La carta íntegra que Juan Orlando Hernández envió a Donald Trump para pedir indulto

Juan Orlando en su carta hacia Trump aseguró que ambos han sido víctimas de persecución política producto del amor por sus países y el bienestar del pueblo

  • 02 de diciembre de 2025 a las 09:29

Tegucigalpa, Honduras.- Una emotiva carta en la que Juan Orlando Hernández comparó sus acciones durante su gobierno con las de Donald Trump, fue suficiente para que el presidente estadounidense le otorgara un indulto y recuperara su libertad tras casi cuatro años de prisión.

En la misiva, publicada en el sitio Axios, Hernández aseguró que así como Trump, él también fue víctima de persecución política y que como él solo buscó "servir a su pueblo, defender nuestros valores conservadores y liderar reformas si precedentes".

Asimismo, aseguró que en su caso hubo politización y uso selectivo de la justicia por la administración Biden-Harris.

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Además, mencionó que ha encontrado fortaleza en Trump por su "capacidad para volver a ese gran cargo a pesar de la persecución y el enjuiciamiento que enfrentó".

Carta de JOH al Presidente Donald Trump

28 de octubre de 2025

“Entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.”Juan 8:32

Su Excelencia Donald J. Trump
Presidente de los Estados Unidos de América
La Casa Blanca
1600 Pennsylvania Avenue NW
Washington, D.C., EE. UU.

Su Excelencia:

Tengo el honor de extenderle mis más cordiales saludos y transmitirle mi mayor respeto, estima y bendiciones.

Señor Presidente, he dudado en enviar esta carta, consciente de las inmensas responsabilidades de su cargo, pero la grave injusticia que hoy enfrento me obliga a apelar directamente a usted. Le escribo desde una penitenciaría federal, cumpliendo injustamente una condena de 45 años, que en la práctica es una cadena perpetua debido a mi edad. Al igual que usted, Presidente Trump, he sido víctima de persecución política, atacado por la administración Biden-Harris no por algún delito, sino por razones políticas.

Mi condena injusta se basa en declaraciones no corroboradas de narcotraficantes convictos, uno de los cuales incluso grabó un video donde se veía a altos miembros del partido radical de izquierda de Honduras, Libre, discutiendo sobornos con traficantes; sin embargo, admitió durante mi juicio manipulado que no tenían pruebas para respaldar sus acusaciones contra mí, solo “la palabra de un narcotraficante”. Los fiscales sabían perfectamente esto y el contexto exculpatorio de mi caso, pero aun así procedieron, ignorando la verdad y la justicia. Esto ocurrió a pesar de los reconocimientos que recibí por las medidas inéditas, los resultados históricos y la cooperación constante con agencias estadounidenses en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Recurro a usted porque soy inocente, y creo que solo usted puede corregir esta grave injusticia, una clara politización de la justicia en mi contra.

He encontrado fortaleza en usted, señor, en su capacidad para volver a ese gran cargo a pesar de la persecución y el enjuiciamiento que enfrentó, todo por querer hacer a su país Grande Otra Vez. Lo que logró es sin precedentes e histórico. No solo logró ser reelegido, sino que bajo su liderazgo, su partido ganó ambas cámaras del Congreso.

Su resiliencia ante una persecución política implacable me ha inspirado profundamente. Como usted, solo busqué servir a mi pueblo, defender nuestros valores conservadores y liderar reformas sin precedentes para volver mi país más fuerte y seguro. Y, al igual que usted, fui atacado de manera temeraria por fuerzas radicales de izquierda que no toleraron el cambio, que conspiraron con narcotraficantes y recurrieron a acusaciones falsas, lawfare (guerra legal) y justicia selectiva para destruir lo que habíamos logrado y allanar el camino para el regreso al poder de la izquierda radical hondureña.

