Tegucigalpa, Honduras.- Al parecer no todo va bien dentro de las filas de la seguridad pública en Honduras, cientos de policías auxiliares continúan desempeñando sus funciones sin recibir el pago correspondiente a sus labores desde hace más de 120 días.
A esta deuda se suma la falta del bono alimenticio, un derecho básico que tampoco ha sido honrado.
La situación no es solo un problema administrativo; es una crisis humana. Muchos de estos uniformados son padres y madres de familia que, en medio de su vocación de servicio, han tenido que endeudarse para poder alimentar a sus hijos, pagar alquiler o cubrir necesidades médicas.
La falta de respuesta oficial ha encendido la indignación y la frustración entre los agentes, quienes sienten que su entrega ha sido ignorada por la misma institución que les exige compromiso y disciplina.
Lo más indignante es la contradicción que expone esta situación, mientras se destinan millones de lempiras para ofrecer recompensas a quienes colaboren con la justicia, los propios guardianes del orden son marginados del presupuesto.
Hasta el momento, las autoridades de la Policía Nacional no han brindado ninguna explicación sobre la falta de pagos ni han informado cuándo se regularizará la situación.
El silencio institucional contrasta con los discursos de mano dura y seguridad ciudadana que desde las altas esferas se repiten sin cesar.
Este incumplimiento no solo vulnera los derechos laborales de los agentes, sino que socava la moral interna y pone en riesgo la operatividad de las fuerzas del orden.
Mientras tanto, los policías auxiliares siguen firmes, patrullando calles, arriesgando sus vidas, atendiendo emergencias y realizando asignaciones al interior de la Secretearía de Seguridad.
