Por Brad Plumer y Harry Stevens / 2025 The New York Times
En el 2013 inició la construcción de los dos primeros reactores nucleares nuevos en Estados Unidos en una generación. La energía atómica había regresado. ¿O no?
Con siete años de retraso y 17 mil millones de dólares por encima de su presupuesto, estos reactores se convirtieron en dos de los más costosos jamás construidos. Una vez más, la energía nuclear parecía un caso perdido, al menos en Estados Unidos.
Sin embargo, durante el mismo periodo, China construyó 13 reactores similares, con otros 33 en proceso.
China se está convirtiendo rápidamente en el líder mundial en energía nuclear, con casi tantos reactores en construcción como el resto del mundo en total. Si bien su dominio en paneles solares y vehículos eléctricos es bien conocido, China también está construyendo centrales nucleares a un ritmo extraordinario. Para el 2030 se prevé que la capacidad nuclear de China supere la de Estados Unidos, el primer País en fisionar átomos para generar electricidad.
Muchos de los reactores chinos se basan en diseños estadounidenses y franceses; pero China ha superado los retrasos en la construcción y los sobrecostos que han obstaculizado los esfuerzos occidentales por expandir la energía nuclear.
Al mismo tiempo, China está logrando avances significativos en tecnologías nucleares de próxima generación que han eludido a Occidente. También está invirtiendo fuertemente en fusión, una fuente potencialmente ilimitada de energía limpia.
El objetivo final de Beijing es convertirse en proveedor mundial de energía nuclear, uniéndose al selecto grupo de naciones capaces de diseñar y exportar algunas de las máquinas más sofisticadas jamás inventadas.
“Los chinos avanzan a un ritmo vertiginoso”, afirmó Mark Hibbs, investigador principal en el Carnegie Endowment for International Peace y autor de un libro sobre el programa nuclear chino. “Están muy interesados en demostrar al mundo que su programa es imparable”.
En la competencia entre Estados Unidos y China por la supremacía global, la energía se ha convertido en un campo de batalla geopolítico. Estados Unidos se ha posicionado como el principal proveedor de combustibles fósiles como petróleo, gas y carbón. China, por el contrario, domina la fabricación de paneles solares, turbinas eólicas y baterías, y considera que la energía renovable representa el mercado multimillonario del futuro.
La Administración Trump quiere cuadruplicar la capacidad de energía nuclear de Estados Unidos para el 2050 y espera desarrollar una nueva generación de tecnología de reactores para alimentar centros de datos en el País y venderla en el extranjero. Las autoridades temen que si China domina el mercado de exportación nuclear, podría expandir su influencia global.
Sin embargo, en la carrera por la energía atómica, China tiene una clara ventaja: ha hallado la forma de producir reactores de forma relativamente rápida y económica. El País ensambla reactores en sólo cinco o seis años, el doble de rápido que las naciones occidentales.
Mientras que los costos de construcción nuclear en EU se dispararon después de la década de 1960, en China se redujeron a la mitad durante la década del 2000 y desde entonces se han estabilizado, según datos publicados recientemente en Nature. (Los dos únicos reactores construidos en Estados Unidos en este siglo, en la central nuclear Vogtle en Waynesboro, Georgia, tardaron 11 años y costaron 35 mil millones de dólares).
“Cuando recibimos estos datos por primera vez y vimos esa tendencia a la baja en China, me sorprendió”, dijo Shangwei Liu, investigador en la Universidad de Harvard que dirigió el estudio.
Las grandes preguntas, dijo Liu, son cómo llegó China a ser tan eficiente en energía nuclear y si EU podrá alcanzarla.
Una central nuclear moderna es uno de los proyectos de construcción más complejos del mundo.
Financiar estos proyectos multimillonarios es increíblemente difícil. Incluso problemas menores, como la necesidad de obtener la aprobación de un regulador para modificar un componente a mitad de la obra, pueden provocar largas demoras y disparar los costos de los préstamos.
