El recorte de ayuda de Trump agrava crisis humanitarias en el mundo

La decisión de Donald Trump de congelar miles de millones de dólares en ayuda exterior ha desatado crisis humanitarias en varias partes del mundo

  • 21 de febrero de 2025 a las 18:30
El recorte de ayuda de Trump agrava crisis humanitarias en el mundo

Por Sui-Lee Wee, Declan Walsh y Farnaz Fassihi | The New York Times

En Sudán, asolado por la hambruna, los comedores comunitarios que alimentan a cientos de miles de civiles atrapados en una zona de guerra han cerrado. En Tailandia, hospitales han rechazado a refugiados de guerra con enfermedades potencialmente mortales. En Ucrania, los residentes en la línea del frente de la guerra con Rusia podrían quedarse sin leña en pleno invierno.

Algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo están sintiendo el repentino recorte por parte del Presidente Donald J. Trump de miles de millones de dólares en asistencia estadounidense que ayuda a combatir el hambre, trata enfermedades y proporciona refugio a los desplazados.

En cuestión de días, la orden de Trump de congelar casi toda la ayuda exterior estadounidense ha intensificado las crisis humanitarias y ha planteado profundas dudas sobre la confiabilidad y la posición global de Estados Unidos.

Poco después de anunciar el cese, la Administración Trump abruptamente cambió de rumbo. Marco Rubio, el Secretario de Estado, dijo que la “asistencia humanitaria salvavidas” podía continuar, ofreciendo un respiro a lo que llamó esfuerzos “medulares” para proporcionar alimentos, medicinas, refugio y otras necesidades de emergencia. Pero destacó que la prórroga era “temporal”. Cientos de altos funcionarios y trabajadores que distribuyen ayuda estadounidense habían sido despedidos o suspendidos, y muchos esfuerzos de ayuda siguen paralizados.

Entregando ayuda alimentaria financiada por EU en Bentiu, Sudán del Sur, en 2023. La ayuda al País quedó trastornada desde que el Presidente Trump anunció la congelación de la ayuda.

En Jartum, la capital devastada por la guerra de Sudán, la mayoría de los comedores comunitarios han cerrado. Hasta el anuncio, Estados Unidos era la mayor fuente de dinero para las cocinas administradas por voluntarios que alimentaban a 816 mil personas allí. Hajooj Kuka, vocero de las Salas de Respuesta a Emergencias, la describió como una ciudad “al borde de la hambruna”.

Muchos de los trabajadores humanitarios, médicos y personas necesitadas que dependen de la ayuda estadounidense ahora están analizando su relación con Estados Unidos y el mensaje que está enviando la Administración Trump: Estados Unidos se está centrando en sí mismo.

“Parece como si una decisión fácil del Presidente de Estados Unidos estuviera matando silenciosamente tantas vidas”, dijo Saw Nah Pha, un paciente de tuberculosis al que le dijeron que abandonara un hospital financiado por EU en el campamento de refugiados de Mae La, el más grande en la frontera entre Tailandia y Myanmar.

Nah Pha, que huyó de Myanmar en el 2007 para escapar de los combates, dijo que el personal le dio un suministro de medicamentos para una semana y le dijo que eso era todo lo que podían proporcionarle. “Una vez que se me acaban los medicamentos, no tengo dónde conseguirlos”, añadió.

Las implicaciones para la salud pública del congelamiento de la ayuda son amplias. En Camboya, que había estado a punto de erradicar la malaria, los funcionarios ahora temen que una interrupción en el financiamiento les propine un revés. En Nepal, se ha suspendido un programa de 72 millones de dólares para reducir la desnutrición. En Sudáfrica y Haití, a los funcionarios les preocupa que cientos de miles de personas puedan morir si la Administración Trump retira su apoyo a un programa para combatir el vih y el SIDA.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas, la agencia de salud sexual y reproductiva de la ONU, dijo que debido al congelamiento, servicios de salud materna y mental para millones de mujeres en Afganistán, Pakistán, Gaza, Ucrania y otros lugares habían sido trastocados. En Afganistán, donde los talibanes han prohibido a las mujeres trabajar, mil 700 mujeres afganas que trabajaban para la agencia ya no estarían empleadas.

