Esa sensación empezó a repetirse. Pensé que podría ser una señal del universo.
“Quiero detenerme antes de odiar ser Thoreau”, añadió. “Creo que él también querría que tuviera mi propia vida. Ahora tengo planes de centrarme en mi propia escritura”.
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