Mundo

Una embarazosa conversación pinchada entre Lula y Rousseff provoca indignación

Unas 2.000 personas se congregaron espontáneamente frente a la sede de la Presidencia en Brasilia, para fustigar a Rousseff y expresar su apoyo al juez Moro

16.03.2016

Brasilia, Brasil
Indignados brasileños se congregaban el miércoles por la noche en Brasilia y Sao Paulo, tras la divulgación de una embarazosa conversación telefónica entre la presidenta Dilma Rousseff y su antecesor y flamante ministro Luis Inacio Lula da Silva.

En la conversación, grabada por la mañana por la policía judicial, Rousseff le anuncia a Lula que se aprestaba a enviarle el decreto de su nombramiento como jefe de gabinete, para que pueda 'usarlo en caso de necesidad'.

Lula, amenazado de arresto por presunta ocultación de patrimonio en el marco del escándalo Petrobras, fue nombrado jefe del gabinete de Rousseff, quien negó que la iniciativa apuntara a acordar fueros especiales al exmandatario, para sustraerlo a la esfera de la justicia ordinaria.

La grabación fue divulgada por el juez federal Sergio Moro, a cargo de la investigación sobre el expresidente (2003-2010).

La difusión de la charla provocó una reacción airada de diputados opositores, que pedían la 'renuncia' de Rousseff, que enfrenta por su parte un juicio de destitución en el Congreso por presunto maquillaje de las cuentas públicas.

Unas 2.000 personas se congregaron espontáneamente frente a la sede de la Presidencia en Brasilia, para fustigar a Rousseff y expresar su apoyo al juez Moro.

'¡Brasil no aguanta más! Fuera Dilma. Vean todo lo que se le hace al pueblo brasileño, estamos furiosos. Necesitamos dignidad, necesitamos gente que sea responsable y saque el país de esta situación', dijo a la AFP Sonia Inacio, una desempleada de 46 años, frente al Palacio de Planalto.

'¡Es una locura Dilma! Revierte esa decisión, salva al pueblo brasileño', expresó por su parte Cesar Achkar, de 52 años.

Otra concentración espontánea se llevaba a cabo al caer la noche en Sao Paulo. En ciertos barrios se oían bocinazos y cacerolazos.

Unos tres millones de personas reclamaron el domingo pasado en todo el país la dimisión de Rousseff, en manifestación de una magnitud histórica.