Ese muchacho, que había penetrado en el gentío armado en el centro del campo mientras los jugadores se despedían, era Lucas, un niño con síndrome de Down aficionado del Plaza Colonia.
Quizás a Lucas le supo amargo la derrota de su equipo frente al Peñarol 1-0 el pásado domingo en el Campus Municipal Profesor Alberto Suppici, asi que quiso ajustar cuentas. Todo o nada contra Kevin Dawson, guardameta del equipo rival.
Kevin aceptó complacido. Se retiraron del grupo y juntos caminaron hacia el área de gol. Llegó un invitado sorpresa: el árbitro, para darle formalismo al lanzamiento penal.
El cancerbero se posicionó en el arco. Lucas colocó el balón en el punto penal, a 11 metros de la línea de gol y, al pitazo del réferi, lo golpeó y lo mandó colocado pegado al poste izquierdo. Kevin se estiró para adornar la foto del gol.
Lucas corrió a celebrar la anotación al tiro de esquina, con los brazos abiertos como un héroe del fútbol y con la misma emoción que desprenden sus ídolos en los juegos. El estadio se rindió a sus pies. Emparejó el marcador, porque todos ganaron con su gol.
