Clientes aterrorizados se ocultaron el sábado en pasillos traseros y oraron pidiendo no ser encontrados por los extremistas islámicos armados que lanzaban granadas de mano y disparaban fusiles de asalto dentro del centro comercial más lujoso de Nairobi.
Cuando parecía que no había moros en la costa, madres llorando y aferradas a sus hijos, así como hombres salpicados de sangre, salieron huyendo del centro comercial de cuatro pisos.
Al menos 39 personas murieron en el ataque y 150 resultaron heridas, dijo el presidente del país.
Los atacantes armados, vinculados a al-Qaida, preguntaron a las víctimas si eran musulmanes: si la respuesta era afirmativa, contaron varios testigos, podían marcharse. Pero no así los que contestaban no.
El grupo miliciano somalí al-Shabab reivindicó el ataque y dijo que era una retaliación por la incursión de las fuerzas kenianas en Somalia en 2011. El grupo amenazó con más ataques.
El centro está situado en una zona pudiente de Nairobi y es frecuentado un público de alto poder adquisitivo. Había vehículos abandonados frente al centro después de que el ataque comenzó alrededor del mediodía.
Se espera que entre las víctimas haya extranjeros. Existen reportes de estadounidenses heridos en el ataque pero el Departamento de Estado norteamericano dijo no tener más detalles.
Cuando caía la noche en la capital comercial del este de África, varios rehenes seguían dentro del centro comercial, pero funcionarios declinaron dar una cifra. Dos grupos de fuerzas especiales habían ingresado en momentos en que el enfrentamiento ya llevaba más de nueve horas.
Reporteros de The Associated Press dijeron haber visto más de 10 cadáveres horas después de que el ataque comenzó en el centro comercial Westgate, en la lujosa zona de Westlands en la capital del país.
Elementos del ejército y la policía rodearon el complejo comercial mientras helicópteros sobrevolaban el lugar. Un periodista de The Associated Press dijo haber visto que un soldado keniano herido fue metido en una ambulancia durante la tarde, un indicio, tal vez, de un tiroteo en curso en el interior del edificio.
Testigos dijeron que al menos cinco personas armadas —entre ellas al menos una mujer— atacaron primero un café al aire libre en el nuevo centro comercial, un elegante espacio que cuenta con tiendas de Nike, Adidas y Bose. El centro comercial es de propiedad israelí, y expertos de seguridad habían dicho desde hace mucho que la estructura resultaba un atractivo blanco para atentados terroristas.
Manish Turohit, de 18 años, dijo que dentro del centro comercial vio hombres armados con fusiles AK-47 y chalecos de los que colgaban granadas de mano. Dijo que escapó después de esconderse dos horas en el estacionamiento.
Rob Vandijk, que trabaja en la embajada holandesa, dijo que almorzaba en un restaurante dentro del centro cuando los atacantes lanzaron granadas de mano en el edificio. Agregó que comenzaron entonces los disparos y la gente empezó a dispersarse y tirarse al suelo.