Deportes

Cristiano dos Santos Rodrigues: 'tenía miedo por mi propia vida'

El delantero brasileño que jugó en Olimpia en el 2012 y ahora vive en Australia, habla mal de Honduras

13.10.2017

Tegucigalpa

En la afición hondureña se le recuerda por su nombre pues lleva el de un grande del fútbol, pero no se le recuerda por su fútbol.

El exjugador del Olimpia, Cristiano dos Santos Rodrigues que estuvo en el 2012 jugando en la Liga Nacional, habló de Honduras con el sitio web Adelaidenow donde no tuvo tapujos para hablar más del país donde vivió y trabajó por algún tiempo.

El delantero brasileño de 36 años vive ahora en Australia y da la advertencia a la selección de ese país qu se cuide.

Aseguta experimentó la desesperación cuando a uno de sus compañeros le secuestraron dos sobrinos y una cuñada en 2012. “Tuvieron que pagar mucho dinero para recuperarlos, de lo contrario los habrían matado”, dijo Cristiano, que ahora trabaja como oficial de desarrollo de juegos para la Federación de Fútbol de Australia.

Y siguió su relato: 'Es muy malo, tenía miedo por mi propia vida. No valía la pena llevarme a mi familia allí, no era seguro. Volví a Australia para unas vacaciones y no regresé. Es uno de los lugares más peligrosos del mundo”.

Sobre cómo se vive en el país admitió que 'tienes que evitar caminar por las calles o ir a los bancos, solo asegúrate de tener gente a tu alrededor y debes tener mucho, mucho cuidado. El problema allí es que te robarán y si no les das lo que quieren te matarán. Me quedé mucho en mi casa, tenía un chófer privado para ir a las tiendas y bancos. Conocí a muchas personas amables, les gustaba cuidarte para ayudarte, es un país católico, pero el crimen está en todas partes”.

Sobre el partido que jugarán en repechaje la selección australiana sugirió que 'lleven su propio chef y agua, eviten caminar por las calles solos. Pueden necesitar su propia seguridad, la mayoría de los países que juegan allí traen su propia seguridad y tiene mucho sentido”.

En Olimpia, Cristiano ganó un título, prácticamente en el banquillo. Su paso fue sin pena ni gloria.