Tic Tac

Karla Andino: En la escuela me sentía la patita fea de la clase...

Eliminó sus temores y ahora es un agente de cambio
FOTOGALERÍA
09.03.2018

Tegucigalpa, Honduras
Su presentación en Facebook impacta: “Soy mamá, esposa, hija, amiga, ingeniera, coach integral, asesora de imagen y presentadora de TV”...

Y tenerla frente a frente en la sala de su moderno chalet en Lomas del Mayab solo confirma su multiplicidad de facetas. “Es difícil que baje la guardia”, afirma, segura, con ese color de piel de canela azucarada y esa bien educada voz que en algún pasado lejano tuvo que ser la voz de algún narrador de fútbol...

De pronto te dejamos de ver en los noticieros de TVC. ¿Qué te hiciste, Karla?

Allá por 2016 escuchaba una voz interna que me decía que era el momento de cerrar un ciclo, de moverme. Había algo en mí que me gritaba “¡Vacío!”. Ahí mismo decidí hacer una pausa en mi carrera como comunicadora.

¿Y qué pasó?
Aunque me costó muchísimo, porque no tenía nada seguro afuera, renuncié.

Y aunque no me daba cuenta, entré en depresión. Hasta que un día estaba viendo tele a las 10:00 de la mañana sentada en un sofá y una luz me hizo ver mi realidad: me levanté, apagué el tele y enseguida empecé a interiorizar para qué soy buena. Quería algo que disfrutara hacer las 24 horas del día por el resto de mi vida.

Karla Andino reveló que le gustaría ser narradora deportiva. Foto: Alejandro Amador / El Heraldo.

Nace Top Consulting.
Sí. La magia vino a mí, se me dibujó una sonrisa gigante, miré colores espectaculares. Tengo el don de la empatía y de generar comunicación fácilmente. Me surgió la idea de tomar una certificación en coaching y a la par me especialicé en imagen corporativa para fusionarlas en Top Consulting. La idea es enseñarles a las personas a que saquen la mejor versión de sí mismas, ser un agente de cambio.

Me imagino que hay pocas horas de tranquilidad en ese agitado mundo en el que vivís, ¿no?
No he sido una mujer de ejercicio, me ha costado un mundo y la mitad del otro hacer ejercicio. Pero ahora lo he incorporado tres veces a la semana. Es lo primero que hago por la mañana. Luego me dedico a la empresa y por las tardes por completo a mi familia. Disfruto lo que hago y monetizo esa pasión.

¿Siempre tuviste la misma personalidad desde chiquita o la fuiste creando?
La traigo desde que nací. En mis calificaciones siempre estaba la nota de la maestra: “Muy buena alumna, pero habla mucho en clase”. En el colegio y en la universidad fue igual. Creo que captaba muy rápido los conceptos y me aburría rápido. Siempre me ofrecía para leer en clase, me fascinaba hacer shows… me encanta hablar en público.

Eras la atracción de la clase, entonces.
No creás. Entré en una etapa de la adolescencia en donde más bien yo me sentía la patita fea de la clase.

¿La patita fea? ¿Por qué?
¡Ah! Porque lo era, físicamente lo era. Yo era la niña menor de mi clase, me gradué a los 15 años del colegio y en el desarrollo físico iba un poco atrás del resto: era bien alta, delgadita, como un chilillo para pegarles a los animales, trigueñita, con bastante vello corporal y con las cejas unidas.

Definitivamente no era de las niñas populares ni de las lindas y eso me creó inseguridad y me llevó a aislarme. Imaginate que solo tenía tres amigas con las que me sentía segura. Pero eso lo pude superar y hoy mi autoestima es muy elevada y me considero una mujer espectacular.

Recordando su época de novia a través de un ejemplar de la revista Mía que circuló en EL HERALDO

Recordando su época de novia a través de un ejemplar de la revista Mía que circuló en EL HERALDO. Foto: Alejandro Amador / El Herado.

¿Desde cuándo te picó el gusanito por las cámaras?
Lo tengo como grabado: durante el recreo de la primaria sentaba a mis compañeros en una acera, llevaba un cepillo a modo de micrófono y hacía el show de Sábado Gigante con todos los sketches, porque además me encantaba actuar, me encanta reír a carcajadas, me fascina todo lo que suene a chiste... ja, ja, ja.

Hacía a “La Cuatro”, el segmento de los cantantes y mi jurado eran mis compañeros, ¿te podés imaginar?

