Tegucigalpa

Vientos de desarrollo en Santa Ana

Pobladores del pintoresco municipio presumen sus encantos en feria patronal que culminará este 4 de agosto.

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02.08.2013

Los vientos de desarrollo por fin llegaron al municipio de Santa Ana, al sur de Francisco Morazán.

Desde hace cuatro años, la comunidad -considerada anteriormente como un pueblo fantasma por su estéril crecimiento- surca hacia los cielos del progreso comunitario, con un abanico de proyectos y obras sociales.

Y qué mejor manera de celebrar su feria patronal -que se extiende hasta este 4 de agosto- que exhibir su transformación municipal y su fervor religioso a los turistas y visitantes.

Laboriosidad

La frescura y la atmósfera de paz de Santa Ana se puede respirar en sus seis aldeas y 58 caseríos.

Además de los nuevos proyectos, el desarrollo de la comunidad ha sido respaldado por las manos laboriosas de sus 14 mil habitantes.

Este afán productivo se refleja en el 30 por ciento de los habitantes (4,200 trabajadores)que a diario recorren 25 kilómetros para llegar a sus puestos de trabajo en Tegucigalpa y Comayagüela, apuntó Jorge Sandres, alcalde del lugar.

Mientras que otro 30 por ciento de las personas -amplió- se queda en los sembradíos y cultivos de granos básicos para garantizar la alimentación del pueblo.

El 15 por ciento, unos 2,100 ciudadanos, han optado por prosperar en las microempresas y negocios que operan en el pintoresco pueblo.

Aproximadamente 700 colonos -cinco por ciento de la población - han hecho de su hogar su propio centro de trabajo, al dedicarse a oficios domésticos.

El resto del porcentaje corresponde a 3,000 estudiantes que, mientras esperan insertase al mercado laboral, se forman en unos 28 centros de enseñanza, indicó el jefe municipal.

Transformación

El parque Eólico de Cerro de Hula, con 52 aerogeneradores para producir 102 megavatios de pura energía limpia, cambió el concepto de Santa Ana.

No obstante, es notorio la transformación municipal en varios ejes comunitarios.

Con las gestiones de los últimos cuatros años el nivel de electrificación rural creció de 65 a 93 por ciento, informó Sandres.

Ahora, el 95 por cientos de los caseríos están conectados a la red vial, cuando anteriormente apenas el 55 poseía vías comunicación.

Además, se alcanzó mejorar el 98 por ciento de la infraestructura escolar, sin olvidarse de las obras de bienestar social.

Esta batería de obras surge de las arcas municipales que anualmente se oxigenan con unos 18 millones de lempiras, entre transferencias gubernamentales y tributos.

Mientras que el turismo es dinamizado con el parque ecoturístico Los Encuentros, las Cuevas de Ayasta, las Cueva de la Peña y la Cruz de Chatarra.

En este último rincón, cuyo trayecto ofrece un paseo espectacular por las eólicas, también se encuentra un pequeño museo, donde yacen coleccionados objetos históricos y religiosos.

Tampoco se puede olvidar el fervor católico que se desprende desde la iglesia parroquial de Santa Ana hasta cada una de las habitaciones de los feligreses.

Con esta oferta de lugares recreativos y turismo religioso no resulta extraño que durante la feria unos diez mil turistas se animen a visitar la comunidad.

Y es que el pueblo en sí, con sus casas de teja y ca

Los vientos de desarrollo por fin llegaron al municipio de Santa Ana, al sur de Francisco Morazán.

Desde hace cuatro años, la comunidad -considerada anteriormente como un pueblo fantasma por su estéril crecimiento- surca hacia los cielos del progreso comunitario, con un abanico de proyectos y obras sociales.

Y qué mejor manera de celebrar su feria patronal -que se extiende hasta este 4 de agosto- que exhibir su transformación municipal y su fervor religioso a los turistas y visitantes.

Laboriosidad

La frescura y la atmósfera de paz de Santa Ana se puede respirar en sus seis aldeas y 58 caseríos.

Además de los nuevos proyectos, el desarrollo de la comunidad ha sido respaldado por las manos laboriosas de sus 14 mil habitantes.

Este afán productivo se refleja en el 30 por ciento de los habitantes (4,200 trabajadores)que a diario recorren 25 kilómetros para llegar a sus puestos de trabajo en Tegucigalpa y Comayagüela, apuntó Jorge Sandres, alcalde del lugar.

Mientras que otro 30 por ciento de las personas -amplió- se queda en los sembradíos y cultivos de granos básicos para garantizar la alimentación del pueblo.

El 15 por ciento, unos 2,100 ciudadanos, han optado por prosperar en las microempresas y negocios que operan en el pintoresco pueblo.

Aproximadamente 700 colonos -cinco por ciento de la población - han hecho de su hogar su propio centro de trabajo, al dedicarse a oficios domésticos.

El resto del porcentaje corresponde a 3,000 estudiantes que, mientras esperan insertase al mercado laboral, se forman en unos 28 centros de enseñanza, indicó el jefe municipal.

Transformación

El parque Eólico de Cerro de Hula, con 52 aerogeneradores para producir 102 megavatios de pura energía limpia, cambió el concepto de Santa Ana.

No obstante, es notorio la transformación municipal en varios ejes comunitarios.

Con las gestiones de los últimos cuatros años el nivel de electrificación rural creció de 65 a 93 por ciento, informó Sandres.

Ahora, el 95 por cientos de los caseríos están conectados a la red vial, cuando anteriormente apenas el 55 poseía vías comunicación.

Además, se alcanzó mejorar el 98 por ciento de la infraestructura escolar, sin olvidarse de las obras de bienestar social.

Esta batería de obras surge de las arcas municipales que anualmente se oxigenan con unos 18 millones de lempiras, entre transferencias gubernamentales y tributos.

Mientras que el turismo es dinamizado con el parque ecoturístico Los Encuentros, las Cuevas de Ayasta, las Cueva de la Peña y la Cruz de Chatarra.

En este último rincón, cuyo trayecto ofrece un paseo espectacular por las eólicas, también se encuentra un pequeño museo, donde yacen coleccionados objetos históricos y religiosos.

Tampoco se puede olvidar el fervor católico que se desprende desde la iglesia parroquial de Santa Ana hasta cada una de las habitaciones de los feligreses.

Con esta oferta de lugares recreativos y turismo religioso no resulta extraño que durante la feria unos diez mil turistas se animen a visitar la comunidad.

Y es que el pueblo en sí, con sus casas de teja y callejones coloniales, es una estampa escénica del pasado hondureño.

llejones coloniales, es una estampa escénica del pasado hondureño.