La campana suena. Enormes carreras hacia el aula. La hora de la clase de música inició.
Y es que las flautas, guitarras, pianos y la hora de cantar esperan a un grupo de 60 alumnos que integran el coro musical de la escuela guía técnica José Trinidad Reyes.
En este recinto educativo la música es parte fundamental de la carga académica; según los maestros, la práctica continua de este arte estimula facilidades a la hora de aprender.
En la actualidad en esta escuela unos 400 alumnos reciben clases de música.
Sin embargo, de este universo infantil, unos 60 han demostrado enormes cualidades artísticas que hoy les valen para integrar el coro.
De ellos unos 50 tocan flauta, un promedio de 10 a 15 ejecutan la guitarra y al menos tres reciben clases de piano.
Paola Zelaya, directora del grupo, es la encargada de la selección, en ella, se busca talento, perseverancia y la pasión que genera la ejecución de un instrumento musical, el canto o la danza.
Según la abnegada mentora, todos los alumnos quieren formar parte del coro musical, sin embargo, no todos reúnen las condiciones que una disciplina como esta requiere.
Los estudiantes que egresan del coro y de primaria en esta escuela, en la mayoría de los casos, ingresan a la Escuela Nacional de Música para continuar el proceso de formación.
En un acto de humildad, Zelaya indica a sus pupilos que lo que saben es lo básico y que aún queda mucho por aprender.
Este ramillete de artistas ha sido en innumerables ocasiones el orgullo del centro escolar, los premios en competencias a nivel interescolar han sido constantes.
Según la opinión de la maestra, los alumnos ejecutan canciones sencillas, en muchos de los casos inéditas y de fácil aprendizaje.
En tanto que la alegría y el ritmo que requieren los festejos de la escuela y algunas invitaciones de otros centros educativos son aportados por este grupo de pequeños pero talentosos estudiantes.
La mejor clase
A la hora de ingresar a la clase, Andrea Miranda, alumna del sexto grado, observa uno de sus dedos lastimados, la misma mirada se dirigió hasta la bolsa en la que carga su guitarra.
Sin pensarlo dos veces sacó su instrumento, se reunió con otros compañeros y de inmediato ejecutaron una melodía, ante la mirada absorta de sus compañeros que no poseen las mismas cualidades.
Miranda define la clase de música como “su mejor clase”.
En ella no importa el horario y los 60 minutos que dura la jornada se pasan volando, tal y como el viento se lleva el sonido de las alegres notas que con su guitarra suenan.
“La música es algo especial, me transporta. A veces siento pena, pero una vez que inicio a tocar solo pienso en lo maravilloso que es tener este talento”, indicó.
Así como ella todos los integrantes del grupo intentaron contar sus experiencias, la gracia y el orgullo que provoca ser parte del grupo artístico de su escuela.
Por su parte, Ammi Ramírez, también de sexto grado, confiesa que muchas veces el miedo invade su cuerpo a la hora de ingresar al escenario.
Empero, agrega más fuerte que su temor es el talento y las ganas de enseñar sus habilidades a través del canto.
De momento las prácticas se centran en el festejo del Día de la Madre, en el que la canción “Melodías para mi madre” sonará en todo su esplendor en el patio de su escuela.
Roberto Estrada, alumno del cuarto grado, es definido por sus propios compañeros como el más talentoso.
Este amante de las cuerdas y las guitarras acreditó su pasión a una tradición familiar, ya que según contó la mayoría de sus familiares son apasionados del canto y los instrumentos musicales. Al consultarle cuál es su artista favorito no dudó en expresar que, “Quisiera llegar a tocar como mi tío, Miguel Durón”.
Polifacéticos
Pequeños con edades entre los 10 y los 13 años, pero con una destacada habilidad por explotar.
En este nutrido grupo de niños algunos ejecutan uno o más instrumentos, otros componen sus propias canciones, y los que llevan el sonido en su cuerpo bailan.
A sus 11 años ejecutar más de un instrumento no es novedad para Eymi Ramos, esta destacada jovencita a su corta edad toca flauta, piano y guitarra.
“Me encanta que me vean tocar, mis abuelos y mi madre son músicos. Cuando sea grande quiero ser maestra de música”, afirmó.
Miranda, por su parte, aseguró que su primera canción la escribió cuando apenas cursaba el primer grado.
“Hacer canciones es algo que me sale de forma inesperada, si estoy triste, escribo, y si estoy alegre también. Con la ayuda de la maestra hacemos las música”, detalló.
Agregó que lo más importante de una composición es poder compartir con el público a quien calificó de ser el motivo de su inspiración.
“Todas las artes son maravillosas, pero nada provoca el sentimiento y la pasión que produce la música”, apuntó.