Como el ave fénix, resurgió de las cenizas. Así, Marvin Abraham Alemán volvió a ver la luz, aun cuando el sol dejó de alumbrar en su vida.
Oriundo de la montaña de El Mesías, en el municipio de Morocelí, este caballero es un digno ejemplo de lucha y perseverancia a pesar de que sufre de distrofia muscular desde los cuatro años de vida (una enfermedad que consiste en un trastorno genético que debilita los músculos que ayudan al cuerpo a moverse) ya que nunca dejó derrumbar sus sueños.
Marvin es reconocido en la comunidad de Morocelí, que posee más de 14 mil habitantes, por su amor al arte y a la pintura.
Esta disciplina, además de ser una importante fuente de inspiración, se ha convertido en el único trabajo con el cual Marvin sostiene a su familia.
Y es que para un buen pintor la pasión circula por las venas, y así es como Alemán se niega a ser reconocido solo como un hombre con dificultades físicas, porque ha superado todo tipo de barrera que se le ha puesto en el camino y ha logrado escalar cada oportunidad que se le ha presentado en la vida.
Aunque su filosofía de vida siempre ha sido de superación, Marvin recuerda con tristeza su infancia. “Cuando tenía cuatro años me derrumbaba con facilidad, pero mi madre nunca puso atención a mi padecimiento por pensar que lo que me pasaba era normal, hasta que la enfermedad ya se había internado en mis huesos y había invadido mi vida de una manera dolorosa e inesperada”.
Para nuestro entrevistado le viene como anillo al dedo el reconocido adagio que dice que “madre solo hay una en la vida”. Y es que su progenitora, María Cecilia Triminio, se ha convertido en un pilar fundamental para que él cruce las barreras que se le han presentado en años de lucha y dolor.
“La falta de conocimiento hizo que mi madre no buscara ayuda, pero es ella quien ha escalado cada peldaño de mi vida y nunca ha abandonado mis sueños”.
El artista y su familia no estaban seguros de nuestra visita a su hogar y cuando nos adentramos en su humilde vivienda de barro empezó a relatar lo impresionante que ha sido su vida. A pesar de que no tuvo una niñez normal, él siempre ha estado al pie de la bandera y con una sonrisa a flor de piel.
La historia es conmovedora, pero también es un digno ejemplo de que se puede superar todo tipo de obstáculos aun cuando la situación en un momento de la vida no sea del todo alentadora.
“Las mayores limitaciones del ser humano son las que uno mismo se impone”, nos asegura el pintor, que dibuja para sostener a su familia ya que es la única fuente económica que ingresa a este humilde hogar.
Estudios
A pesar de que su condición física le robó fuerzas para estar de pie, su espíritu de superación siempre lo mantuvo firme ante las adversidades para poder alcanzar cada uno de sus sueños.
En el 2009 se le presentó la oportunidad para estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes, Marvin decidió aceptar la propuesta y con los cuadros que vendía alquilaba un cuarto junto a la mujer que lo trajo al mundo y que lo ha acompañado en cada uno de sus proyectos. Fue precisamente su madre quien lo cargó durante su formación artística.
“Cada mañana mi madre me cargaba para asistir a mis clases, sé que fue un trabajo agotador para ella, pero nunca se dio por vencida con tal que yo llegara al final de mis estudios”.
Poco a poco este joven nos abrió su corazón, sus lágrimas rodaron por sus mejillas y relató los detalles de su vida y su rehabilitación.
Apretando su pincel, el joven confesó que desea encontrar una oportunidad para mantener a sus pequeños de tres años y ocho meses. “Cada mañana despierto con los deseos de que el mundo conozca mi historia y me brinden una oportunidad.
Me gustaría que las autoridades me dieran la oportunidad de participar en las exposiciones que realizan en Tegucigalpa y tener un lugar donde pueda vender mis obras”, nos dice nuestro entrevistado.
Los cuadros artísticos que plasma Alemán con su pincel y óleo muestran paisajes, retratos y escenarios que son íconos de la capital.
La mayoría de clientes que obtienen sus pinturas son extranjeros que visitan la humilde vivienda del artista de la plástica y que son llevados por alumnos de la escuela agrícola del Zamorano.
Su vida personal
El talentoso pintor también no quiso renunciar a su vida personal y decidió formar su hogar junto a Hilda Elizabeth Duarte, con quien ha procreado dos hijos que han sido el motor que impulsa y mantiene el espíritu inquebrantable del artista.
“Ese amor a la familia es el que me hace soñar y pensar que algún día mis cuadros se conocerán por toda Honduras y fuera de nuestras fronteras, para la gloria y honra del Señor”, concluye Marvin Alemán, mientras clava su mirada en sus retoños.