“Señor, ¿le cuido su carro?”, le preguntó el simpático y atrevido niño, de unos seis años de edad, a un tipo alto y de bigote que tras estacionar su vehículo se disponía a ingresar al cine Centenario a ver una película.
Eso fue en una fresca noche allá por 1963. Aquel pequeño era German Laboriel, hoy líder eclesiástico de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Honduras; y aquella persona alta y de mostacho era el hoy fallecido presidente Carlos Roberto Reina.
Al salir de la función, el futuro dignatario vio que el audaz chiquillo todavía seguía ahí, alerta y dispuesto a detener cualquier atentado contra el vehículo.
El eficiente servicio de custodio le costó a Reina 20 centavos. Laboriel no podía creerlo, ¡se había ganado una fortuna! Sin perder tiempo corrió hacia su casa y le entregó el dinero completo a su madre.
Así, a través de diferentes circunstancias, la vida le enseñó a Laboriel el valor de las cosas y hoy, a sus 56 años, tiene la oportunidad de compartir ese aprendizaje con miles de cristianos.
¿De dónde es originario?
Nací en Santa Rosa de Aguán, Colón, el 14 de octubre de 1957. Mi padre se llamaba Manuel Laboriel, él ya murió; mi mamá se llama Fidelia viuda de Laboriel, ella vive.
Tengo siete hermanos, cuatro mujeres y tres varones. Vengo de un hogar humilde, no llegamos a vivir en una situación de indigencia porque mis padres eran trabajadores.
¿A qué edad se vino para Tegucigalpa?
Al año, yo nací en la costa norte, soy un garífuna. Mis padres son garífunas, pero yo no me crié allá, me crié en Tegucigalpa, prácticamente soy un capitalino. Mis ojos se abrieron viendo la capital, conociendo el parque central, conociendo el cine Centenario.
¿Qué recuerda de su infancia?
Una vez, una noche, hace unos 50 años, cuando tenía unos seis años, vivíamos en frente del cine Centenario, en Comayagüela, ahí conocí al expresidente Carlos Roberto Reina. Él llegó al cine en su carro, iba a ver una película. Recuerdo que me acerqué donde aquel hombre alto y le pregunté “¿le cuido su carro?”. Él me quedó viendo y sonrió, y se lo cuidé. Nunca pensé que él iba a llegar a ser presidente. Recuerdo que me pagó 20 centavos, para mí era una fortuna, salté de la alegría y corrí a dárselo todo a mi madre.
¿O sea que desde temprana edad ya trabajaba?
Empecé a trabajar desde los siete años como vendedor de cacahuates. Conocí el trabajo desde temprana edad. Le ayudé a mis padres a sostener a mis hermanos pequeños.
¿Y cómo hacía con la escuela?
Iba a la escuela Lempira en Comayagüela por la mañana y al salir de clases, en la tarde, me dedicaba a vender cacahuates. Así fue mi niñez. Sin embargo a pesar de las limitaciones en la casa nunca faltó el alimento, teníamos un ingreso diario. Eso fue importante para nuestras vidas y para mi formación personal. De esta forma aprendimos a valorar cada una de las cosas que llegamos a tener en esta vida.
¿Y su educación secundaria?
Estudié la secundaria en el colegio Luis Andrés Zúniga, en la jornada nocturna, porque en el día trabajaba, era conserje en una firma de construcción Cuadra y Marder Arquitectos, ellos fueron como mis segundos padres.
¿Sus padres qué religión profesaban?
Ellos son garífunas, de la religión de la costa atlántica, mi madre era de Santa Rosa de Agúan, mi padre era de Trujillo. Ambos eran católicos.
¿Usted cuándo ingresa a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días?
Ingresé cuando tenía 27 años, recién casado con mi esposa Lourdes Patricia de Laboriel, mi hijo mayor estaba recién nacido. Hace 29 años me congrego a esta iglesia.
¿Quién lo invitó?
Mi esposa se bautizó en esta iglesia cuando tenía nueve años, pero descontinuó su asistencia porque como era la menor de todas las hermanas no podía acudir al centro sola, sus hermanas mayores la llevaban, por eso dejó de asistir; pero volvimos al reencuentro. Un día un amigo me invitó a visitarlo en la iglesia, era una visita de cortesía. El primer domingo que llegué me gustó mucho por la organización que tenían, me recibieron con los brazos abiertos. Eso causó una impresión grande en mi vida.
