Tegucigalpa. El camino verde que marcó el proyecto Escuelas Amigables con el Ambiente continúa vivo en la Escuela Cerro Grande zona II, ganadora de la primera edición del concurso ecológico.
En la ruta ambiental, los pequeños de este centro evitaron que casi 7,000 libras de material reciclable fueran a parar a las alcantarillas, ríos y quebradas o a saturar el relleno sanitario del Distrito Central.
Siete meses después, la perseverancia demuestra que el triunfo no fue casualidad, pues la recolección, clasificación y venta de los materiales sigue vigente en el centro educativo.
Hoy en día los más de 800 alumnos gozan de conocimientos sólidos en cuanto a la protección del medio ambiente se refiere.
En pequeñas conversaciones con los alumnos se comprobó que la técnica de reducir, reutilizar y reciclar está intacta en prácticas ambientales que salieron de la escuela a los hogares y a los barrios y colonias donde residen.
Disposición
Irma Esperanza López, directora de la escuela, considera que el proyecto Escuelas Amigables marcó un antes y después en los niños.
Cuatro de los cinco integrantes del Club Ecológico egresaron de sexto grado, sin embargo, esto no fue un motivo para que el proyecto pasara al olvido.
Es así que los pasos y la responsabilidad de Escuelas Amigables se trasladó a los representantes del gobierno escolar.
López reflexionó que la campaña dejó huellas imborrables en los participantes, que a la fecha conservan intacto el contenedor donado por EL HERALDO para clasificar el material reciclable.
El aseo de la escuela está a cargo de un maestro guía cada semana, y con el apoyo de los mentores los alumnos hacen una labor efectiva de clasificación de residuos.
“Sí se pueden mantener escuelas limpias... Súper limpias con la contribución de todos”, dijo la entrevistada.
Las aulas y pasillos de este centro educativo permenecen limpios a toda hora, pues los alumnos descubrieron que los residuos ocupan un mejor lugar clasificados en los contenedores que en el suelo o en las quebradas.
El reciclaje, además de ser una oportunidad para obtener ingreso económico fresco, es un bastión fundamental en la actividad agropecuaria que practican los estudiantes de este centro educativo.
Las botellas de refresco sirven como maceteras, sistemas de riego y hasta para cercar los enormes arriates donde se cultivan las hortalizas.
Utilidades similares prestan además las carcasas de computadoras, televisores y tubos viejos, entre otros.
Entretanto, la recoleción de papel y aluminio sirve para elaborar artículos decorativos para el hogar con finos acabados y que son comercializados cada seis meses en la feria escolar.
Valores
El proyecto, impulsado por la sección METRO de EL HERALDO, además de la experiencia ambiental fue un reencuentro con valores como la responsabilidad, el compañerismo y la competitividad.
Los maestros también aprendieron que con creatividad y esfuerzo las escuelas y colegios públicos del área urbana pueden ser autosostenibles en caso de no recibir el apoyo que el Estado debe cubrir.
“La ganancia de las ventas de plástico y aluminio no es mucha... pero tampoco insuficiente para los gastos pequeños que inciden en el funcionamiento de la escuela”, expresó la directora.
Agregó, que con los fondos que se perciben de esta actividad se cubren los costos para actividades recreativas de los alumnos, que siempre están en competencias diversas.
Otro resultado significativo de Escuelas Amigables con el Ambiente es el cultivo de 60 huertos familiares de los padres de familia en sus hogares.