Lo que está en juego no es sólo la buena voluntad construida por Estados Unidos, sino también su labor por promover sus intereses de seguridad. En Costa de Marfil se ha interrumpido un programa patrocinado por EU que recaba inteligencia delicada sobre incidentes relacionados con Al Qaeda. En la República Democrática del Congo, algunos de los fondos destinados a las agencias de la ONU que apoyan a más de 4.5 millones de personas desplazadas por un creciente conflicto en el este del País han sido congelados, dijo un funcionario humanitario estadounidense en el continente.

Incluso con los anuncios de Rubio de que se podrían reanudar los esfuerzos salvavidas, gran parte del sistema de ayuda estadounidense en África permaneció paralizado por confusión y trastornos.

“Cuando emiten estas órdenes generales, no parecen entender qué es exactamente lo que están cesando”, dijo Jeremy Konyndyk, ex alto funcionario de la Agencia para el Desarrollo Internacional durante la Administración Biden y hoy presidente de Refugiados Internacional.

En Irán, donde la labor de documentar arrestos, ejecuciones y abusos contra los derechos de las mujeres es realizado por entidades externas financiadas por EU, los activistas dicen que la acción de EU significa que menos entidades exigirán rendición de cuentas al Gobierno iraní.

“Aunque Trump hizo campaña con la promesa de poner máxima presión al Gobierno iraní, su decisión de recortar el financiamiento de docenas de iniciativas pro democracia y de derechos humanos apoyadas por EU hace lo contrario —aplica máxima presión sobre los oponentes del régimen”, dijo Omid Memarian, experto en cuestiones de derechos humanos de Irán en DAWN, un grupo con sede en Washington centrado en la política exterior estadounidense.

Es probable que las consecuencias del congelamiento de la ayuda repercutan geopolíticamente, dando a los rivales estadounidenses, como China, una ventana de oportunidad para presentarse como un socio confiable.

“Eso diferenciará a China de Estados Unidos para ganarse los corazones y las mentes de muchos de los países del sur global”, dijo Jingdong Yuan, director del programa de Seguridad de China y Asia del Instituto Internacional de Investigación para la Paz, en Estocolmo.

En zonas de guerra, algunos lamentan su dependencia de la ayuda estadounidense.

“Fue culpa nuestra depender tanto de un solo donante”, afirmó Atif Mukhtar, de las Salas de Respuesta de Emergencia, un grupo voluntario local en Jartum. “Pero esto realmente nos impactó. No se puede quitar la comida a gente que se muere de hambre. Eso es simplemente una locura”.

En la frontera de Tailandia y Myanmar, las implicaciones de la decisión de Trump eran crudas. Saw Tha Ker, líder del campamento Mae La, dijo que el Comité Internacional de Rescate, un grupo que recibe financiamiento de EU, le dijo que dejaría de apoyar la atención médica, el agua y el manejo de residuos para los siete hospitales de refugiados administrados por su campamento.

“El primer pensamiento que tuve fue que quien tomó esta decisión no tiene compasión”, dijo.

Tha Ker dijo que él y su personal tuvieron que decir a 60 pacientes en un hospital que tenían que irse.

“Les explicamos que el hospital en sí es como una persona que lucha por respirar por la nariz de otra persona. Ahora que el apoyo ha cesado, parece que sólo esperamos el final”.

Mujib Mashal, Pamodi Waravita, Bhadra Sharma, Elian Peltier, Vivian Yee, Rania Khaled, Daniel Politi, David C. Adams, Leily Nikounazar y Sun Narin contribuyeron con reportes.

© 2025 The New York Times Company

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