La politización y el uso selectivo de la justicia en mi caso es innegable. Incluso altos líderes de la izquierda radical en Honduras han admitido públicamente que mi juicio fue político e injusto. Fui procesado sin pruebas sólidas, basado en los testimonios de violentos narcotraficantes y mentirosos profesionales motivados por venganza y por acuerdos judiciales para reducir sus penas. Es importante señalar que pruebas posteriores demostraron que varios de estos criminales, antes y durante sus interacciones con funcionarios estadounidenses, intentaron tender trampas y fabricar evidencia para ofrecer al Departamento de Justicia a cambio de beneficios. Algunos de estos intentos tuvieron éxito, otros no, y en ciertos casos hubo personas que participaron voluntariamente en actos delictivos. Sin embargo, yo siempre estuve completamente fuera de su alcance, dejándolos sin absolutamente nada que sustentara sus falsas acusaciones.

Un ejemplo contundente es el narco-video grabado antes de las elecciones de 2013, donde se observa a altos miembros del partido radical de izquierda Libre negociando sobornos con traficantes, incluido uno que más tarde testificó contra mí sin presentar una sola prueba. El Departamento de Justicia y los fiscales de Nueva York han tenido ese video desde 2013, pero nunca actuaron. En esa misma grabación, hecha días antes de las elecciones generales, los narcotraficantes se refieren al partido Libre como “no tenemos alternativa” y “esta es la única”, y además instan a otros traficantes a apoyar financieramente a Libre para evitar el triunfo del Partido Nacional y mi victoria electoral, conscientes de que, si yo ganaba, sus carteles serían desmantelados mediante extradiciones y acciones firmes, como en efecto ocurrió durante mi mandato. En esa misma grabación también señalan que un gobierno de Libre revertiría la extradición y las leyes que yo había impulsado para frenar sus operaciones. Si una evidencia clara y grabada no se consideró suficiente para procesarlos, ¿cómo puede justificarse mi condena basada únicamente en las palabras de criminales vengativos? Los casos que involucraban a altos funcionarios de la izquierda radical no fueron procesados, mientras que el mío avanzó únicamente porque el Departamento de Justicia de Biden-Harris perseguía una agenda política para empoderar a sus aliados ideológicos en Honduras.

Desde que fui diputado, presidente del Congreso y durante toda mi administración, existe abundante evidencia que demuestra mi inocencia y los vínculos de ciertos funcionarios hondureños actuales con narcotraficantes, evidencia que fue bloqueada deliberadamente por la fiscalía y el juez durante mi juicio manipulado. Mi defensa se vio aún más comprometida por una asistencia legal ineficaz, ya que mi abogado estaba enfermo, no citó testigos clave y dejó de comunicarse conmigo; mientras que el abogado designado por la corte tuvo solo tres semanas para prepararse. Documentos clasificados y no clasificados de varias agencias estadounidenses confirman la cooperación inédita que mantuve con su administración para desmantelar carteles, extraditar narcotraficantes y combatir el crimen organizado. Informes transmitidos al Congreso por tres presidentes de EE. UU. certifican los resultados históricos que logramos. Durante mi administración impulsé iniciativas clave como la reforma constitucional para permitir extradiciones, la Ley de Privación de Dominio y la Ley Especial Contra el Lavado de Activos, medidas tan temidas por los traficantes que recibí amenazas de muerte y ataques narcoterroristas comparables a los de Colombia en los años 80 y 90. Ante este historial probado, cualquier acusación en mi contra debió basarse en evidencia irrefutable. Sin embargo, fui sentenciado injustamente a 45 años basado únicamente en las mentiras no corroboradas de criminales confesos que admitieron en mi juicio que no tenían nada más que su “palabra”.

Cuando ambos fuimos presidentes, actuamos como aliados. En 2019, bajo su liderazgo, firmamos el histórico Acuerdo de Tercer País Seguro. Nuestros países construyeron una asociación sin precedentes para frenar la migración ilegal y fortalecer la protección de asilo. Usted me felicitó públicamente diciendo: “Quiero felicitarlo a usted y a su país... mis funcionarios dicen lo mucho que usted ama a su país... trabajaremos juntos para hacer todo aún mejor”. Después de ese acuerdo, crecieron los ataques de miembros de la campaña de Biden, oponiéndose a los avances conjuntos que habíamos logrado.

Señor Presidente, usted y yo también compartimos algo más profundo: un amor profundo por nuestros países. Somos hombres de fe, patriotas, dispuestos a arriesgar la vida por la seguridad de nuestro pueblo. Usted fue blanco de ataques y, por la gracia de Dios, sobrevivió. Yo también enfrenté amenazas reales y atentados de peligrosas organizaciones criminales, y ninguno de los dos retrocedió.