A partir de ese domingo, ¿cómo comienza el recorrido en la Iglesia? Poniendo mi vida en orden, dejando muchas actividades del mundo y concentrándome más en la familia. Eso fue lo que más me gustó de la Iglesia, que se concentraba mucho en la familia, yo quería ser un buen esposo.
Usted dice que puso su vida en orden, ¿y cuál era el desorden que tenía?
Jajajaja… nunca llevé una vida desdeñosa, pero sí habían algunas diversiones que me atraían, me gustaban las muchachas, me gustaba bailar y trasnochar, esas eran algunas de las cosas que yo miraba que no estaban bien para tener un matrimonio sólido y un matrimonio en el cual hubiera armonía y que fuera un ejemplo.
Al venir de padres garífunas, seguro que usted era un gran bailarín.
Sí, me creía Michael Jackson….jajaja... En ese tiempo tenía hasta una frondosa cabellera, andaba con el afro, no era así como estoy ahora, el tiempo me ha hecho perder el cabello. Ahora ando como Michael Jordan.
¿Qué es lo que más le atrae de la Iglesia?
Que nuestra vida gira sobre Jesucristo, él es el centro de nuestra vida, él es el pilar dentro de nuestros hogares. En la Iglesia a nuestros hijos les enseñamos de Cristo, les predicamos en Cristo, les profetizamos en Cristo y enseñamos adónde acudir para la remisión de sus pecados.
Iglesia de Jesucristo y, ¿por qué de los Santos de los Últimos Días?
En primer lugar Jesucristo es la piedra angular de nuestra iglesia; y santos, igual como cuando el apóstol Pablo se dirigía a todos sus discípulos como santos, igualmente hemos tomado ese nombre de los santos; y de los últimos días porque esta es la última dispensación, estamos preparándonos para la segunda venida de Jesucristo.
¿Y por qué les dicen mormones?
Mormones, por el Libro de Mormón, que es otro testamento de Jesucristo. Mormón fue un profeta y de ahí el Libro de Mormón, fue uno de los últimos libros.
¿Ustedes predican en base al evangelio o en base al Libro de Mormón? Lo hacemos en base al evangelio de Jesucristo. No hay otra iglesia más que nosotros que hable más de Jesucristo, por eso nuestros misioneros son representantes de Jesucristo, no de la iglesia mormona, ni representantes del profeta José Smith.
¿Cómo relacionan el evangelio con el profeta Smith?
Él fue un profeta de Dios tal como lo fue el apóstol Pablo, Juan; él tuvo la visión del Padre, del Hijo y él pide sabiduría, de ahí vino el Libro de Mormón.
¿Ustedes reconocen la Trinidad?
Así es, el primer artículo de fe que tenemos los miembros de la Iglesia, dice: creemos en Dios, el eterno Padre, en su hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo.
¿Cuándo nace en Honduras la Iglesia mormona?
Nace en 1952 con la visita de una autoridad general. En 1953 se establece la Iglesia oficialmente. Actualmente tiene 151 templos en todo el mundo. En Tegucigalpa solo hay un templo, los edificios que hay en diversas colonias son capillas, tal como en la antigüedad que a las capillas le decían sinagogas y el templo era el templo. En Honduras hay más de 185 capillas.
¿Dónde tienen la congregación más fuerte?
En Tegucigalpa, seguidamente San Pedro Sula.
En relación con Centroamérica, ¿cómo andan?
Nosotros, después de Guatemala, somos los que tenemos la mayor membresía. Tenemos 153,000 miembros en Honduras.
¿Cuántos hondureños tienen en el extranjero como misioneros?
Tenemos más de 300 jóvenes hondureños predicando el evangelio en todo el mundo. Para el caso particular, yo tengo dos hijos que sirvieron en una misión. El más pequeño, Fabricio, acaba de regresar de Panamá. En esta Iglesia a los misioneros, los padres les costeamos los gastos.
¿La Iglesia mormona es sólida financieramente?
Somos 14 millones de miembros en todo el mundo. Es autosuficiente y eso nos han enseñado. La Iglesia vive de sus propios recursos, de lo que aportan sus miembros fieles con sus ofrendas y diezmos, eso sí, no obligamos a nadie a hacerlo. Aquí todo es por amor, ningún líder eclesiástico tiene salario de la Iglesia.
¿En la calle siempre se ve a un misionero más alto que el otro, hay algún secreto en eso?
