Tegucigalpa, Honduras
La incautación de bienes y cuentas bancarias que manejaban testaferros del supuesto narcotraficante Jairo Estuardo Orellana Morales ha evidenciado cómo las organizaciones criminales del vecino país se han extendido en Honduras para ocultar sus propiedades de origen ilícito.
De acuerdo a informes de inteligencia en poder de EL HERALDO, Orellana Morales, alias “El Pelón”, contó con la complicidad de funcionarios gubernamentales para brindarle a él y sus compinches protección y documentos hondureños falsos para traficar con droga y adquirir bienes.
El sospechoso, detenido y acusado en Guatemala el 15 de mayo de 2014 por narcotráfico, tenía vínculos con los carteles de Los Zetas y Sinaloa, por lo que la ayuda que recibió de parte de los instituciones estatales significó un fomento de la extensión de esos grupos criminales en el país.
El documento indica que autoridades de la Policía Nacional fueron parte de los colaboradores del supuesto capo chapín y por eso se crearon las condiciones para que operara con impunidad durante un tiempo considerable.
La forma en que Orellana Morales recibía asistencia de parte de entes públicos generó impunidad e inseguridad jurídica, analiza el reporte.
El jueves pasado, el Ministerio Público incautó 17 propiedades en San Pedro Sula y Santa Cruz de Yojoa, cuatro empresas y 22 cuentas bancarias que estaban a nombre de “prestanombres” de ese supuesto narco de 40 años, nacido en Gaula, Guatemala.
Estilo Sinaloa
La información de inteligencia apunta a que Orellana Morales operaba en Honduras “al estilo Sinaloa”, por la forma sangrienta con la que exterminaba a sus enemigos.
Durante 2014 se han realizado varios ajustes de cuentas en los que han sido asesinadas al menos 13 personas por órdenes del guatemalteco, se indica en el informe.
Para el caso, el supuesto capo habría dado la orden para que se diera muerte a su exsocio guatemalteco Jorge Antonio Barillas, quien en Honduras se hacía llamar José Antonio Molina, porque se habría quedado con el dinero del pago de una droga.
De igual manera se supone que mandó a liquidar a los mexicanos Juan José López y Adolfo León López en San Pedro Sula porque, al parecer, se apoderaron de dinero que le pertenecía a Orellana.
Los infortunados llegaron a Honduras procedentes del cartel de Sinaloa utilizando documentos hondureños con los nombres de Juan Carlos Rivera Guerra y su hijo Luis Adolfo Rivera Fuentes.
Otra muerte relacionada con ajuste de cuentas ordenada por el guatemalteco es la de su asociado hondureño Dennys Bonilla Guzmán, asesinado en las inmediaciones de PriceSmart de San Pedro Sula, y en cuya residencia se encontró droga y 680 mil dólares, entre otras cosas que lo ligaban al crimen organizado.
A Jairo Estuardo Orellana Morales se le conoce como el “Rey del Tumbe” porque se dedicaba a tumbar (robar) droga a organizaciones enemigas o a grupos que pretendían venderle.
Su estrategia era casi siempre la misma, dice el informe, porque una vez acordada la compra de un cargamento a organizaciones hondureñas o incluso guatemaltecas, al momento de hacer la entrega les quitaba la cocaína y luego mataba a los repartidores.
El lugar donde se pactaba que se iba a hacer la transacción y realizaba la muerte de los vendedores de droga siempre tenía que ser una zona que estuviera bajo su control.
Ascenso criminal
El supuesto capo era el guardaespaldas de Waldemar Lorenzana, alias “El Patriarca” (extraditado a Estados Unidos), quien en 2008 le ordena matar a Juancho León, un poderoso narcotraficante guatemalteco con el que mantenían una ardua competencia.
Según el informe, “El Pelón” entendió que se le presentaba una buena oportunidad y se propuso ocupar el vacío dejado por León.
Posteriormente, Orellana se une con otro narco en ascenso, Mario Ponce, y juntos comenzaron a formar una alianza con Los Zetas para controlar el tráfico de droga de Centroamérica a México.
Años después, Ponce fue capturado en Honduras, lo que le dejó el camino libre a Orellana.
Cirugías de telenovela
Como hacen otros capos, Orellana se ha practicado varias cirugías de rostro “de telenovela” para no ser identificado, dice el informe.
El 13 de noviembre de 2012 escapó de un atentado armado en su contra en una clínica donde se disponía practicarse una nueva cirugía de rostro. Producto de este atentado murieron 7 personas. No se especifica en el documento dónde sucedió el ataque.