Pero en tu hoja de vida aparece que te graduás de industrial. ¿Por qué?
Cuando llega el momento de ir a la universidad encaro a mis papás, les digo que tengo tres opciones: o ser actriz de telenovela, escritora o periodista. Y ellos primero muertos antes de que yo hiciera algo así. Tampoco mi papá doctor me inducía a la medicina, pero igualmente tampoco quería ninguna de esas tres.

¿Y entonces?
Ya de perdida me matriculé en ingeniería industrial. Al fin y al cabo también era buena en los números, en la matemática. Pero a los dos años de estar en la carrera hice una sesión de fotos para un diario.

Esa portada la vio una persona a la que llevo siempre en mi corazón: Alberto Valladares (QEPD), productor de Hondured que estaba por lanzar un nuevo noticiero. Cuenta que no había ni terminado de llamar por teléfono conmigo cuando yo ya estaba frente a él para hacer el casting. Ese mismo día me contrató y me empezaron a entrenar, junto a Nery Arteaga, en vocalización, dicción y lenguaje corporal.

¿Y tus papás qué dijeron cuando les contaste?
Como tenía 17 años, necesitaba el permiso de ellos. Aceptaron con una condición: que no abandonara la carrera. Y acepté. El noticiero se llamó “Seis en punto”. Rápidamente sentí que esa era mi pasión, cero nervios… me preocupaba por hacerlo demasiado bien, leía mucho, trataba de saber más que todos, siempre buscaba la excelencia.

¡Benditos inicios!
¡Claro! Y fijate que ahí Nery me abrió las puertas para hablar de mi otra pasión, los deportes, en Radio Reloj. Todas las mañana iba camino a la universidad y antes de entrar a clases me hacía una llamada para hacer la sección deportiva. Me llamaron de Todo Deportes, pero no se pudo dar la oportunidad. Pero ahí mismo Edgardo Melgar me ubica para entrar al noticiero “Hoy mismo al mediodía”. Salía a reportear desde las 6:30 de la mañana y a las 12:00 me sentaba a presentar.

Andino es uno de los rostros más agradables que han tenido los noticieros en Honduras. Además, su seguridad frente a la cámara, aterraba, dominaba a la maravilla su espacio. Foto: Alejandro Amador / El Heraldo.

O sea que solo llegabas a maquillarte.
Ja, ja, ja… Recuerdo una vez que inicio el noticiero y a las 12:05 recibimos una llamada del licenciado Rafael Villeda: “Díganle a esa muchacha que se ponga algo de maquillaje, por favor”. Estaba tan metida en el reporteo y la producción que a veces ni tiempo de eso me daba. Pero esa etapa de mi vida reporteando fue la que más disfruté: subida en una paila cubriendo los madrugones de Óscar Álvarez; la sala de emergencia del Hospital Escuela me la conocía al dedillo. Me encantaba.

¿Cómo te fue gustando el tema de los deportes?
En mi casa mi papá siempre miraba fútbol, Olimpia, liga de España. En la escuela jugaba baloncesto y fútbol… soñaba con ser narradora de la Liga, no quería presentar programas, quería narrar y comentar. Como la mayoría de hondureños, crecí con Salvador Nasralla y me fascinaba escucharlo de chiquita; luego, José Ramón Fernández, Fernando Palomo, Carolina Guillén… me encantaría narrar en ESPN, por ejemplo.

¿Qué es lo más raro que te pasó en esas coberturas?
No sé, quizá cuando Nery Arteaga me mandó a cubrir la llegada de una selección de fútbol de Jamaica aprovechando mi conocimiento de inglés. No era experta, pero leía mucho. Me contestaban en inglés, traducía al español y así, fue una transmisión en vivo; luego, con Edgardo Melgar perfeccioné la entrevista, una de las herramientas que más me encanta.

¿Nunca te quedaste en blanco o algo así?
¡Uf! Sí. Con Oswaldo Ramos Soto. Estaba “listísima”, me había preparado. Pero cuando entra el abogado dice: “Muy buenas tardes, honorable ingeniera industrial Karla Gabriela Andino Núñez”. Se sabía todo mi nombre y mi profesión y eso me dejó en blanco. Lo quedé viendo y no sabía qué decirle. Me hizo tambalear. O la vez que estábamos tocando un tema con Evangelina Barquero y yo tenía que decir “toro”, pero no me acordaba de esa palabra en ese momento y le he dicho “la vaca masculina”… ja, ja, ja… Evangelina me queda viendo, se ríe y me dice: “¡Ah! Querés decir toro, ¿no?”. Todavía me río...

¿Te gustaría volver?
Me encantaría tener un programa propio de opinión, de entrevistas, en el que no le deba nada a nadie