Por Katie Rogers / The New York Times
WASHINGTON — Ivanka y Jared dejaron atrás la Casa Blanca para vivir una vida en Miami. Eric dirige el negocio familiar. Tiffany se casó. Barron es un estratega en ciernes en la Universidad de Nueva York.
De todos los hijos de Trump, nadie ha estado más cerca de su padre que Donald Jr., el hijo mayor del Presidente electo.
Donald Trump Jr., de 46 años, encontró poder político y fortuna personal al avivar la llama del movimiento Make America Great Again (MAGA, o Hagamos a EU Grande de Nuevo) de su padre. Tiene un abanico de negocios centrados en los conservadores, desde una editorial hasta un podcast. Forbes estimó recientemente su valor en alrededor de 50 millones de dólares.
Por esa razón, dicen sus asociados, no tiene planes de unirse a la Administración de su padre. Pero a medida que el Presidente electo ha ido armando su Administración, su hijo ha servido como una especie de escáner de lealtad.
Mientras se considera a los candidatos, Donald Trump Jr. se ha centrado en si representan una amenaza al orden MAGA. Ha abogado por los designados y nominados que han pasado la prueba de pureza más importante: apoyan la falsedad de que su padre ganó las elecciones del 2020 y restan importancia a su decisión de exhortar a una turba a invadir el Capitolio.
Este enfoque que prioriza la lealtad explica cómo Matt Gaetz, un fiero defensor de Trump, fue seleccionado como candidato a Fiscal General de Estados Unidos. (Gaetz, objeto de una investigación sobre tráfico sexual, posteriormente se retiró del proceso). También explica cómo se eligió a JD Vance, el Vicepresidente electo.
Fue Donald Trump Jr. quien vio la amenaza inicial que la candidatura de Robert F. Kennedy Jr. representaba para la campaña de su padre y quien, dicen sus aliados, trató de pensar en formas de incorporarlo al redil. Kennedy recientemente fue nombrado candidato a Secretario de Salud y Servicios Humanos.
Pero otras amenazas, como Nikki Haley, quien tuvo un puesto en su primera Administración, pero cayó en desgracia, no les ha ido tan bien. Cuando Haley criticó recientemente la elección del gabinete del Presidente electo, Donald Trump Jr., como suele hacer, utilizó las redes sociales para contraatacar.
“Si Nikki Haley realmente quiere un gabinete lleno de belicistas neoconservadores para satisfacer a los donadores multimillonarios que la controlan, debería intentar postularse para la Presidencia y ganar”, escribió. “Ay, espera, olvidé que ella ya lo intentó y perdió de manera aplastante”.
En ocasiones, la relación entre padre e hijo ha sido tensa. Donald Trump Jr. no le dirigió la palabra a su padre durante un año después de que Trump se divorció de su madre, Ivana, durante un amorío con Marla Maples, quien se convertiría en su segunda esposa. Y, en el 2017, se ganó la ira de su padre por convertirse en una figura central en la investigación sobre los vínculos de la campaña de Trump con Rusia.
Pero desde entonces ha demostrado su valor a su padre. Ha estado identificando y cultivando a una nueva generación de políticos leales al MAGA y es omnipresente en los mítines de Trump, en las redes sociales y en los pódcast conservadores.
“Si tienes un hijo que es inteligente, trabajador y quiere ayudarte, como que tienes que pensar: ¿por qué no lo escucharías de vez en cuando?”, dijo Newt Gingrich, expresidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
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