El Payaso Tiririca, que en 2010 se convirtió en diputado federal en Brasil bajo el lema: 'Peor de lo que está, no quedará', se reeligió el domingo en el cargo con 1 millón de votos.
Esto lo convierte en el segundo diputado más votado del país en las elecciones generales del domingo, de acuerdo con datos del Tribunal Superior Electoral (TSE).
Este payaso, que llegó al Congreso como candidato del Partido de la República (PR) por Sao Paulo hace cuatro años, era analfabeto y debió aprender a escribir su nombre para asumir el cargo.
Uno de sus lemas en esa campaña en la que se presentaba con esperpénticas ropas y colorido cabello era: '¿usted sabe lo que hacen diputados?, yo tampoco, me votan y averiguo'.
En estos cuatro años, aunque nunca habló en público, fue uno de los parlamentarios con mayor asistencia.
En 2010 fue el diputado más votado del país, un claro voto de protesta contra los políticos. Esta vez sólo fue superado por Celso Russomanno, un conocido reportero y defensor de derechos del consumidor, del Partido Republicano Brasileño (PRB), que consiguió 1,5 millones de votos, también en Sao Paulo y aliado del gobernante Partido de los Trabajadores.
El PR de Tiririca también es aliado del PT y, gracias al sistema de reparto de cuotas por partido o alianza, este payaso acaba de colocar en el Congreso a otros cinco miembros de su agrupación.
En 2010, hizo lo propio con tres candidatos del PR.
En esta sociedad harta de las denuncias de corrupción y sobornos a congresistas, donde más de un millón de personas salieron a las calles en junio de 2013 a exigir el fin de abusos con dinero público, pululan candidatos a diputado federal o estatal con nombres ridículos.
En las elecciones del domingo postularon candidatos bajo los nombres de Cara de Hamburguesa, Pito Loco y Osama Bin Laden, por ejemplo.
Este último, candidato a diputado estatal en Manaos (Amazonia, norte) fue detenido este domingo por pedir votos a las puertas de un colegio electoral, lo que está prohibido por ley el día de la elección.
Brasil debate hace décadas la necesidad de una reforma política y los principales candidatos a la presidencia admiten que es necesaria. Pero pocos creen que será aprobada en los próximos cuatro años.