Ejemplos de perseverancia y lucha se plasman cada día en los rincones de la capital. Historias que viven en el anonimato y que hoy nos damos la tarea de mostrar al mundo para aplicar aquel famoso adagio que cuando se quiere se puede.
Contra todo pronóstico y a pesar de la discapacidad física que lo azota desde 2003, Abraham Alexander Guillén, de 29 años de edad, un caballero de enormes ojos negros y complexión robusta, ha escalado cada peldaño de su vida con muchas dificultades, pero todo ha valido la pena para vivir de una manera digna.
Perdió la movilidad de sus piernas, pero su cerebro y el resto de su cuerpo respaldan cada actividad que realiza y funcionan a la perfección. Sentado frente a un estacionamiento privado ubicado en la colonia Óscar A. Flores, Abraham relata cómo ha hecho frente a la vida con su pequeño negocio que no consiste más que en una solitaria carreta de supermercado. “Al verme en esa situación, un amigo que trabajaba en un supermercado me regaló la carreta”, comentó el entrevistado.
Su alegría se empaña momentáneamente cuando recuerda con tristeza que a “consecuencia de un disparo en la médula espinal en 2003, en diciembre 8, unos hombres, a inmediaciones del ministerio de Educación, me dieron un solo balazo que me dejó en silla de ruedas”.
Guillén, con lágrimas en sus ojos, recuerda que debido a la necesidad de llevar el pan de cada día a su hogar se vio en la obligación de salir a las calles a pedir a las personas de buena voluntad limosnas, “de lo poco que me iban dando fui ahorrando hasta que llegue a tener para comprar una canasta y frutas para venderlas a los vecinos”.
Esfuerzo
Como todos los días se levanta temprano, realiza las compras y se dirige a su negocio ubicado en la colonia antes mencionada junto a dos de sus hijos, Scarleth y Brayan, quienes antes de ir a recibir el pan del saber se encargan de dejarlo instalado con la venta de naranjas, ciruelas, bananos, plátanos y cocos, entre otros.
Lo particular del negocio es que cada actividad es realizada en familia. Abraham se encarga de quitarle la cáscara a las naranjas disponiendo el ingrediente principal, la sal, chile y especias, además de poner en una bolsa las ciruelas. Mientras que su esposa recibe el pago de los clientes y el menor de los hijos realiza las diligencias que se presentan durante la jornada de trabajo.
Según Abraham, el negocio sirve para el diario vivir, Guillén recordó algunos de sus logros antes de quedar inmóvil sobre una silla de ruedas, uno fue “poder estudiar el tercero ciclo y el otro sacar el oficio de técnico en electricidad en el Infop”.
Sus cuatro hijos, Joseph Joel Guillén Osorio, de 15 años, estudia el tercero de ciclo en el colegio San José de El Pedregal; Katy Scarleth Guillén Osorio, de 13 años, cursa el segundo de ciclo; Brayan Alexander Guillén Osorio, quinto grado; y Raúl Antonio Guillén, de 9 años, tercer grado en la escuela Italia;
y su esposa Gerlin Osorio son su motor para seguir adelante en la vida.