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La Dama de Hierro, controversial aún después de muerta

Extraordinaria para muchos, fría y desagradable para otros, la ex primera ministra británica Margaret Tatcher será sepultada el miércoles en una ceremonia con honores militares que ha dividido al país y al mundo.

14.04.2013

Para unos fue una mujer extraordinaria que contribuyó a la grandeza del Reino Unido. Para otros un ser humano frío y desagradable que no aportó nada para lograr la paz.

Amada por miles y odiada por otros tantos, la Dama de Hierro, la ex primera ministra británica Margaret Tatcher, que falleció el lunes a los 87 años, sigue generando controversia y parece dividir a los británicos tanto como lo hizo en vida.

Tras su muerte, fue elogiada por los líderes mundiales y por la clase política británica. Cientos de británicos dejaron flores en su casa en Belgravia, una de las zonas más exclusivas de Londres, pero otros optaron por celebrar la muerte de la líder conservadora en fiestas callejeras que terminaron con arrestos y heridos.

Y ahora, a unos días de su ceremonia fúnebre con honores militares, bautizada como Operation True Blue (Azul verdadero), que se realizará el miércoles, el país está dividido, es más, el mundo está dividido.

DOS BANDOS. El primer ministro británico David Cameron rindió homenaje a la Dama de Hierro en una sesión parlamentaria. “Hizo historia, y hagamos que esto sea su epitafio: hizo que nuestro país volviera a ser grande otra vez”, afirmó en una Cámara de los Comunes.

Pero no todos están de acuerdo con Cameron, heredero político de la Dama de Hierro. El líder de la oposición laborista, Ed Miliband, coincidió que Margaret Thatcher fue una “figura única y destacada” que “rompió un molde” en cada etapa de su vida. “El Partido Laborista estaba en desacuerdo con gran parte de lo que hizo y siempre será una figura controvertida”, agregó. “Pero podemos estar en desacuerdo y también respetar sus logros políticos y su fuerza personal”, afirmó en una intervención crítica, pero respetuosa.

Aunque los miembros de su partido que no perdonan a Thatcher los cierres de minas, las privatizaciones o el debilitamiento de los sindicatos, brillaron por su ausencia en la cámara, también tienen su opinión. “Algunos diputados tal vez creen que es su deber estar allí, yo no. Su legado fue la destrucción de miles de empleos”, declaró Ronnie Campbell, exminero, ahora diputado laborista.

El ciudadano común también tiene su bando. “Tengo una impresión negativa de Thatcher: desagradable como persona, como ser humano, más que como política”, dijo a la AFP la argentina Gisella Sanguinetti en la histórica Plaza de Mayo de Buenos Aires. “No va a quedar en el recuerdo como alguien que haya aportado nada a la paz. Siempre recuerdo esa decisión de hundir el Crucero (General Belgrano) porque teniendo la oportunidad de haber parado la guerra, nunca lo hizo, sino que la intensificó”, dijo Mario Volpe, líder de los veteranos del Centro de Excombatientes de las Islas Malvinas (Cecim).

“Bendito sea el día en que se ha muerto esta mujer terrible. Fue una persona nefasta. Para ganar elecciones en Gran Bretaña, hizo la guerra”, manifestó Doménico Gruscomagno, un jubilado de 71 años.

Pero muchos amaban a Tatcher. Pese a las críticas que ha recibido después de su muerte, Margaret Thatcher es más popular entre los británicos que Winston Churchill, que lideró el Reino Unido durante la II Guerra Mundial, con 28% de opiniones favorables frente a 24%, según un sondeo YouGov publicado en el diario The Sun.

Y la mayor prueba es la ceremonia fúnebre con honras de estado que recibirá la otrora mujer fuerte de Reino Unido.

LAS EXEQUIAS. Las honras fúnebres comenzarán con una procesión desde el centro de Londres hacia un servicio en la Catedral de Saint Paul. La reina Isabel junto a su esposo el príncipe Felipe asistirán al responso, en un gesto fuera de protocolo. La última vez que la monarca asistió al funeral de un primer ministro fue cuando murió Winston Churchill en 1965.

