La Ceiba, Atlántida.- 1:00 de la madrugada de Jueves Santo. El estruendo de una ráfaga de disparos irrumpe la tranquilidad de la jornada. Pese a la oscuridad del momento, algunos vecinos observan las siluetas de ocho hombres que huyen apresuradamente del lugar.
A pocos metros, don Luis Alonso Mayorquín Rosa, uno de los viejos residentes de la colonia Sinaí -una comunidad de calles de terracería y rodeada de arbustos en La Ceiba, Atlántida- se ha despertado por el ruido de las detonaciones.
Al instante, don Luis escucha el llanto de su hija, quien vive a poca distancia, en una humilde morada de bloques, láminas de zinc y madera. Sintió un mal presentimiento que se confirmó cuando ella llegó a su casa y, entre sollozos y lágrimas, le confirmó lo peor: sus hijos, los nietos de don Luis, habían sido asesinados.
"A la 1:00 de la mañana escuchamos la tirazón, pero no sabía, como ellos viven en la esquina, no sabía que eran mis nietos a quienes habían tirado", relató con visible dolor el hombre al canal HCH al referirse a la masacre registrada este jueves.
Don Luis tiene presente ese instante: "Mi hija salió gritando y, pues, se supo que eran ellos".
La masacre, la número 16 en lo que va de 2025 y la tercera de abril en Honduras, dejó un saldo de cinco víctimas. Cuatro de ellas son los nietos de don Luis, los hermanos Mayorquín Silva: Cristian Josué (20), Daysi Fabiola (18), Juan David (15) y Génesis Gabriela (13).
La quinta víctima es Wilmer Banegas (18), quien fue trasladado con vida al Hospital Regional de Atlántida, pero falleció horas después debido a la gravedad de las heridas. Banegas no era familiar de las otras víctimas; únicamente vivía en la misma comunidad.

Dolor y escape
Don Luis todavía estaba desconcertado por el crimen: quién y por qué. Son dos preguntas sin respuesta inicial. Para él, no hay razón aparente y descarta vínculos de sus nietos con actividades delictivas.
Daysi y Génesis se dedicaban a cuidar unos cerdos propiedad de la familia. Cristian Josué, el mayor, ganaba dinero como ayudante cargando material en volquetas y, en otros ratos, pescaba. Juan David no acostumbraba a salir, únicamente se movía entre su casa y la de su abuelo.
"Le juro ante Diosito, porque yo soy miembro de la iglesia, que no andaban en malos pasos, eran cipotes sanos. Pueden averiguar con otras personas y vecinos", sostuvo con convicción.
Las palabras de don Luis salen despacio y suave, pero entre sus pausas muestra aflicción. Él mismo confirmó el golpe emocional: "El enemigo toca donde más le duele".
Se sumaba la impotencia de carecer de dinero, en ese momento, para comprar el ataúd para sus nietos.
El dolor le da paso al temor. Aunque tiene 22 años de residir en esa comunidad, el miedo lo está orillando a considerar irse para resguardar su integridad y la de su familia.
"Tenemos temor de vivir aquí, no sé cómo vamos a hacer, tal vez la Policía, pero si la Policía no nos apoya tendremos que irnos", expresó el señor.
No hay ninguna garantía para ellos, porque "usted sabe que uno durmiendo tranquilo, rompen las puertas, se meten..."
Un día antes, el miércoles 16 de abril, se había reportado la muerte violenta en la misma colonia de Omar Medina, de 22 años. Según versiones iniciales, desconocidos irrumpieron en horas de la madrugada en su casa, ubicada en una retirada calle, y dispararon contra su humanidad.
La Policía Nacional se hizo presente a la escena del crimen para iniciar las investigaciones sobre la masacre, mientras que equipos forenses realizaron en horas de la mañana el levantamiento de los cadáveres.

Según versiones de testigos, las cinco víctimas fueron atacadas por al menos ocho personas que ingresaron por la fuerza a la vivienda, informó la portavoz de la Policía Nacional, Dania Cruz.
La Policía informó que ha desplegado todo el recurso logístico de la zona para avanzar con la investigación.
Aunque se afirmó que se realizó un patrullaje aéreo por este sector de La Ceiba como parte de las acciones iniciales, se aclaró que el desplazamiento del helicóptero policial también obedecía a los operativos de seguridad de Semana Santa 2025.
De manera concreta, los agentes revisan si las cámaras de seguridad de los alrededores pueden dar pistas de los autores de la masacre.
De momento, es muy prematuro compartir posibles móviles del crimen, aclaró Cruz.