La primera jornada de la gira de 10 días comenzó en Ciudad del Cabo con una visita a un programa que enseña a las mujeres sobre sus derechos y técnicas de defensa personal. Harry bailó unos pasos al ser recibido con música en Nyanga, en un evento que no fue anunciado con anterioridad por razones de seguridad.
La violencia y la delincuencia son tan frecuentes en ciertas zonas de Ciudad del Cabo que Sudáfrica ha despachado soldados, cuya misión fue prorrogada la semana pasada.
La pareja real se iba a reunir con habitantes de District Six, una vibrante comunidad de diversas razas que fue reubicada del centro de la ciudad durante el régimen de apartheid.
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El viaje incluirá también temas como protección a la vida silvestre, iniciativas empresariales, salud mental y la necesidad de despejar minas, una causa hecha célebre cuando la madre de Harry, la fallecida princesa Diana, caminó por un campo minado en una visita a África hace años.
Enrique luego se apartará del viaje para ir por su cuenta a Botsuana, Angola y Malaui.
Sudáfrica se encuentra estremecida por la reciente violación y asesinato de una estudiante universitaria en una oficina postal, un caso que llevó a protestas de miles de mujeres en el país.
“Este es uno de los lugares más peligrosos del mundo para las mujeres”, declaró la semana pasada el presidente Cyril Ramaphosa al anunciar medidas de emergencia y prometer castigo a los responsables.
Si bien la visita real no ha causado la misma conmoción que en otros miembros de la Mancomunidad, muchas personas en Sudáfrica se expresaron contentas de ver a Meghan, quien ha hecho activismo a favor de los derechos de las mujeres.
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