Por David M. Halbfinger
y Adam Rasgon/ The New York Times
JERUSALÉN — Liberar a los rehenes israelíes de Gaza y detener la guerra puede haber llevado dos años y los esfuerzos directos del Presidente estadounidense y los líderes de varias naciones árabes y musulmanas. Pero esa fue casi seguramente la parte fácil.
Lograr que Hamas entregue las armas y desmilitarizar la Franja de Gaza —condiciones clave para que Israel se retire completamente de Gaza, como reiteraron el lunes tanto el Presidente Donald J. Trump como el Primer Ministro Benjamin Netanyahu— podría resultar mucho más difícil.
El plan de 20 puntos de Trump, que esbozaba una solución integral para Gaza, presenta otros problemas. En su totalidad, también exigía el establecimiento de una fuerza internacional para ayudar a mantener la seguridad en el territorio, un ambicioso esfuerzo para reconstruir la economía y la infraestructura de Gaza, y la creación de un comité de Gobierno palestino temporal, cuyo trabajo sería supervisado por una junta internacional.
Durante las conversaciones que condujeron al alto al fuego, las disposiciones sobre quién dirigiría el enclave “al día siguiente” del fin de la guerra fueron de las más conflictivas —tanto que finalmente se pospusieron a una segunda fase de negociaciones.
Esa fase tuvo al menos un aire auspicioso la noche del lunes en Sharm el-Sheikh, Egipto, donde Trump y el Presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sisi, reunieron a decenas de líderes para intentar aprovechar el impulso generado por la tregua y el intercambio de 20 rehenes israelíes vivos y los cuerpos de otros por casi 2 mil prisioneros palestinos.
“La Fase 2 ha iniciado”, dijo Trump, pronosticando “tremendos avances”. Sin embargo, no estaba claro cuándo ni dónde comenzarían formalmente las conversaciones de la Fase 2. Tanto analistas israelíes como palestinos afirmaron que era más fácil imaginar que las cosas salieran mal a que el plan de Trump se cumpliera plenamente.
“El problema principal aún no se ha resuelto: las armas de Hamas”, declaró Akram Atallah, columnista palestino residente en Londres y originario de Gaza. “Los israelíes exigen el desarme de Hamas, lo cual no es una simple medida administrativa. Hamas se fundó sobre la base de portar armas”.
Con el cese de una guerra que ha matado a decenas de miles de palestinos y devastado gran parte de Gaza, Atallah afirmó que el ambiente era más optimista.
“Se siente bien ahorita, pero veo nubarrones en la distancia”, dijo.
Analistas y funcionarios israelíes afirmaron que el resultado más probable era que la Fase 2 de las conversaciones se estancará. Preveían que el statu quo se prolongaría tanto que se arraigaría, con Hamas aún armado y el Ejército israelí negándose a retirarse completamente de Gaza. En esas circunstancias, también previeron que el Ejército israelí trataría al grupo de forma similar a como trata ahora a Hezbolá en el Líbano: atacando ocasionalmente a militantes de Hamas o sus depósitos de armas desde lejos.
A pesar de las reiteradas declaraciones de Trump de que la guerra ha terminado, un retroceso por parte de cualquiera de los bandos podría amenazar con una reanudación de los combates, dicen los analistas.
“Si hay un ataque terrorista contra uno de nuestros puestos ahora mismo, Dios no lo quiera, y hay bajas, en un minuto se acabó”, declaró Zohar Palti, ex alto funcionario del Mossad y del Ministerio de Defensa.
Nimrod Novik, ex enviado israelí y miembro distinguido del Foro de Política de Israel, advirtió sobre la influencia de la política interna.
“Si en cuatro o cinco semanas resulta que el ánimo general en el País es que esta guerra fue un asalto terrible, pero sólo un asalto más, y Hamas ha regresado, veo a Netanyahu intentando corregir eso”, dijo, aludiendo a la posibilidad de una reanudación de las hostilidades. “Sólo se necesita una provocación de Hamas y una reacción israelí desproporcionada, y se puede desatar una espiral de violencia”.
Dependía de Qatar, Turquía y Egipto —los tres países de mayoría musulmana que desempeñaron un papel fundamental en la mediación del alto al fuego— “presionar a Hamas para que no provoque”, declaró Novik.
Para los miembros de la coalición gobernante de Netanyahu, la responsabilidad recae plenamente sobre Hamas. Varios funcionarios describieron el acuerdo de alto al fuego hasta el momento como un simple intercambio por el cual Israel entregó aproximadamente la mitad de Gaza a cambio de sus rehenes. Para que Israel abandone el resto del territorio de Gaza, dijeron, Hamas deberá deponer las armas y dejar que otra entidad gobierne el enclave.
“Las cosas están muy claras”, dijo Boaz Bismuth, aliado de Netanyahu y presidente del comité de asuntos exteriores y defensa de la Knéset. “Si no quieren que Israel esté allí, saben exactamente lo que tienen que hacer. Es fácil”.
Hamas, según expertos cercanos al grupo militante, está dispuesto a realizar ciertas acciones para facilitar la reconstrucción de Gaza, pero aún desea conservar cierta influencia.
“Hamas está dispuesto a ofrecer algunas concesiones para facilitar la rehabilitación de Gaza, pero no se desvanecerá”, afirmó Ibrahim al-Madhoun, analista palestino cercano a Hamas. “Quiere ser parte de la solución y no será un obstáculo para la estabilidad”.
Palti, el ex funcionario israelí, expresó su escepticismo sobre la prescripción del plan de Trump de excluir a Hamas de cualquier papel militar o civil en el Gobierno de Gaza.
“¿Quién lo va a hacer?”, preguntó. “Si alguien cree que con una varita mágica se logrará esta revolución en horas o días, que lo olvide. No va a suceder”.
Aun así, Bismuth, legislador del partido de Netanyahu, se sintió muy alentado por la participación de los países árabes en las conversaciones de paz, y aún más por la liberación el lunes de 20 israelíes retenidos en Gaza desde los ataques del 7 de octubre del 2023.
“Creo firmemente que quienes deben tomar las medidas específicas que se esperan de ellos las tomarán”, afirmó. “Cuando tienes resultados como los de hoy, puedes creer en el escenario optimista”.
Natan Odenheimer contribuyó con reportes.
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