Tegucigalpa, Honduras. Hija de agricultores, Kristi Noem aprendió desde temprano lo que significa perderlo todo y volver a empezar.
Tenía apenas 22 años cuando su padre murió en un accidente en la granja familiar. Ese día, la universidad quedó en pausa y la vida adulta comenzó de golpe. Junto a su hermano, salvó la tierra que les dio identidad y sustento.
Hoy, tres décadas después, aquella joven que administraba una finca en Hazel, Dakota del Sur, es la mujer que lidera la seguridad nacional de Estados Unidos y que llegó a Honduras como rostro visible de una nueva etapa en las relaciones con Centroamérica.
Su visita a Tegucigalpa no es una escala diplomática cualquiera.
La exgobernadora se reunirá con la presidenta Xiomara Castro y el canciller Javier Bu en Casa Presidencial, donde abordarán temas que preocupan a miles de familias hondureñas: la ampliación del Estatus de Protección Temporal (TPS), las deportaciones, el combate a la trata de personas y el crimen transnacional.
La llegada de Noem también busca consolidar nuevos acuerdos operativos entre la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de EE UU y las autoridades hondureñas.
El objetivo es claro: frenar la migración irregular, mejorar los procesos de repatriación y trabajar mano a mano en materia de seguridad.
La secretaria ha sostenido encuentros similares en Panamá y Costa Rica. En el primero, firmó un memorándum de cooperación por siete millones de dólares y presenció un vuelo de repatriación de migrantes con antecedentes penales.
En el segundo, visitó un centro de detención y se reunió con autoridades locales. Su gira concluirá en Guatemala.
La historia que acompaña su agenda
Noem no solo representa al gobierno de Donald Trump, sino también una idea de país: conservador, de raíces rurales, defensor del orden, la familia y el trabajo duro.
Antes de ocupar cargos federales, fue madre joven, esposa, dueña de un restaurante, cazadora y legisladora local.
En 2010, ganó una elección sorpresiva a la Cámara de Representantes, y en 2018 se convirtió en la primera gobernadora de Dakota del Sur.
Noem siempre ha hablado con franqueza y ha defendido su historia como su mejor carta: “Sé lo que es tomar decisiones difíciles. También sé lo que es no rendirse”, ha expresado.
Viene a hablar de seguridad fronteriza, migración y cooperación regional, pero detrás de sus discursos hay una historia personal de pérdida, coraje y convicción.
A menudo repite que su mayor logro no está en Washington, sino en su casa: haber criado a sus tres hijos, Kassidy, Kennedy y Booker, junto a su esposo Bryon.
Noem pisa fuerte en política, pero lo hace sin disimular su acento del medio oeste ni sus botas de campo.
Representa el ala más dura del Partido Republicano, pero su poder también nace de su biografía: la de una mujer que no heredó el poder, sino que lo construyó arando tierra, enfrentando la adversidad y aprendiendo a liderar desde abajo.
