Tegucigalpa

Cuadrillas comunitarias vigilan las zonas más propensas a incendios forestales

En el Distrito Central hay unas quince cuadrillas comunitarias distribuidas en zonas clave, especialistas recomiendan que toda la población colabore
09.04.2024

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Bajo el sol ardiente, hay un pacto entre vecinos, una alianza contra el fuego, donde valientes ciudadanos con herramientas en mano y corazones dispuestos integran brigadas comunitarias para convertirse en centinelas de las zonas propensas a incendios forestales.

De acuerdo con el Instituto de Conservación Forestal (ICF) más de 70 cuadrillas comunitarias ejecutan monitoreos en zonas con mayor incidencia de siniestros en todo el país. En el caso de Francisco Morazán, las áreas donde las amenazas son persistentes son La Montañita, Zambrano, El Trigo, Bosques de Santa María y San Matías.

Otras zonas con cuadrillas comunitarias están en Monte Redondo, Cofradía, Carpintero y salida al sur de la capital.

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La cantidad de incendios cuantificada por el ICF, indica que Francisco Morazán es el departamento con mayores incidencias de incendios (350) y el segundo en hectáreas afectadas (20,574).

En un segundo puesto está en cantidad de incendios está Olancho con 290, pero con una mayor devastación con 21,189 hectáreas, en un tercer lugar se posiciona Yoro con 152 incendios y 8,711 hectáreas que sufrieron daños por el fuego.

Metodología para la prevención

Kevin Hernández, jefe de Protección del ICF, explicó a EL HERALDO que las cuadrillas comunitarias además de estar en zonas específicas, mantienen permanente contacto con el Centro de Operaciones Interinstitucional de Incendios Forestales (COIIF) integrado por las Fuerzas Armadas, Cuerpo de Bomberos y la Secretaría de Gestión de Riesgos y Contingencias Nacionales (Copeco), entre otras.

“Las cuadrillas están formadas por unas siete personas, también tenemos vehículos para que realicen patrullajes y llegar a la pronta atención de incendios. Utilizamos drones e imágenes de satélite para identificar áreas quemadas y contabilizar, también ver el origen y poder actuar”, detalló.

Sobre la metodología utilizada, Hernández explicó que las cuadrillas al detectar un incendio, notifican al COIIF, luego se verifica si es en realidad un incendio ya que podría ser una quema controlada o de basura.

Una vez detectada la amenaza, se ejecuta la movilización del personal que combatirá el fuego y según sea el caso, llegará el recurso humano necesario en el menor tiempo posible. “Las cuadrillas se tardan entre 15 a 20 minutos, también depende de la zona”, aclaró el ingeniero.

El entrevistado no descartó la “mano criminal” como la minoría que provoca la mayor cantidad de tragedias ambientales, sin embargo también resaltó que en la antesala a las lluvias de mayo muchos agricultores preparan sus tierras para la siembra.

“A veces se les pasa la mano, no toman las medidas necesarias, es decir las actividades de prevención como rondas corta fuego. El fuego se les pasa y de una quema controlada se convierte en un incendio forestal.

Evitar normalizar el fuego

Jorge Luis Palma, director técnico de Fundación Amigos de La Tigra (Amitigra) estimó que la iniciativa es positiva pero lo ideal es que todas las personas de las comunidades se conviertan el colaboradores y comenzar a mitigar el uso del fuego como herramienta.

“Casi siempre no hay suficiente personal para salir a combatir los incendios, sin embargo para alertar no se necesitan muchos requisitos y el fuerte es apostar a motivar a que las personas comunes y corrientes digan donde hay incendios”, expresó.

Para el especialista el principal reto surge en zonas alejadas, es decir donde no hay gente cerca ya que en esos lugares los incendios no son combatidos y terminan apagándose solos.

“Hay que destacar que el Comando de Apoyo al Manejo de Ecosistemas y Ambiente (C9) aporta mucho, tienen un sistema de cámaras de largo alcance y rangos panorámicos amplios que son super efectivas para identificar incendios en áreas donde no hay gente cerca”, destacó.

En cuanto al uso del fuego, Palma reflexionó sobre el uso casi arraigado y cultural que algunas personas aplican, ejemplificando la quema de basura, limpiar solares, sacar mil de abejas, matar garrapatas, evitar otras quemas, gente que casa y hace fuegos para cocinar o incluso modificaciones de suelo.