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Javier Portillo: 'Es lo mejor que me pudo pasar...”

El Pulgarcito recibió a Zona en su pueblo, lloró por su madre y habló del bicampeonato.

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23.05.2012

Viajamos 40 kilómetros desde la capital hasta un pueblito llamado Cantarranas para meternos al corazón del hogar que vio nacer, crecer y desarrollarse como futbolista a Javier Portillo, uno de los jugadores más importantes para que Danilo Tosello celebrara el bicampeonato; la mañana estaba nublada y el Potrillo nos esperaba afuera de su vivienda, que todavía recuerda el dolor de la muerte de mamá Francisca, que dejó este mundo mientras su hijo defendía la camiseta del Albo...

Rodeado de familiares y amigos, el número 25 del Albo compartió con Zona horas después de coronarse por segunda vez en el fútbol de Honduras.

El Enano es toda una celebridad en este pueblo amante del fútbol, donde la mitad es Olimpia y la otra mitad es Motagua...

¿Qué recordás de tu niñez, Javier? Recuerdo que mi mamá me quemaba las pelotas porque no iba a la escuela por estar jugando potra y yo tenía que esconderlas... ja, ja, ja. Siempre me gustó jugar potras con adultos, hasta que llegué al España, el equipo de mi pueblo.

¿Y cómo fue esa etapa en España? Era un equipo burocrático, que ahora está en Liga Mayor, y cuando salía a jugar a las aldeas cercanas me daban 100 o 150 lempiras por partido y un par de tacos. Yo hacía la diferencia en el equipo de Pastor Meléndez (el dueño).

¿Dice tu hermana Rosario que llorabas por Olimpia desde chico? En mi familia todos somos Olimpia, menos mi hermano Rafael, y no me gustaba que el León perdiera, peor contra Motagua. La primera vez que miré al Olimpia en el Nacional fue en una derrota 0-1 ante la U, en la época de Chelato. Me acuerdo que estaba en Sol Centro y le estuve gritando a Gerson Vásquez.

¿Qué hacías cuando no estaba en la cancha? Jalaba leña en un burro y la vendía en el pueblo.

¿Y lo seguís haciendo cuando regresás al pueblo? No. Desde que me fui a Valencia no lo hago. No voy a mentir diciendo que lo hago seguido, porque al día siguiente amanezco adolorido... ja, ja. De vez en cuando es que corto algunos palos en la casa de mi suegra.

¿Fue difícil dejar el pueblo e irse a la capital? Empecé desde abajo, como todos, y le ayudaba a mi familia en lo poco que podía. Iba saliendo adelante y, al final, superé todos los obstáculos y mi madre se sentía orgullosa de mí.

Vos sos el futbolista más pequeño de la Liga. ¿Nunca tuviste problemas por ser chaparro? No, esto no es una limitante, no me intimido ante nadie. Tengo un talento que Dios me dio y lo trato de explotar al máximo.

El incansable de la zurda...

Mientras juega con sus hijos Erick, de 9, y Merary, de 4, Javier ve de reojo la medalla de oro que se ganó el domingo ante Marathón. Y el momento es propicio para empezar a hablar de la gran final.

¿Cómo fueron esos dos partidos ante el Verde? Angustiosos y difíciles. Estábamos en el centenario y queríamos ganar, así que el equipo afrontó los dos partidos con la misma responsabilidad. Dicen que jugamos defensivos en San Pedro, pero nosotros siempre hacemos partidos inteligentes y al final somos campeones. En nuestra cancha nosotros hicimos pesar la localía.

¿Qué representa haber ganado el bicampeonato? Es algo lindo y especial y nunca pensé celebrarlo de esa manera. El bicampeonato se ganó en base al trabajo y a la humildad del grupo.

¿Y Olimpia que ha significado en tu carrera? Es lo mejor que me pudo pasar, porque he ganado dos títulos. Pero no puedo negar que Vida me devolvió a mi nivel y en Hispano tuve cuatro buenos torneos.

¿Qué prometés para el próximo torneo? Entrega total, como siempre es mi estilo. A mí no me gusta regalar nada, soy un aficionado más del club y tengo un compromiso con mi familia y la directiva, que me apoyó en los momentos más difíciles de mi vida, cuando mi madre nos dejó.

¿Tu mamá quería que fueras futbolista? La verdad es que ella me decía que en Honduras hay poco apoyo. A veces pensaba que estaba perdiendo mi tiempo pero, gracias a Dios, el profe Roberto Abruzzesse se fijó en mí y todo cambió.

¿Qué hablabas con tu madre? Siempre le llamaba antes de los partidos y me decía que esperaba que no me lesionaran. Ella no era tan aficionada al fútbol, pero al final seguía los partidos por mí.

¿Qué hiciste el Día de la Madre (doña Francisca había muerto unos días antes)? Me mató, alero... Discúlpeme, pero tengo un nudo en la garganta... Ese día le compré un regalo a mi esposa Yensy y traje unos regalitos para mi suegra y mi hermana. No me gusta ir a la sepultura de mi mamá, porque la quería ver viva, pero la vida tiene estas cosas.

¿Qué le diría a su mamá ahora que ganó el bicampeonato? (Silencio total durante un minuto y Portillo rompe en llanto, se seca las lágrimas y solloza). Gracias por todo.

¿Cuál fue el momento más feliz que pasó con ella? Cuando gané mi primer título con Olimpia, sentí que fue el día que más feliz la hice. Estaba orgullosa de mí y me felicitó por el trabajo que realicé.

En medio de la nostalgia, Javier y su alma se retiran siendo los mejores anfitriones. Cantarranas lo seguirá idolatrando y Olimpia espera seguir beneficiándose de esa gran zurda de Javier Portillo...