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Un agricultor que plasma la belleza y color de la vida del campo

En sus inicios, el pintor recibió orientación artística del famoso primitivista Roque Zelaya. “Una de las claves que me dio el maestro fue tener mi propio estilo, eso me ayudó a autodescubrirme como artista”, cuenta.

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29.09.2012

Por sus venas no corre la misma sangre que la del famoso artista Roque Zelaya, pero en el ámbito artístico se le podría bautizar como un hijo de este emblemático pintor, pues a pesar de que a ambos no les une ningún grado de consanguinidad, los vincula la misma pasión por la pintura primitivista.

En una pequeña aldea llamada Sonith, perteneciente al municipio de San Isidro, desde niño Pedro Roberto Grandez se inició como agricultor en pequeña escala y durante varios años pensó que en el campo estaría su verdadero patrimonio para salir adelante junto a su familia.

Y en efecto, ahí encontró su primera fuente de ingresos que con el tiempo se convirtió en una auténtica “musa” de su inspiración. Fue así como en 1974, el pequeño Pedro, ahora convertido en una verdadera promesa del arte primitivista en Honduras, recuerda que cuando apenas cursaba el cuarto grado de educación primaria en la escuela Francisco Morazán, de esta localidad, Roque Zelaya, que en aquel entonces era su maestro de grado, dejó un par de obras pintadas en pequeños trozos de cartulina como un recuerdo para este centro educativo.

A partir de este momento los ojos de este humilde campesino se inquietaron por conquistar los secretos del arte costumbrista. Seis años después, luego de que Pedro se enterara de que su maestro era pintor, intentó buscarlo a través del contacto con su hermana, una vez que logra reencontrarse con Zelaya, él lo invita a la galería que tenía en su casa y de esta manera brindarle una orientación en este campo.

“Lo vi bien difícil porque al ver su trabajo sus obras eran realmente profesionales, pero él me regaló unos pincelitos y un poco de lienzos, me dijo que me probara con pintura de sapolín (de lata), me animé y logré pintar dos cuadritos en una tabla”, comenta el artista, quien respondió todas nuestras interrogantes, con mucha humildad contagiando el ambiente de confianza y jovialidad.

El nacimiento de un artista

Pedro Roberto Grandez se inicia en el arte de la pintura primitivista autodidacta en el año de 1987, logrando pintar su primer cuadro en 1988.

Desde niño le fascinaba el dibujo y la pintura, a medida que pasaba el tiempo compartía su tiempo entre la agricultura y la pintura. En su reencuentro con el maestro Roque Zelaya conoció el óleo y pinceles, desde ahí se animó a seguir adelante y le vaticinó que sería un gran prospecto para las nuevas generaciones.

“Lo que hago no es talento estudiado, es prácticamente nato, el maestro me orientó y me llevó a conocer el mundo de las galerías de arte, comencé a conseguir óleos y otros materiales necesarios para llevar mi trabajo a otro nivel”, afirma Grandez.

Bajo la supervisión y consejos de Roque, don Pedro aprendió que sus obras llevarían su propio sello y esto le permitió escalar peldaños para incursionar en el campo artístico.

Escenarios de sus obras

Las viejas prácticas del itinerario de un campesino, como visitar la plaza central por las tardes, hornear pan de casa o las tradicionales rosquillas, moler el maíz, arriar el ganado y recolectar la cosecha de la fruta de la temporada, son algunas de las escenas que recobran vida en los cuadros de este primitivista que, de alguna manera, a través de sus obras, intenta rescatar gran parte de nuestra identidad nacional.

A pesar de lo difícil que para don Pedro ha sido incursionar en este campo, sus obras han despertado el interés mundial ya que en varias ocasiones sus trabajos han sido adquiridos por Dan Chill, el coleccionista israelí de arte naif quien durante los últimos años le ha abierto las puertas de su galería a sus mejores obras.

También ha sido objeto de admiración de otras personas del gremio artístico alrededor del mundo, pero en especial de su unigénita Nohelia, quien al ver la pasión con la que su progenitor pintaba cuidadosamente cada cuadro, también comenzó a despertar su interés por este arte. Logró pintar su primera obra a la edad de nueve años, con uno que otro desperdicio de los lienzos de su padre, un poco de pintura que aún quedaba en los frascos fue suficiente materia prima para que la pequeña lo convirtiera en un hermoso paisaje.

Su trayectoria

Durante su incursión en el mundo de la pintura, Pedro Roberto Grandez ha participado en varias exposiciones colectivas como “Exposición de miniaturas en el IHCI” en 1993-1994, la “Celebración de los 50 años de la ONU” en 1995, ferias patronales, “Antología de las Artes Plásticas” en 1997 en el Museo del Hombre Hondureño en Tegucigalpa, “Primera exposición nacional de artistas autodidactas rurales” realizada en el Banco Central de Honduras.

Con proyección individual ha participado en la exposición de la Feria Patronal de San Isidro, Choluteca en 1998, exposición para celebrar la mancomunidad de los pueblos de la zona sur, San Isidro, San Antonio de Flores, San José y Pespire en el 2000; en San Pedro Sula en la Galería de arte Botticelli’s y en la expoventa que se celebró en Expocentro en 2003, entre otras de sus participaciones.

Desde su acogedora residencia rodeada de una belleza natural inigualable, este artista se expresa a través de sus cuadros, donde recoge la vida esencial del campo y todo lo que le rodea.