El hijo de la difunta, Mark, declaró que su madre se hubiera sentido “muy honrada” por la presencia de la soberana.

Tatcher también divide a la prensa. Mientras el Daily Mail elogió a “la mujer que salvó el país”, el Daily Mirror afirmó que Thatcher “dividió a una nación”.

“El adiós de los 10 millones de libras”, así tituló el Daily Mirror al referirse al costo de la ceremonia fúnebre para los contribuyentes. Mientras Downing Street respondió que la cifra era especulativa y que los gastos serían difundidos después del evento. Y The Daily Telegraph, un periódico cercano a la derecha, dijo que bajó comentarios de Internet sobre la expremier debido a su contenido abusivo.

QUIÉN ERA. Un artículo publicado por El País en 1983 define a la ex primera ministra británica como una mujer fascinante, “el mejor hombre de Europa”, la llamó su entrañable amigo Ronald Reagan.

Y es que, según la publicación, cuando Margaret Thatcher entraba en la Cámara de los Comunes, un día a la semana, para responder a las preguntas de la oposición, los diputados de su partido se removían en sus duros asientos, recomponían la figura, se abrochaban el primer botón de la camisa y se enderezaban la corbata, como estudiantes desaplicados a la vista de la directora del colegio.

La mayoría sabía que si conservaba su escaño era, más que por méritos propios, por la increíble atracción que sentían los británicos hacia aquella mujer alta, rubia y delgada, que era capaz de pedirles confianza pese a que durante sus cuatro primeros años de mandato todas sus promesas de ley y orden se habían desvanecido y el desempleo se había multiplicado por tres.

Pero ocurrió que la dictadura militar argentina tuvo la sangrienta ocurrencia de invadir las islas Malvinas y el país entero entró, más bien encantado, en una guerra en el Atlántico sur. Una guerra victoriosa, pero guerra al fin y al cabo, que consagró a la señora Thatcher como la Dama de Hierro.

Las anécdotas reflejaban una realidad. La primera mujer que alcanzó la presidencia del gobierno en un país de Europa occidental no fue, en absoluto, una militante feminista. “¿Qué han hecho los movimientos de liberación de la mujer por mí?”, afirmó en una entrevista con una revista norteamericana.

Nacida en Grantham el 13 de octubre de 1925, hija de un dueño de una tienda y político local, a los 23 años se presentó como candidata a un escaño conservador. No fue elegida, pero había batido una marca: era la candidata más joven. Compatibilizar política y trabajo y estudiar leyes al mismo tiempo, era algo complicado para una mujer joven sin recursos económicos holgados. Afortunadamente conoció a un hombre 11 años mayor que ella, Denis Thatcher, rico industrial, con el que se casó y puso a su disposición dinero suficiente.

Margaret Thatcher tenía una voz preciosa, cálida, fuerte, capaz de dominar sin estridencias cualquier tumulto o griterío. Era un arma importante, porque en el Parlamento británico no se autorizaba entonces la entrada de cámaras de televisión, de forma que los ciudadanos tenían que seguir los debates por la radio. “Cuando acudo a la Cámara de los Comunes y oigo la primera pregunta, me digo: Maggie, ahí vienen. Nadie puede ayudarte. Estás sola. Y me gusta”, le contó a un comentarista político.
Pero, algunos de los enemigos de Margaret Thatcher, que eran muchos, incluso dentro de su propio partido, decían que se veía a sí misma como una heroína con una misión que cumplir: luchar contra la intervención del Estado, devolver la brillantez a la iniciativa privada, garantizar la defensa de Occidente y, sobre todo, devolver la confianza a sus compatriotas.

Y cuando los argentinos tuvieron la desgraciada idea de invadir las islas, Margaret Thatcher estaba en un momento pésimo: su popularidad había bajado. La guerra constituyó un auténtico éxito personal para la primera ministra. “Vamos a comprobar ahora de verdad de qué metal está hecha”, dijo en los Comunes el diputado ultraderechista Enoch Powell. Maggie no dejó lugar a dudas: se comportó como si estuviera hecha de acero, decidiendo personalmente qué hacer y cuándo hacerlo, y celebrando reuniones de guerra con generales y almirantes.