No, no hay ningún estándar, el asunto es una coincidencia. Por lo general nosotros los latinos somos un poco más bajos y los norteamericanos son más altos, pero no hay ningún secreto. A veces los dos que caminan en misión son de la misma estatura. Siempre me han hecho esa misma pregunta, ¿por qué siempre anda un misionero bajo y un alto? Siempre se pone a un norteamericano con un latino para que aprendan la lengua nativa.
¿Cómo se estructuran los servidores de la Iglesia?
Primero está la primera presidencia, donde está el profeta de la Iglesia y sus dos consejeros, luego hay un quórum de los 12 apóstoles, tal como en la antigüedad, después están otros que les llaman los setenta, luego vienen los presidentes de estaca y de ahí vienen los obispos, que son como los pastores.
¿Y eso de los setenta quiénes son?
Predicadores del evangelio, para el caso particular yo soy un setenta de área y soy el responsable de todo este evento que está sucediendo en el país, como es la dedicación al templo de Tegucigalpa. Habemos dos setenta en nuestro país, uno en la costa norte y otro en Tegucigalpa.
¿Y quiénes son los elder?
Son los misioneros, yo soy un elder, todos en la iglesia que reciben el sacerdocio por respeto se les dice elder. En mi caso me dicen elder por el grado que tengo, igual que los misioneros, también se les dice elder.
Aparte de los misioneros, ¿de qué otra forma la Iglesia se acerca a las comunidades?
Desde el primer momento que uno forma parte de la Iglesia, nos enseñan a amar a nuestro prójimo, a ser más sensibles y a desarrollar el amor por los demás.
La Iglesia tiene muchos proyectos humanitarios, se identifica mucho en ayudar a la gente. En cuanto a los miembros de la Iglesia, les ayudamos primero en el fortalecimiento espiritual y les ayudamos a ser autosuficientes, a que puedan tener todo lo necesario, a estar libre de deudas, vivir de acuerdo a los ingresos, evitando los gastos superfluos, innecesarios.
¿Es cierto que para los mormones tomar café es pecado?
Ja, ja, ja... En nuestro libro “Doctrinas y convenios”, en la sección 89, que habla de la palabra de sabiduría, dice que si nosotros nos abstenemos de tomar café, alcohol, tabaco, la promesa es que vamos a correr sin fatigarnos, andaremos sin desmayarnos y encontraremos tesoros escondidos. Esas son la promesas que el Señor tiene cuando nosotros guardamos la palabra de sabiduría. El promedio de vida de un miembro de la Iglesia es un poco más elevado que el de los estándares. Esta recomendación viene desde hace unos 180 años cuando el profeta José Smith, presidente de la Iglesia, tuvo esa revelación de la palabra de sabiduría. En aquel tiempo no se sabía nada de los efectos que causaba el tabaco y el café.
¿Qué toman ustedes entonces?
Té de limón, de manzanilla, entre otros.
¿Pero sí toman gaseosas?
No nos recomiendan algunas gaseosas, como las colas, porque contienen un alto grado de cafeína, entonces nosotros nos abstenemos. No les prohibimos, pero les recomendamos que no lo hagan por su salud.
Como líder espiritual, ¿cómo percibe la situación del país?
Hay mucho desempleo, el endeudamiento de muchas personas, eso les agobia, les deprime, por eso nosotros como Iglesia nos enfocamos en la educación de la gente, en la preparación de nuestros jóvenes, porque la educación es la que nos puede sacar de la pobreza.
¿Qué recomiendan a la gente para que no se endeude?
Que debemos llevar una vida frugal, que vivamos de acuerdo a nuestros ingresos y no vivir de tanta fantasía, de acuerdo al marketing en los medios, del compre hoy y pague después. Pedimos llevar una vida libre de deudas, eso trae paz, tranquilidad, de lo contrario nos volveremos esclavos de la deudas.
Como Iglesia, ¿qué sugerencia le hacen los políticos?
Que centren su vida en Jesucristo, que él es el mejor juez, el mejor guía. Y si son hombres justos, el Señor los va a bendecir. En la Iglesia tratamos de no involucrarnos mucho en la parte política, pero tampoco no nos aislamos de la realidad que vive el país.
¿Se está viviendo el fin de los tiempos?
Eso es una profecía, no lo digo yo, que cuándo será la venida del Señor, preguntó alguien; bueno, cuando maduremos en la inequidad. En la actualidad vemos cosas nunca antes vistas, la delincuencia ha tomado fuerza, los valores morales se han perdido, la desintegración de la familia, y esto ha contribuido a que muchos jóvenes busquen la vida fácil, en el narcotráfico, en las drogas, en las pandillas, por eso la Iglesia se centra en atender la familia.