Tegucigalpa, Honduras.- Dice el escritor argentino Roberto Juarroz en uno de sus poemas:
“El día en que sin saberlo/ hacemos por última vez una cosa/ —mirar una estrella,/atravesar una puerta,/ amar a alguien,/ escuchar cierta voz—/ si algo nos advirtiera/ que nunca volveremos a hacer eso,/ probablemente la vida se detendría/ como un muñeco sin niño ni resorte.
Sin embargo, cada día/ hacemos algo por última vez/ —mirar un rostro,/ llamarse con su propio nombre,/ terminar de gastar un zapato,/ probar un temblor—/ como si la primera vez o la milésima/ pudiera preservarnos de la última.
Nos haría falta un tablero/ con todas las entradas y salidas marcadas,/ donde se anuncie claramente, día por día,/ con tiza de colores y con vocales/ qué le toca terminar a cada uno,/ hasta cuándo se hace cada cosa,/ hasta cuándo se vive/ hasta cuándo se muere”.
Cuando se conoció que Aurelio Martínez y otras 11 personas más murieron en un accidente de avión en Roatán, pensaba justamente en este poema y todo lo que estas personas hicieron por última vez.
Pensaba, luego de tantas palabras y homenajes a Martínez de gente que escuchó y valoró su música, que el artista hizo música por última vez algún día de estos. Que también por última vez sonrió y por última vez planificó algo.
Su voz ya no se escuchará más buscando la nota perfecta para una canción, y, como recuerda José Alvarado, miembro de su equipo administrativo, los planes que tenía ahora tendrán que llevarse a cabo sin su presencia.
Un disco, un libro y un aniversario
Cuando la muerte lo sorprendió, Aurelio Martínez aún tenía mucho para darle a la cultura de Honduras, y específicamente a su comunidad garífuna, que siempre estuvo en su mente y su música.
José Alvarado nos cuenta que para 2026 Martínez tenía agenda llena de planes.
“Aurelio estaba trabajando en celebrar su 40 aniversario como artista, tenía una discografía de siete álbumes de estudio, y estábamos trabajando en su octavo álbum, también trabajábamos en un libro para niños que logramos finalizar antes de que muriera, y en un álbum que era para niños, porque él creía que su legado era con los niños garífunas de Honduras”, detalla.
Alvarado añade que los dos últimos años el artista platicaba bastante sobre su lengua garífuna y cómo quería que los niños continuaran hablándola, y que por eso escribía estas canciones que preparaba como parte de su nuevo material.
Nuestro entrevistado señala que el cantante hondureño tenía mucha música grabada sin publicar, “y esperamos que en su memoria y en su momento la gente pueda escuchar estas canciones que fueron los dos últimos dos años de trabajo”.
Este material, tanto el nuevo disco como el libro, serían publicados en 2026 para conmemorar sus 40 años de trayectoria artística, proyecto que preparaba con dedicación y que ahora su equipo visualiza llevar a término para honrar su memoria y recordar su enorme legado.
El miembro de su equipo también menciona que Martínez iba a participar este verano en festivales, y tenía planificados conciertos que ahora ya no se podrán realizar.
Pensar un legado
El poeta Salvador Madrid señalaba muy acertadamente que: “Un día, cuando seamos un país, comprenderemos cuánto hemos perdido con la partida de este espíritu, pero también tendremos la conciencia de comprender su valor y significado...”.
Y sí, el legado de Martínez quizá no sea dimensionado por todo Honduras, y la tragedia que ha significado su muerte para la expansión y preservación de la cultura garífuna se manifestará en ese largo plazo que reiterativamente viene de la mano con el olvido.
Pero Aurelio Martínez siempre vivió su música desde la consciencia de su trascendencia, y recuerda José Alvarado que hace un par de años el cantautor comenzó a pensar mucho en su legado, “en cómo quería ser recordado, en los temas específicos de los que quería hablar, en las cosas que le importaban”.
Y entre esos temas que alimentaban sus letras y sus ritmos estaba el desplazamiento de los garífunas de sus tierras, en el trato que reciben las comunidades indígenas y afrodescendientes en Honduras y Centroamérica, “y había estado platicando con líderes de la comunidad garífuna acerca de estos temas, que son los que canta en estas canciones que ha dejado y que todavía no había sacado... era el material que se estaba trabajando”, concluye nuestro entrevistado.
Corresponderá a su familia y su equipo mantener viva esa llama que hace cuarenta años encendió Aurelio Martínez. Que no sea el mar el que la apague.