Si algún día hay que hacer una película sobre la clasificación a Brasil 2014, el guión se le debe encargar a Luis Fernando Suárez.
Ameno, simple, relajado... franco, soñador, literario... humano. Con esas características el DT colombiano recibió a Zona Deportiva en la sala de prensa de Fenafuth en esta ciudad, el templo donde diseñó algunos de los planes que le dieron el boleto al próximo mundial.
Tras la clasificación, ¿ya pudo dormir tranquilo? Aunque hubo un grado de tensión eso no me evitó dormir. Yo siempre dormía. Yo duermo poco. Cuando uno llega a estas edades con cinco horas tiene, pero duermo bien. Me acuesto temprano y me levanto muy temprano. Lo que sí es que cada día que me levanto pienso que fue muy bonito. Todavía siento que fue una alegría muy bonita haber logrado la clasificación. Ese sentimiento de alegría, del deber cumplido. Una sensación bastante, bastante agradable.
Uno de sus hijos dijo que él vivió más la clasificación de Honduras que la de Ecuador. ¿Usted también? Yo creo que en partidos de eliminatorias, uno tiene que darlo todo. Con Ecuador también fue complicado. Yo creo que igual se siente el mismo estrés, la misma alegría cuando se gana. Después, dentro de todas las cosas, la primera vez con Ecuador nunca me imaginé clasificar a un mundial, cuando lo logré la sensación era extrañísima. Con Honduras fue más exigente porque me propuse regresar.
Y luego va a querer un tercero... No creo que tenga tiempo para hacerlo, ¡jajaja!
El estar en un mundial es algo único para uno y el hacerlo dos veces es algo bastante bonito...
¿Cuál fue el momento más crítico en la eliminatoria?
Mmm... Yo creo que fue desgraciadamente cuando se ganó un partido. Cuando le ganamos a Cuba 1-0 dio para que no se creyera en nada. La gente pensaba que se le tenía que ganar seis, siete, ocho a cero. Había un mal clima. Fue un ambiente muy duro, como de odio y que era difícil de manejar en ese momento.
Luego del Aztecazo, ¿no tuvo miedo que se le “empalagara” el equipo como se empalagó la prensa y la afición? Cambiamos la actitud también nosotros un poco. Dejamos de lado lo que siempre dice toda la gente: “que tuviera cuidado, que el equipo se relajaba”. Y lo que hicimos fue evitar esos comentarios y que cuando la gente nos lo dijera pues lo dejábamos pasar. Y prueba de ello fue que el grupo siguió siendo muy serio, con Panamá aún empatando se fue serio, se hicieron las cosas correctamente. En ese sentido no nos empalagamos y nuestro objetivo siempre fue uno, clasificar y eso nos lo decíamos todos los días.
¿Qué tanto disfrutó usted el Aztecazo? No. No... No había tiempo porque lo más importante era lo que se venía después. Era empezar a hacer cuentas para la cuasi clasificación y ganarle a Panamá.
Nosotros creemos que en el Estadio Azteca se decidió todo para clasificar. ¿Usted lo ve así?
Yo lo vi como que cambió la forma de pensar de toda la gente. El ambiente cambió y de pronto ayudó. Pero yo sumo todos los partidos. El de EE UU, ir perdiendo 1-0 y se remontó; el de México, que rescatamos 2-2, incluso el partido ante Costa Rica, que fue tan cerrado y estar con la paciencia necesaria para el gol... El DF fue un estado emocional diferente que incluso hoy lo gozan.
¿Siente que le debe mucho a Bengtson-Costly por la clasificación?
En la situación de goles me parece que sí, pero sería muy injusto si dejo a los demás, si empiezo por el capitán, por el Maynor, Figueroa, el Chino, Muma... cada uno. Lo que sí siento es que si hay alguien a quien han tratado muy mal es a Jerry (Bengtson).
¿Se arrepiente de haberlo castigado? No. Absolutamente. Era lo que había que hacer.
¿Qué fue lo primero que se dijeron en el regreso?
Que sentía que se había equivocado. Que ese día no estaba bien de la cabeza, que se le trocaron los cables. De por sí ni lo dejé hablar y le dije: “tranquilo, que esto no dé para más. Te valoro por quién eres, lo que más admiro de ti es cómo eres como ser humano”. No fue un recuento de lo malo. Él atendió, comprendió y se metió de nuevo al grupo como antes.
¿Nos puede contar una anécdota de camerino?
