Por Eli Tan / The New York Times
MERCED, California — La vaca al borde de la granja lechera de Tony Louters contenía 42 litros de leche y un secreto: en las próximas 48 horas, enfermaría. En muchas granjas, las señales habrían pasado desapercibidas, a un costo de cientos de dólares en leche perdida.
Pero gracias a un collar de alta tecnología que lleva puesto cada una de las 700 vacas de Louters —equipado con sensores de movimiento y WiFi— se enteró del diagnóstico a las 5:30 de la mañana, cuando su computadora emitió una alerta. Para las 6 de la mañana, Louters le había administrado probióticos y agua tibia, lo que solucionó el problema antes de que comenzara.
“Es lo más que nos podemos acercar a hablar con las vacas”, dijo.
Louters, de 52 años, ha usado los collares desde que debutaron en el 2013, cuando no eran más avanzados que un podómetro. Pero en años recientes, Merck, la compañía de cuidados médicos que produce los collares, ha incorporado nuevos sensores y software a dispositivos vestibles e inteligencia artificial para facilitar el procesamiento de datos.
Los dispositivos forman parte de una industria conocida como agricultura de precisión, un enfoque basado en datos para optimizar la producción que está en auge. El año pasado, tan sólo la industria de monitoreo de ganado estaba valuada en más de 5 mil millones de dólares, informó Grand View Research, una firma de investigación de mercado.
Los granjeros tienen mucho tiempo de usar la tecnología para recopilar datos, con los orígenes de la agricultura de precisión remontándose a los 90. A inicios de la década del 2000, las imágenes satelitales cambiaron los calendarios de cultivo, al igual que los drones y, con el tiempo, los sensores en los campos. Hoy en día, si pasa en auto por las granjas del Valle Central de California, que produce alrededor de la mitad de las frutas y verduras de EU, podría no ver ni un humano.
Tractores autónomos y herramientas para pizcar manzanas con cámaras de IA se han vuelto populares. La tecnología de agricultura de precisión más común, como los mapas GPS que monitorean el rendimiento de cultivos y tractores con dirección automática, hoy es utilizada en el 70 por ciento de granjas grandes, muestran datos del Departamento de Agricultura de EU.
La agricultura de precisión ha visto un auge al tiempo que se ha desplomado el costo de cámaras y sensores y que han mejorado los modelos de IA que analizan datos, señaló Charlie Wu, fundador de Orchard Robotics, una startup de robótica agrícola en San Francisco.
Orchard vende cámaras que echan mano de IA generativa para escanear campos y medir el crecimiento de la fruta con precisión milimétrica.
Merck incursionó en los collares para vacas en el 2019 cuando adquirió a Allflex, empresa que los fabrica, al apostar al crecimiento de la industria de la salud animal. Merck vende collares y el software por una suscripción mensual de unos 3 dólares por vaca y monitorea a más de 2 millones de vacas, o 20 por ciento del rebaño de EU.
El ganado comercial es tratado como si fuera un atleta profesional, con equipos de trabajadores de granja y científicos al pendiente de cada dato, comentó Brandt Kreuscher, un gerente en Merck.
Los collares dan seguimiento principalmente a la digestión de las vacas, con un sensor monitoreando la masticación y enviando los datos a un algoritmo que rastrea el alimento a través de los cuatro compartimentos estomacales. Si el ritmo de la digestión, que los ganaderos llaman “rumia”, es anormal, los collares lo detectan en cuestión de horas.
Annie Vannurden, administradora general de Warner Dairy en el Condado de Brown, Dakota del Sur, compró los collares el año pasado y los ha utilizado para ampliar su granja lechera de 2 mil 700 a 5 mil vacas sin añadir un solo trabajador.
Los trabajadores de la granja de Vannurden ahora sólo revisan entre el 2 por ciento y el 5 por ciento de las vacas a diario porque los datos muestran que el resto se encuentra bien, dijo.
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