Fue un encuentro con la moda que solo tiene lugar cada cuatro años.
Los invitados al traspaso de mando presidencial del abogado Juan Orlando Hernández para el período 2014-2018 vistieron sus mejores galas.
Las damas, que en su mayoría optaron por los vestidos o trajes de falda y chaqueta en tonos claros, y los caballeros de riguroso traje formal oscuro, fueron partícipes del acto protocolario.
Desde muy temprano, invitados especiales, entre los que se encontraban jefes de estado, jefes de gobierno; el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, empresarios, funcionarios y público en general fueron partícipes de la ceremonia de investidura que se desarrolló en el Estadio Nacional
Tiburcio Carías Andino. Sin ostentación, pero con mucho gusto y estilo, el estrado principal lució una sobria decoración en la que imperó la limonaria acompañada de hortensias que impregnaron con su aroma el ambiente.
La potente voz del maestro de ceremonia Nahúm Valladares dio la bienvenida a las delegaciones, que recibieron los correspondientes honores militares.
La Banda de los Supremos Poderes interpretó el Himno Nacional y el coro del Himno a Lempira cuando un grupo de niños vestidos de indios pasó frente al estrado principal para rendir homenaje al nuevo mandatario, originario de Gracias, Lempira, y al final interpretaron La granadera.
Pero el momento cumbre fue cuando la pequeña Damaris Samahí López Quintanilla, de ocho años, subió al escenario para entregar dos obsequios al gobernante, declamó y cantó una melodía que hizo derramar lágrimas al mandatario.
El acto culminó cuando el abogado Juan Orlando Hernández emitió un contundente discurso, minutos después de jurar sobre la Biblia que iba a convertir a Honduras en un país lleno de paz.