El compromiso hecho por el presidente Juan Orlando Hernández para impulsar la tercera reforma educativa en el país no será tarea fácil, sin embargo, no es imposible.
En primer lugar porque el país apenas está enfrentando los retos de la segunda reforma educativa, mediante la Ley Fundamental de Educación, y aún existen muchos puntos por cumplir.
En segundo lugar, porque los informes nacionales e internacionales ubican a Honduras como una de las naciones con mayor rezago en
Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC).
El presidente Hernández, en su discurso de toma de posesión el 27 de enero, se comprometió a impulsar la tercera reforma educativa del país enfocada a reducir la brecha digital en los centros educativos.
El mandatario fue enfático al afirmar que “en el gobierno que empieza hoy (el lunes), iniciamos ahora una tercera generación de reformas: la educación para el trabajo y las tecnologías de la información TIC”.
Según el Global Information Technology Report 2013 del Foro Económico Mundial, Honduras cayó en el ranking de la adopción de las Tecnologías de la Información y Comunicación.
En la región centroamericana Costa Rica lidera en ese campo en el lugar 53, seguido de El Salvador en el lugar 93, Guatemala en el puesto 102, Honduras en el 109 (antes estaba en el 99) y Nicaragua en el 125.
Entre tanto, el informe Estado de la Educación en Honduras, publicado por la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), también evidencia una situación similar a la planteada por el Global Information Technology Report.
Ese documento afirma que “en lo que respecta a la incursión de las TIC en el quehacer educativo hondureño, puede indicarse que el trabajo desarrollado en esta área es todavía débil”.
De hecho, sigue el informe, Honduras aún se encuentra en su etapa de adopción de estas nuevas tendencias que fortalecen exponencialmente la calidad educativa y mejoran el proceso de enseñanza-aprendizaje. Mientras que otras naciones ya están gozando de los beneficios de las TIC.
Los puntos clave de su discurso
Hernández fue amplio en su visión sobre lo que necesita el sistema educativo para cambiar y darle otro giro.
El mandatario destacó que impulsó la primera y segunda reforma, a través de la Ley Superior de Educación y la Ley Fundamental de Educación, para el sistema de prebásica, básica y secundaria.
“Es mucho lo que avanzamos ya, pero queda muchísimo por hacer”, reconoció.
En ese sentido se comprometió a que se impartirá un mínimo de 200 días de clases; seguirá el reforzamiento efectivo de la educación gratuita y la erradicación de los cobros indebidos; la recomposición de la autoridad en el gobierno del sistema y el manejo de las escuelas; la continuidad de los procesos de evaluación del rendimiento de alumnos y docentes y el continuo perfeccionamiento de estos.
Dejó entrever que también apoyará la doble jornada que se aprobó el año anterior, que en síntesis busca que los estudiantes de unos 19,600 centros educativos reciban clases en la mañana y en la tarde.
“Necesitamos mejorar más la calidad de la educación, aumentar las horas de clases y mejorar sustancialmente la infraestructura, equipamiento y la disponibilidad de materiales educativos en todo el país”, declaró el mandatario.
Hernández pretende saldar la deuda que dejó el gobierno anterior en torno al impulso de la enseñanza del idioma inglés. “Continuaremos mejorando la enseñanza del español y el inglés, además de las lenguas del futuro: matemática e informática”, amplió el mandatario.
Hernández dijo además que continuará con la distribución de computadoras a alumnos y docentes. El antecesor de Hernández, Porfirio Lobo Sosa, prometió una computadora a cada alumno del sistema público, pero no cumplió con esa promesa.
Reconciliación docente
El Presidente subrayó la importancia de mantener una relación pacífica con los 54 mil maestros del sistema.
“Tendremos los docentes mejor calificados de la región, a quienes comprometemos remunerar en forma digna y respondiendo a su dedicación y rendimiento”, se comprometió.
Sin embargo, alcanzar una verdadera armonía con los maestros será complicado, sobre todo si continúa el actual ministro de Educación, Marlon Escoto, pues la dirigencia y Escoto mantienen un divorcio desde octubre de 2012.
Hernández sostuvo además que en todo el proceso de reforma participarán los padres y de las comunidades, quienes además serán garantes del gobierno de la educación y del control de la gestión de los centros educativos.