Por Jeanna Smialek /The New York Times
BRUSELAS — La derecha populista estadounidense tiene sus tarjetas de presentación. Gorras con el lema “Make America Great Again”. Aversión a la inmigración. Amor por los recortes fiscales. Pero un hilo conductor más sutil tiene años de estarse infiltrando en el discurso republicano —uno con el potencial de rehacer los contornos de las alianzas y redirigir los flujos del comercio global. El movimiento MAGA siente una profunda antipatía por la Unión Europea.
Esto podría tener consecuencias mientras el Presidente Donald J. Trump libra una guerra comercial contra el bloque —particularmente después de que funcionarios estadounidenses y europeos prometieron acelerar las negociaciones para un acuerdo.
No es sólo Trump quien ha dicho que la Unión Europea se creó para aprovecharse de Estados Unidos. Este ethos también es un pilar de la televisión de derecha en EU. “Los europeos, en su mayoría, no comparten nuestros valores”, dijo este año Laura Ingraham, conductora de televisión conservadora, citando las políticas climáticas europeas que podrían llevar a la sociedad a la “ruina económica”, las diferencias en las opiniones sobre la libertad de expresión y el derecho a portar armas —algo sacrosanto en EU, mas no fundamental en Europa.
Algunos republicanos tienen mucho tiempo de mostrarse escépticos respecto a la Unión Europea. Pero mientras que aproximadamente la mitad de los conservadores estadounidenses ha tenido una visión pesimista del bloque durante años, el porcentaje de quienes dicen tener una opinión “muy” desfavorable ha ido en aumento. Alrededor del 18 por ciento lo calificó muy mal el año pasado, contra el 14 por ciento en el 2020, arroja una encuesta de Pew Research. Aunque Europa tradicionalmente ha sido un aliado estadounidense, EU la trata más como un rival al tiempo que ambos definen su futura relación.
Estados Unidos ha acordado el plan para un acuerdo comercial con el Reino Unido, pero la Unión Europea, compuesta por 27 países, ha avanzado menos. Europa es una economía mucho mayor que la británica, con mayor poder de mercado, y sus funcionarios consideran que no deben tener que aceptar las mismas concesiones que Londres.
Aunque se ha reunido con líderes nacionales europeos, hasta hace poco Trump ni siquiera había optado por hablar con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, responsable de las negociaciones comerciales.
Si bien unirse otorga a las naciones europeas mayor poder de negociación que el que tendrían individualmente, Estados Unidos ha mantenido históricamente una estrecha relación con ellas.
Von der Leyen advirtió recientemente que Europa debe pensar en cómo valerse por sí misma en una era nueva y más antagónica. Desaconsejó pensar que “las cosas volverán a ser como antes —si tan sólo terminara la guerra, se alcanzara un acuerdo arancelario o las próximas elecciones tuvieran un resultado diferente”.
“Existe una nueva agresividad respecto a la UE”, afirmó Ignacio García Bercero, miembro no residente del grupo de expertos Bruegel, y anteriormente uno de los principales negociadores comerciales de la Comisión Europea. “Para comprenderla, hay que salir del mundo del comercio”.
La burocracia y la regulación suelen encabezar las quejas republicanas sobre la Unión Europea. El bloque insiste con mayor vehemencia en que las redes sociales vigilen el contenido de sus sitios web, provocando que la derecha estadounidense la acuse de censura. También regula con mayor intensidad a las grandes empresas tecnológicas en general, y ha adoptado las energías renovables de una forma que Estados Unidos no ha hecho. Además, en un mundo donde la identidad nacional es el núcleo de la ideología republicana, el bloque está formado por 27 naciones diversas que han optado por unirse a pesar de sus diversos idiomas, orígenes étnicos y culturas.
La animadversión es recíproca. Más o menos la mitad de los europeos considera a Trump un “enemigo de Europa”, mostró una encuesta encargada por Le Grand Continent y Cluster 17, realizada este año en los ocho países más grandes del bloque.
Aun así, Trump también tiene fans en Europa —personas que a menudo se muestran escépticas respecto a la Unión Europea. En el 2016, la población británica votó a favor de salir de la Unión Europea, en parte debido al escepticismo sobre los beneficios del bloque. Y más recientemente, Trump y su movimiento han encontrado amigos en lugares como Hungría, donde el Primer Ministro Viktor Orban habló en una reciente reunión de políticos de derecha.
“Bruselas ha robado el sueño europeo”, dijo. “¡Hagamos que Europa vuelva a ser grande!”.
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