Tegucigalpa, Honduras.- De Chicago a Chiclayo. La vida de León XIV comenzó en Estados Unidos, pero floreció en Perú, donde se le recuerda como un pastor cercano que recorrió las calles desiertas en plena pandemia de la covid-19 y combatió los abusos en el seno de la Iglesia.
Las escenas de su vida en el país en el que vivió cuatro décadas, Robert Francis Prevost Martínez se han viralizado tras convertirse en el pontífice 267 de la historia.
Son la muestra de un hombre que conoció de cerca las periferias y se vinculó a la lucha por los derechos humanos y la protección del medioambiente.
Apenas han transcurrido cinco años, pero parece que muchos lo han desterrado al olvido: Perú sufrió como pocos los embates de la pandemia y se convirtió en el país con la tasa de mortalidad más alta del mundo por la covid-19.
Los peruanos, alarmados, corrían a encerrarse y procuraban ocultarse de las calles, donde, por momentos, los cuerpos llegaron a apilarse.
En Chiclayo, para la que tuvo un recuerdo nada más asomarse al balcón como papa, Prevost superó los miedos y recorrió las calles de la ciudad de la que era obispo con un relicario, dando la bendición a los vecinos y transmitiéndoles tranquilidad, más allá de las creencias de cada uno de ellos.
Asimismo, como el resto de países de Latinoamérica, ha sufrido embates de la naturaleza, y es justamente en una de esas ocasiones que fue captado, solicitando apoyo para los damnificados de una inundación que azotó el norte del país sudamericano.