¡Ja, ja, ja! Yo creo que el día que le ganamos a Costa Rica. Los morenos tienen un ritmo en particular. Ellos encuentran algo de madera y empiezan a tocar y sale lindo. Ellos se ponen a bailar, tienen la mejor cadera y lo hacen espectacular, pero después ponen a bailar a los blancos y somos durísimos. ¡Ja, ja,ja! A mí me pusieron a bailar dos veces, cuando le empatamos a Canadá y ahora cuando le ganamos a Costa Rica...
En el camerino de Kingston, ¿qué les dijo?
Lo único fue agradecerles mucho por todo lo que hicieron. Por permitirme ser parte del grupo. Que al menos me hubiesen dejado ser parte de este triunfo.
¿Quién fue el más efusivo con usted en el camerino? Todos. Yo me fui al camerino, yo no celebré en la cancha. Mi hijo estaba en la cancha y me estaba buscando. Él fue el primero que llegó, me abrazó porque estaba muy emocionado. Luego esperé a cada uno de los jugadores a la entrada del camerino y con cada uno me abracé, le felicité y le di las gracias. Cada uno fue muy sincero.
¿Quién fue el primero que lo llamó y usted al primero que llamó tras la clasificación?
El primero que me llamó fue el presidente Callejas. Y al primero que yo llamé fue a (Francisco el Pacho) Maturana.
¿Cuál ha sido la mayor lección de esta clasificación? De que todo se puede lograr y dentro de lo que más vivimos fue la época del negativismo: “que era imposible, que no se podía, que no se iba a clasificar, que el trabajo no estaba bien hecho”. Y bajo todo eso, los jugadores nunca se rindieron.
¿Lloró por la clasificación?
No. Todavía no... Yo creo que ya no, ¡ja, ja, ja!...
Ya de cara al Mundial... ¿Qué tipo de rivales quiere para la preparación?
No pienso mucho en elegir a alguien hoy, primero, porque no ha pasado el sorteo.
¿Qué rivales quiere en el Mundial?
Una vez dije que a uno lo escogían y no escoge. Creo que vamos a entrar en el cuarto pot, no creo que en el segundo. Me es indiferente.
La despedida de la Selección antes del Mundial será un equipo de alto nivel. ¿A qué selección pedirá usted?
Cualquiera de esos que hoy están en el primer pot. Un equipo de renombre, un campeón del mundo, sería un lindo agradecimiento para la gente de San Pedro Sula.
Durante el proceso de tres años, usted llamó a 101 jugadores; 52 se uniformaron para la eliminatoria y de estos 37 jugaron al menos un minuto. ¿De estos 37 sale la lista final para Brasil 2014?
No. Se terminó hoy y se comienza a verlos a todos de otra manera. Lógicamente, no puedo negar que hoy tengo la base. Pero si hay jugadores que no estuvieron y que se muestran de la mejor manera en este tiempo, podrían ingresar.
En Kingston usted dijo que quería ir a ver a todos los legionarios que son elegibles para la Selección. ¿Esto incluye a Hendry Thomas, Luis Ramos y todos los de las ligas centroamericanas?
Sí. A todos. A todos los de aquí y los de allá. Tengo que saber el momento exacto de cada uno, la manera de porqué lo elijo o no lo elijo.
¿Qué cosas nuevas quiere lograr en este Brasil 2014? Si con Ecuador llegué a octavos de final, con Honduras me gustaría llegar a puntos más altos. Sé que es difícil, pero hay que ponerse puntos altos para triunfar. Pero si uno dice “vamos a ver hasta dónde llegamos”, uno no consigue nada. En ese sentido, quiero llegar más alto de lo que conseguí con la selección ecuatoriana.
Lo que si está claro es que hay que mejorar el papel de Sudáfrica 2010, ¿no?
Eso depende mucho de cómo nos preparemos. Depende de un montón de detalles como las que mencionamos para conseguir la clasificación, que de pronto eran mínimos pero para nosotros, grandísimos. Depende de dónde nos concentremos, cómo nos concentremos, de que conozcamos los equipos al dedillo. De conocer a todos los jugadores. A mí me da miedo mucho ese mes de junio, porque llegan muy cansados la mayoría.
¿Le gusta Brasil? Me encanta. Tengo la fortuna de clasificar a dos lugares donde se vive el fútbol. Alemania (2006) es eso, un lugar donde solo se habla de fútbol y Brasil pues hay que multiplicarlo diez veces más.
¿Sabe algo de portugués?
¡Ja, ja, ja! Alguna palabra... el desayuno es “café de manhã”, o el saludo “cómo vai você”... Habrá que sacar un curso. Un día alguien me dijo que el portugués es “el español sin huesos”, así que es bueno hablarlo.