La lucha contra las drogas fue central en mi presidencia. Las acciones que usted ha tomado reflejan estrategias similares a las que yo implementé, demostrando nuestra visión compartida en seguridad regional. Mi administración también trabajó para detener las drogas antes de que llegaran a su frontera, por lo que en 2019 expulsé al embajador venezolano y creé un “escudo aéreo” para interceptar vuelos del narcotráfico. Como a usted, me llamaron dictador simplemente por crear la Policía Militar y desplegar las Fuerzas Armadas para restaurar el orden en un país que entonces tenía la tasa de homicidios más alta del mundo. La ironía es que hoy estoy condenado por las mismas acciones que tomé para defender a mi pueblo y proteger a nuestras naciones.

Usted me dijo en el 2019, en la Cumbre Nacional del Consejo Israelí-Estadounidense: “El Presidente Hernández está trabajando muy de cerca con los Estados Unidos... estamos deteniendo las drogas a un nivel nunca antes visto”. Esas palabras significaron mucho para mí, mi familia y el pueblo hondureño. Reafirmaron nuestra misión compartida de defender la democracia, asegurar nuestras fronteras y enfrentar las redes criminales. Por esa misma razón apoyé su decisión de trasladar la Embajada de EE. UU. en Israel de Tel Aviv a Jerusalén e hice lo mismo con la embajada de Honduras. Aprovecho para felicitarlo por sus esfuerzos de paz en el Medio Oriente, un logro que muchos creían imposible.

Mi compromiso con la democracia también me llevó a condenar abiertamente al régimen de Maduro, incluso cuando esto provocó feroces ataques del liderazgo radical de Libre en Honduras. Son los mismos que gobernaron de 2006 a 2009, período en el que Honduras se convirtió en el principal corredor del narcotráfico de Sur a Norte. Se opusieron a las reformas de extradición que lideré y fueron grabados en el narco-video de 2013, y ahora han vuelto al poder, manipulando el tratado de extradición y deshaciendo los avances logrados junto a los Estados Unidos.

Hoy me encuentro injustamente encarcelado, separado de mi esposa desde hace más de tres décadas y de nuestros hijos, quienes son cristianos devotos y ciudadanos respetuosos de la ley. Durante estos años, mi familia ha sufrido persecución política, amenazas reportadas al FBI y acoso como consecuencia directa de esta injusticia. Les han negado la visa y, por lo tanto, el derecho fundamental de visitarme. Esta crueldad no solo es injusta, es profundamente inhumana.

A la luz de estas injusticias y del claro caso de lawfare por parte de la administración Biden-Harris, solicito respetuosamente una revisión de mi caso en interés de la justicia. Confío en que dicha revisión revelará evidencia abrumadora de mi inocencia y expondrá la grave injusticia que solo usted tiene la autoridad y el poder de corregir mediante un indulto. Recuerdo sus palabras en su investidura: “Nunca más se usará el inmenso poder del Estado para perseguir a los oponentes políticos”, y que bajo su liderazgo, la justicia sería justa, igual e imparcial. Con base en esos principios que expresó con tanta claridad y firmeza, humildemente pido que se haga justicia.

Señor Presidente, nuestra lucha compartida por la seguridad fronteriza, contra las drogas, por la seguridad de nuestros pueblos y por la defensa de la democracia ha tenido un costo personal enorme para ambos. Pero la historia recordará que permanecimos firmes. Confío en que, bajo su liderazgo, la verdad prevalecerá.

No puedo permanecer en silencio, porque el silencio traicionaría la verdad, como resuenan hoy en mi vida las palabras del Dr. Martin Luther King Jr.: “La injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todas partes”.

Gracias por su tiempo, su atención y su compromiso con la justicia. Dios lo bendiga. Dios bendiga a Estados Unidos. Dios bendiga a Honduras.

Con el más alto respeto,

Juan Orlando HernándezExpresidente de Honduras

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Redacción web
Redacción

Staff de EL HERALDO, medio de comunicación hondureño fundado en 1979.

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