Una Oportunidad que Florece Entre Montañas

Columna editorial por Juan Carlos Pineda, Director Comercial del Honduran Coffee Expo.

  • 08 de agosto de 2025 a las 15:03
Una Oportunidad que Florece Entre Montañas

El café representa uno de los pilares productivos más sólidos de la economía hondureña. Con más de 120,000 familias caficultoras y un promedio de 6.5 millones de quintales exportados anualmente, este cultivo no solo sostiene a miles de hogares rurales, sino que también ha comenzado a desempeñar un rol relevante en el posicionamiento turístico del país.

A diferencia de otros sectores agrícolas, el café tiene una particularidad: está íntimamente ligado a la experiencia. Su aroma, su historia, su trazabilidad, y los paisajes donde se cultiva lo convierten en una narrativa atractiva para el turismo nacional e internacional. Este cruce de caminos entre la caficultura y el turismo merece ser analizado no solo como una tendencia, sino como una estrategia de desarrollo con impactos concretos.

Durante años, el turismo en Honduras ha estado enfocado principalmente en destinos de sol y playa, naturaleza o sitios arqueológicos. Sin embargo, el café ha abierto una nueva categoría: el turismo agroindustrial con valor agregado. Municipios tradicionalmente agrícolas como Marcala, Santa Bárbara, Corquín o El Paraíso han comenzado a recibir visitantes atraídos por rutas del café, catas, visitas a fincas o experiencias de recolección.

Según datos del Instituto Hondureño de Turismo (IHT), las experiencias relacionadas con el café representaron más de 75,000 visitas en 2023, con un crecimiento interanual estimado del 12%. A esto se suma el aumento sostenido de proyectos turísticos vinculados al grano: cafeterías de especialidad, hoteles en fincas productoras, recorridos guiados y festivales locales.

Es importante señalar que estas experiencias no solo responden a un interés turístico, sino también a una tendencia de consumo global: el turista de hoy busca autenticidad, trazabilidad y conexión con la cultura local. En ese sentido, Honduras tiene una ventaja comparativa clara frente a otros países productores.

Uno de los principales aportes del turismo cafetero es su capacidad para descentralizar el ingreso turístico. Mientras las ciudades capitales o los destinos costeros absorben la mayor parte del turismo tradicional, el café genera movimiento económico en zonas rurales y de difícil acceso, permitiendo una redistribución más equitativa.

Estudios de impacto realizados en regiones como Marcala indican que un visitante que realiza una experiencia cafetera genera, en promedio, entre $150 y $200 dólares en ingresos directos e indirectos para la comunidad. Estos ingresos se distribuyen entre transporte, alimentación, guías locales, alojamiento rural y compra de productos derivados del café.

Además, el turismo cafetalero ha contribuido al desarrollo de microemprendimientos liderados por jóvenes y mujeres, así como a la permanencia de familias en sus comunidades, al reducir los incentivos para migrar. El crecimiento de estas economías locales también tiene un efecto positivo sobre la formalización, la inversión en infraestructura básica y la conservación ambiental.

En los mercados globales, el café hondureño ha ganado terreno no solo por su calidad, sino por su historia. En 2023, el país exportó café a más de 40 países, destacando Alemania, Estados Unidos, Bélgica y Corea del Sur entre sus principales socios comerciales.

Este posicionamiento abre una ventana para conectar el producto con el destino. Muchos consumidores que descubren el café hondureño fuera del país manifiestan interés en conocer el lugar donde fue producido. Aquí entra en juego el turismo como herramienta de diplomacia económica y cultural.

Eventos como el Honduran Coffee Expo, que reunió a más de 4,500 asistentes y 120 expositores en su última edición, han demostrado que el país tiene la capacidad de convocar no solo a compradores, sino también a medios especializados, baristas, y viajeros interesados en experiencias vinculadas al origen.

Sin embargo, a pesar del avance, aún persisten desafíos: la infraestructura vial en zonas productoras sigue siendo limitada; muchas fincas carecen de condiciones básicas para recibir visitantes; y hace falta mayor articulación entre los sectores café, turismo y educación.

Si bien los resultados son alentadores, el verdadero potencial del turismo cafetero en Honduras está lejos de alcanzarse. Algunas líneas de acción necesarias incluyen:

• Capacitación especializada para productores que deseen transformar sus fincas en espacios turísticos.

Inversión en infraestructura básica y señalización en las rutas cafeteras.

Certificación de experiencias con estándares internacionales de calidad y sostenibilidad.

Alianzas entre instituciones públicas, sector privado y cooperación internacional para crear un plan estratégico nacional de turismo cafetero.

Campañas de comunicación y promoción integradas, tanto para el público interno como externo.

Estas acciones no requieren grandes inversiones individuales, sino voluntad política, visión compartida y coordinación eficiente.

El café es uno de los productos más emblemáticos de Honduras, pero su verdadero valor se multiplica cuando se convierte en experiencia. El turismo vinculado al café no es una moda pasajera, sino una oportunidad estructural para diversificar la economía, generar empleo rural y fortalecer la imagen internacional del país.

Los avances están a la vista, pero el reto está en consolidarlos con visión de largo plazo. La integración del café como eje transversal del turismo hondureño no solo es posible, sino necesaria. Y hacerlo bien dependerá de que todos los actores entiendan que detrás de cada taza, también hay una ruta que vale la pena recorrer.

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Redacción web
Redacción

Staff de EL HERALDO, medio de comunicación hondureño fundado en 1979.

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