Con el tiempo, China ha conquistado este proceso. Todo comienza con un fuerte apoyo gubernamental en la forma de préstamos baratos.
Igual de importante es que las empresas nucleares chinas construyen sólo unas cuantas clases de reactores. Esto permite a los desarrolladores perfeccionar el proceso de construcción y es “fundamental para una escalabilidad eficiente”, afirmó Joy Jiang, analista en el Breakthrough Institute, un grupo de investigación pro nuclear.
En Occidente, la situación ha sido distinta. Durante las décadas de 1970 y 1980, la construcción de centrales nucleares en Estados Unidos se redujo drásticamente gracias al aumento en las tasas de interés y al endurecimiento frecuente de las normas de seguridad por parte de los reguladores. Al mismo tiempo, las empresas privadas continuaron experimentando con nuevos diseños de reactores, generando nuevas complicaciones. La energía nuclear estadounidense se estancó por la falta de previsibilidad.
El contraste se volvió más evidente en la década del 2000, cuando las compañías eléctricas estadounidenses intentaron reactivar la energía nuclear con un nuevo modelo de reactor denominado AP1000. Los desarrolladores tuvieron dificultades con esta novedosa tecnología, llevando a retrasos y costos disparados. Para cuando se terminaron los dos reactores en Georgia en el 2024, la mayoría de las compañías eléctricas se mostraba reticente a volver a intentarlo.
Casualmente, China también construyó reactores AP1000 al mismo tiempo. También enfrentó retos, como dificultades para obtener bombas de refrigerante y aumentos repentinos en costos. Pero en lugar de rendirse, los funcionarios chinos estudiaron qué había fallado y concluyeron que necesitaban ajustar el diseño y desarrollar cadenas de suministro nacionales.
“Lo que hicieron los chinos fue realmente inteligente”, dijo James Krellenstein, director ejecutivo de Alva Energy, una empresa desarrolladora de energía nuclear. “Decidieron hacer una pausa de unos años e incorporar todas las lecciones aprendidas”.
China está construyendo nueve copias más de ese reactor, conocido como el CAP1000, que un reporte del Departamento de Energía de EU dijo quedarán terminados en un plazo de cinco años a un costo mucho menor.
La expansión nuclear de China aún enfrenta obstáculos. El País aún está viendo dónde enterrar sus residuos nucleares, y en algunas ciudades se han producido protestas vehementes contra planes para plantas de reprocesamiento de residuos.
Por ahora, el País planea construir cientos de reactores para mediados de siglo.
Estados Unidos está siguiendo una estrategia radicalmente distinta para la expansión nuclear, una que se basa más en la innovación privada que en el respaldo gubernamental.
Decenas de startups trabajan en una nueva generación de reactores más pequeños, diseñados para ser más económicos que las centrales antiguas. Empresas tecnológicas como Google y OpenAI están invirtiendo miles de millones en startups nucleares, como Kairos Power y Oklo, para alimentar sus centros de datos de inteligencia artificial. Ya se están desarrollando los primeros proyectos, aunque se prevé la construcción de pocos reactores nuevos, si es que alguno, antes de la década del 2030.
Chris Wright, el Secretario de Energía, afirmó que EU está apostando a que el capital privado que fluye a los proyectos nucleares impulsará el ingenio estadounidense y catapultará al País por delante de China.
Sin embargo, a algunos les preocupa que Estados Unidos esté apostando demasiado por los avances tecnológicos en lugar de centrarse en el financiamiento, las habilidades y la infraestructura necesarias para construir centrales, como lo ha hecho China.
El acelerado programa nuclear de China es un preludio a un objetivo mayor: dominar el mercado global. empresas chinas han construido seis reactores en Pakistán y planean exportar más.
“Tal vez podamos convencer a algunos de nuestros aliados de que no compren reactores chinos, pero habrá muchos otros países con una creciente demanda energética”, dijo Paul Saunders, presidente del Center for National Interest, un centro de expertos de tendencia conservadora. “Y si Estados Unidos no está listo, no podremos competir”.
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