Por Josua Rapp Learn/ The New York Times
El primer cráter fue descubierto en el 2014 en el extremo norte de Siberia occidental, resultado de una explosión subterránea espontánea que hizo volar la tierra en todas direcciones. Posteriormente se produjeron más descubrimientos, con algunas de las depresiones alcanzando más de 45 metros de profundidad.
Los científicos finalmente vincularon las explosiones con el cambio climático. Determinaron que a medida que se descongela el permafrost, se pueden formar bolsas de metano bajo la superficie. Pero ¿por qué ocurrían las explosiones sólo en Siberia, cuando el Ártico en general se está calentando más rápido que el resto del planeta? ¿Y se volverán más frecuentes las explosiones si el planeta continúa calentándose? Ahora, un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment ofrece respuestas.
Helge Hellevang, geocientífico ambiental en la Universidad de Oslo y autor principal del estudio, dijo que se interesó por primera vez en los cráteres, en las penínsulas de Yamal y Gyda, tras ver un breve documental de la BBC sobre ellos.
Dijo que ninguna de las investigaciones publicadas ofrecía una buena explicación de por qué se formaron los cráteres en las dos penínsulas del norte y no en las “vastas áreas de permafrost en el resto del Ártico”. Así que su equipo decidió analizar los datos, comenzando con una revisión de observaciones publicadas en inglés y ruso. Con base en ello, creó modelos computacionales para el origen de las explosiones.
Esta parte de Siberia es conocida por sus grandes depósitos de gas natural. Hellevang y sus colegas notaron que las penínsulas de Yamal y Gyda también presentaban indicios de adelgazamiento del permafrost relacionado con fallas, fisuras en la roca subyacente causadas por actividad tectónica.
Los modelos arrojaron que las condiciones para una explosión comienzan a formarse cuando el gas asciende a través de las fallas hacia una cavidad bajo el permafrost lo suficientemente sólida como para evitar que la mayor parte escape. Cuando las temperaturas más altas descongelan ese permafrost, formando lagos poco profundos a nivel del suelo, el sello se debilita. La presión dentro de la cavidad aumenta a medida que las temperaturas más altas liberan el gas atrapado bajo el hielo, que se combina con el gas presurizado procedente de las fallas inferiores. Si la presión en la cavidad se torna demasiado alta, puede explotar.
Se han encontrado entre 8 y al menos 17 cráteres de gas, dependiendo de cómo se definan, en las penínsulas.
A medida que continúa el calentamiento atmosférico y el permafrost se debilita, “es probable que se produzcan más explosiones”, afirmó Hellevang.
Evgeny Chuvilin, geólogo en el Instituto de Ciencia y Tecnología Skolkovo, en Moscú, quien no participó en el estudio, afirmó que éste conjuntaba adecuadamente las investigaciones anteriores. Sin embargo, Chuvilin añadió que nadie ha perforado en los cráteres para determinar su profundidad total. Una limitación de los modelos, dijo, es que no explican cómo se forman las cavidades bajo la superficie en primer lugar.
Es posible que explosiones así hayan ocurrido en el pasado, pero podrían haber pasado desapercibidas.
“Estos cráteres se degradan rápidamente a lagos al derretirse o llenarse de agua, por lo que es posible que no hayamos notado su formación antes de su degradación”, dijo Lauren Schurmeier, investigadora de la Universidad de Hawai, quien publicó un estudio independiente sobre los cráteres de gas en el 2023.
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