Honduras

Parientes de víctimas sumidos en el desconsuelo y la desesperación

Familiares de víctimas hacen llamado a las autoridades para que aceleren el proceso de identificación de los cuerpos, pues aseguran que ya no soportan la angustia de no poder sepultarlos

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07.04.2014

El tiempo pasa con cuentagotas. La angustia, la incertidumbre, la desesperación y el desconsuelo se han apoderado de ellos. Es como una asfixia lenta.

Así es el ambiente que se vive en decenas de hogares en la ciudad de Comayagua. Todos ellos están a la espera de recibir, provenientes de Tegucigalpa, los cuerpos de sus parientes fallecidos en el fatal incendio de la cárcel de Comayagua que acabó con la vida de 360 privados de libertad.

Los familiares de las víctimas han comenzado a presentar sentimientos encontrados. Por un lado, los consume y los asfixia la angustia y el dolor de haber perdido a sus parientes, pero por otro lado, esperan con ansias el alivio de estar con los cadáveres de aquellos con los que un día compartieron alegrías.

Mientras tanto, a la granja penal de Comayagua siguen llegando familiares para conocer las condiciones en las que se encuentran los reos que lograron sobrevivir a la tragedia.

La mayoría de ellos pudieron ver a sus parientes hasta el pasado fin de semana, fecha en que fueron abiertas las puertas del penal para los centenares de familiares.

No es con dinero ni condolencias que me van a devolver a mi hijo

“Quiero a mi hijo vivo, así como se lo llevaron, así quiero que me lo devuelvan”, con estas conmovedoras palabras doña Laura García, abuela de Arles Odail García Munguía, expresa el profundo dolor que siente por la pérdida de su nieto en el siniestro ocurrido el pasado 14 de febrero en el centro penal de Comayagua.

Faltaban pocos días para que saliera libre, pero la muerte le ganó la carrera, pues el papeleo para recuperar su libertad se atrasó y la jueza ejecutora nunca culminó los trámites para que Arles García saliera libre. La ahora víctima ingresó con apenas 19 años de edad a la granja penal.

A la edad de cinco años, después de la muerte de su madre, doña Laura lo tomó como si fuera su hijo. Era el menor de los tres, estudió en el kínder Estela de Ruiz y se graduó con excelentes calificaciones para luego estudiar en la escuela de la colonia Fiallos, en la ciudad de Comayagua.

Arles Odail estaba acusado por el delito de violación y asesinato, crimen que él no cometió, según su abuela. “Todo fue una mala jugada que le hicieron a mi hijo (nieto), él no cometió ese delito, hay un Dios arriba que él era inocente y eso es lo que más me duele”, comentó entre lágrimas de dolor que corrían por sus mejillas, doña Laura.

“Pido justicia y, al presidente Lobo, no es con dinero que se va a devolver a mi hijo ni con palabras de condolencia, pido castigo para los culpables y un castigo severo porque allí murieron inocentes, entre ellos estaba mi muchachito”, finalizó diciendo Laura García.

Antes de ser recluido, Arles Odail era residente de la colonia Fiallos de la ciudad de Comayagua, con 19 años de edad estudiaba en el instituto Comalhuacán, estaba en tratamiento en el hospital Mario Mendoza, pues se había visto afectado por la impresión de estar privado de libertad a tan corta edad.

Por favor ayúdennos, ya quiero terminar con este sufrimiento

En su mente y en su corazón retumbaba una sola fecha: el 20 de febrero.

Ese día tenía una cita con la libertad, encuentro al que no acudió porque la muerte le salió al paso y le impidió conquistar su sueño de salir de la granja penal de Comayagua.

él, al igual que 359 compañeros, no pudo conquistar su anhelo de recuperar su libertad, pues fue víctima de un mortal fuego que acabó con sus ilusiones.

Se trata de Gustavo Adolfo Bonilla, de 24 años, quien permanecía recluido en la granja penal de Comayagua acusado de robo de celular y desacato a la ley, ya que no se presentó a cumplir un castigo de trabajo comunitario que se le había imputado por desórdenes públicos.

Gustavo vivía en el barrio La Hoya junto a su mamá y hermanos en una humilde vivienda de bahareque. “Le pido que por favor nos ayuden en el reconocimiento de los cuerpos, ya quiero terminar con este sufrimiento, día y noche hay que estar despierto porque en cualquier momento nos avisan que ya vienen, yo soy una persona muy enferma y esto me ha enfermado más, por eso les pido que se pongan la mano en la conciencia, además somos gente pobre que no podemos estar en Tegucigalpa tanto tiempo”, comentó doña Aurora Margarita Torres, madre de Gustavo Adolfo Bonilla.

El altar con que sus familiares esperan despedir a Gustavo Adolfo ya está listo, solo falta que el cuerpo de la víctima retorne a la casa que lo vio crecer.

Su madre asegura que cada hora que pasa es un encuentro de sentimientos, ya que por un lado debe padecer la angustia de la pérdida de su hijo, pero por otro debe enfrentar la paradoja de sentirse aliviada en recibir el cuerpo de su vástago.

“Cada hora que pasa es un sufrimiento para la familia. Solo esperamos la llegada del cuerpo de Gustavo para darle cristiana sepultura”, dijo.