Está a pocos años de arribar al siglo de vida, pero conserva la energía de la juventud.
En lugar de quedarse en su casa para ocuparse de sus cosas o que la atiendan como toda una reina, doña Lidia Mateo Duarte sale para compartir su arte de elaborar flores de celofán y papel bond.
Originaria de Santa Rosa de Copán, de donde se vino siendo joven a la capital, con orgullo la longeva afirma que jamás tuvo un maestro que la orientara para realizar esta manualidad que por muchos años ha representado su patrimonio, más que él que está arriba en los cielos. El tipo de flores que elabora, especialmente rosas, es especial y la experiencia misma, sobre todo su “maestro”, le ha ensañado a no recurrir a los moldes para trazar los pétalos y mucho menos a las tijeras para cortar.
“Nadie va a decir yo le enseñé a Lidia a hacer flores, Dios fue mi profesor, él me enseñó y yo aprendí. Yo las hago así sin moldes, sin usar tijeras”, aseguró.
Arte que se transmite
Doña Lidia no ha querido reservarse este arte de hacer flores, por lo que ha decido compartirlo y así demostrar que a su edad se puede ser útil. Hace unos meses que decidió colaborar con la Oficina del Adulto Mayor del Instituto Hondureño de Seguridad (IHSS), en el barrio Abajo, donde le enseña a un grupo de señoras su manualidad. Cada semana llega a esta entidad para transmitir sus conocimientos, donde la práctica, la dedicación y la creatividad son elementales.
Paso a paso, sin omitir detalles imparte sus clases y en este aspecto se considera muy estricta, pues el objetivo es que sus alumnas aprendan este arte de la mejor manera, y como una forma de sentirse útil.
“Yo quiero que mis alumnas aprendan como es debido para que después ellas puedan enseñar a otras personas que lo necesitan y que este arte sea una manera defenderse en la vida o estar ocupadas, de sentirnos útiles”, manifestó al momento en que con mucha destreza armaba una rosa amarilla.
También poeta
Elaborar vistosas y delicadas flores no es lo único a lo que se dedica doña Lidia Mateo. Ella también recibe la inspiración para escribir poemas de sensibilización a la tercera edad.
Uno de ellos es “niñez y vejez”, del que compartió los siguientes versos...
“Niños, no desprecien a los viejos, que todos para allá vamos y todos necesitamos de sus prudentes consejos.
Que las almas generosas y los niños bondadosos arrojen lirios y rosas al paso de los ancianos... ¡Ven niños como llevo mi cara de arrugas, mi faz marchita! Y una tristeza infinita se retrata en mi mirada.
Ven mi testa cubierta de blancas canas, como las nieves tempranas...”.
Esta es doña Lidia, quien vive entre rosas de celofán y poemas.