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Expresiones cargadas de ironía que retratan la realidad nacional

La caricatura se ha vuelto una necesidad de expresión, por lo que se debe crear una mejor cultura y conciencia social para entender y comprender los mensajes que estos artistas del lápiz y el papel desean reflejar.

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07.08.2012

¿Qué hay de cierto en la frase que dice que una imagen habla más que mil palabras? Un caricaturista es la persona ideal para responder a esta pregunta ya que su trabajo se concentra en hablar y plasmar opiniones e ideas por medio del dibujo.

A partir del siglo XVII empezó a difundirse el dibujo caricato, es decir, cargado; cargado de expresividad y de burla: de ahí surge la caricatura.

Esta siempre fue una forma de entretenimiento, por lo que las críticas desprendidas de ella casi nunca fueron tomadas como serias. No obstante, en la actualidad a los caricaturistas se les conoce como periodistas de opinión.

En Honduras

La cronología y evolución de la caricatura en Honduras ha sido hasta cierto punto lenta, sin embargo, por ella han desfilado talentosos profesionales que han marcado un auge histórico, entre ellos el maestro de la caricatura Miguel Ángel Montoya, originario de San Marcos de Colón (1932). Fue maestro de las artes plásticas y publicó sus trabajos en diario El Cronista bajo los seudónimos de Gallel y Gallardo.

Actualmente está retirado de su profesión, pero su genio sigue inspirano a muchos.

En enero de 1987 surge la Asociación de Caricaturistas de Honduras (ACH) dirigida por Darío Banegas. A través de esta institución se pretendía crear una competencia por este arte en el gremio y un ambiente de armonía por parte de los caricaturistas de ese entonces, cuyas obras dieron pie para que se organizaran varias exposiciones colectivas.

Sin grandes resultados, la ACH desaparece en la década de los 90 y no se ha vuelto a formar ninguna otra.

En un documento, la socióloga Leticia Salomón, hace referencia a los caricaturistas como los pioneros de la democracia en el país y la base de donde se desprende la opinión pública libre de trabas ideológicas y sociológicas, a la vez que hacen sentir su presencia cuestionadora en demanda de respuestas inmediatas y definitivas en un país donde los conflictos políticos y económicos se mantienen a la orden del día.

“En los años 70 iniciaron los caricaturistas a ser más cuestionadores, en los 80 comenzaron a inspirar su trabajo desde otro punto de vista, la creación de caricaturas era algo más serio y más productivo”, expresó el caricaturista Allan McDonald.

En resumen, este tipo de opinión pública deja en evidencia la pérdida del miedo en el abordaje de los temas sociales. “La caricatura no ha sido muy bien recibida por muchos sectores de la sociedad ya que nosotros tratamos de mostrar la realidad tal y cual es”, manifestó Sergio Chiuz, quien junto a McDonald forma parte del equipo creativo de EL HERALDO.

Según Napoleón Ham, otro caricaturista reconocido en el país, este arte tiene la libertad de interpretar la vida de una manera diferente y divertida, por el toque de humor que se le agrega.

“Los caricaturistas en Honduras no hablan mucho del engranaje político que supera a la realidad, las caricaturas siguen siendo los mismos temas de toda la vida: la corrupción, el sida, la violencia, la miseria, la pobreza; así que yo puedo ver que no hay un proceso que avanza. La caricatura debe tener una mayor formación, una caricatura orgánica que busque mejores pasos para tener una mejor evolución”, manifestó McDonald.

La caricatura se ha vuelto una necesidad de expresión, por lo que se debe crear una mejor cultura y conciencia social para entender y comprender los mensajes que estos artistas del lápiz y el papel desean reflejar.

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