Por Stephanie Nolen/ The New York Times
Unidos está cesando su apoyo financiero a los programas de planificación familiar en países en desarrollo, eliminando el acceso a la anticoncepción a casi 50 millones de mujeres.
Este cambio de política —en medio del desmantelamiento de la ayuda exterior estadounidense— podría tener enormes implicaciones, incluyendo más muertes maternas y un aumento en la pobreza. Descarrila un esfuerzo que en los últimos años había llevado anticonceptivos de acción prolongada a las mujeres en algunas de las zonas más pobres y aisladas del mundo.
Estados Unidos proporcionó en el 2023 alrededor del 40 por ciento del financiamiento que aportaron los gobiernos a los programas de planificación familiar en 31 países en desarrollo, unos 600 millones de dólares, reporta KFF, una organización de investigación en salud. Ese financiamiento proporcionó dispositivos anticonceptivos a más de 47 millones de mujeres y parejas, y se estima haber evitado 17.1 millones de embarazos no deseados y 5.2 millones de abortos inseguros, de acuerdo con el Instituto Guttmacher, un grupo de investigación en salud sexual. Sin esta contribución, 34 mil mujeres podrían morir cada año por muertes maternas evitables.
“La magnitud del impacto es impresionante”, afirmó Marie Ba, quien lidera el equipo de coordinación de la Alianza de Uagadugú, una iniciativa para acelerar el acceso a la planificación familiar en nueve países de África Occidental.
El financiamiento se suspendió como parte del desmantelamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) por parte de la Administración Trump. Marco Rubio, el Secretario de Estado, ha descrito los proyectos de ayuda cancelados como un despilfarro y no alineados con los intereses estratégicos de EU.
El apoyo a la planificación familiar en los países más pobres y poblados había sido una prioridad política de Estados Unidos durante décadas, visto como un baluarte contra la inestabilidad política.
La decisión del Departamento de Estado de recortar estos y otros programas de ayuda ha sido objeto de demandas.
Estados Unidos también ha dejado de financiar al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el mayor procurador de anticonceptivos.
Aunque Estados Unidos no era el único proveedor de anticonceptivos en ningún país, el cese de sus fondos ha generado caos en el sistema y ha provocado que las clínicas se queden sin productos.
La administración de la cadena de suministro era una prioridad para USAID, y Estados Unidos financiaba el transporte de suministros anticonceptivos, como implantes hormonales, desde los fabricantes en Tailandia hasta el puerto de Mombasa, Kenia, desde donde se transportaban a bodegas en África Oriental.
Ba explicó que en África Occidental la prioridad era movilizar recursos nacionales y determinar cómo los gobiernos podían cubrir lo que Estados Unidos suministraba. Organizaciones filantrópicas como la Fundación Gates e instituciones financieras, como el Banco Mundial, podrían incrementar su propio financiamiento para planificación familiar.
“Nos sentíamos muy optimistas, incluso con la inestabilidad política en nuestra región, porque en los últimos años estábamos sumando millones de mujeres que utilizaban métodos modernos”, dijo Ba. “Y ahora todo eso, el apoyo estadounidense, las políticas, todo ha desaparecido por completo”.
© 2025 The New York Times Company
