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¿Cuál es el miedo a los medios?

Los engreídos moralistas desnudan su apetito y lanzan su primera estocada al fiscal general, allanando el camino para liquidar la Constitución que ellos mismos violentan.

23.02.2013

Las sermoneas despóticas del presidente Porfirio Lobo Sosa de coartar la voz del pueblo hondureño lo pinta, por un lado, como un dignatario atrapado en sus propias debilidades, y, por el otro, como un ser extraño con estrategias aviesas e inimaginables para eliminar la Constitución.

Nos llama poderosamente la atención que a meses de concluir su juramento, el segundo olanchano que saltó el cercado, haya sufrido una singular metamorfosis. Su promesa de “Traer paz a la nación” mantiene perturbado al país.

Fatuo de táctico, Lobo Sosa y su camarada del Congreso se aprestan a mutilar, por capricho o por temor, los medios y periodistas independientes, críticos constructivos, no sistemáticos, del enrosco en que nos tienen.

EL CAMINO. Sin duda que el Presidente y su adicto saben para dónde nos llevan. Desconocemos lo profundo de las famosas “ciudades modelo”, pero intuimos que oponerse a este cambalache llevó al panteón a los cuatro magistrados y dejó una justicia triturada.

Improbar esa ley fue una estocada a los intereses de esotéricos poderosos y el felino no podía quitarles la pitanza. La gritería por la destitución de jueces apenas duró dos semanas.

Hoy tenemos nueva Corte Constitucional impuesta por quienes sancionaron el juicio político ridiculizando la independencia de Poderes, desmemoriados por la avaricia pues en campaña fanfarronearon no solo cobijar concordia sino que luchar sin tregua contra la criminalidad.

Esta actitud del gobernante lo asemeja con aquel presumido de pulcro que incendió y relinchó al verse tumbado por su propia ambición.

No pretendemos en lo más mínimo herir la difidencia e intolerancia que provoca el poder, pero en poco tiempo el señor Lobo ha justificado que está en pie de rebato contra su propio pueblo y no luchando por desarticular el desaliento de su régimen.

El desaguisado del gobernante confronta a los hondureños pero su fin es dictatorial. Es la lucha encarnizada de su nuevo y vigoroso grupo político y económico para demostrar, en medio de su raquitismo, que él y nadie más que él es Honduras y debemos rendirle pleitesía.

El “Pepe” que casi de rodillas gemía por el voto en los comicios generales de 2009, está tan hostil y hosco que ni siquiera una de sus más cercanas colaboradoras, muy católica, levanta cabeza por el bravo amor a las mieles de la alcurnia.

Nunca habló de lo que no pactaba. En sus últimos meses de gobierno, Lobo Sosa plantea como impostergable la regulación y democratización de los medios de comunicación que cuestiona solo están en “manos de privilegiados”.

El honorable mandatario urge porque clases desposeídas tengan su propio medio de divulgación, cuando ni siquiera portan 30 o 40 lempiras para comprarse una “burra” de frijoles con queso.

Un congresista que se inhala de inalterable udeísta, melista, dirigente campesino y ahora en resistencia a dejar el regazo legislativo, confesó sin tapujos, que más temprano que tarde se hará “cacho” para apoyar el secreto a voces de clavar en “cuarta o en quinta” la asamblea nacional constituyente.

Los engreídos moralistas desnudan su apetito y lanzan su primera estocada al fiscal general, allanando el camino para liquidar la Constitución que ellos mismos violentan y, calculadores, la acusan de ser secuaz de los corruptos, impunes, traidores, vendepatria y trepamuros.

De la Democracia Cristiana podríamos decir que siempre ha sido la principal arma de gobiernos liberales y nacionalistas, todo por el bien de la ración, y, por muchos contratos que nos mantienen electrocutados.

Una fuente del Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (Pinu-SD) nos confió que están en negociaciones para acoplarse pero al Partido Liberal de Honduras.

La melcocha es colosal. La aplanadora “tutifruti cachureca” dejaría soterrada la carta magna y daría la bienvenida a la constituyente que solo rústicos pero afinados piensan que acabará con el nido de bribones y camaleones con doctorado en aguzar uñas.

Listo este nuevo tamal, “Pepe” divulgaría la gran sorpresa que hace un mes dijo daría para noviembre próximo. Abdicar como sabio presidente o lo destituye la constituyente. ¿Cuál de las dos sería?, nos preguntamos.

Enrique Ortez Sequeira, magistrado del Tribunal Supremo Electoral, consideró hace unos días que si en mayo no tienen suficiente dinero, las elecciones de noviembre se podrían trasladar para otra fecha o el proceso sufriría muchas blanduras.

Algunos analistas consideran que el presidente del Legislativo presidiría la Constituyente y maniobraría, junto a sus bancaditas arcoíris, convocar al pueblo a las urnas para convertirse lo más pronto en el nuevo mandamás.

En cambio el expresidente Ricardo Maduro ve un futuro inseguro si Lobo Sosa y Juan Orlando Hernández Alvarado siguen obsesivos con moler el Congreso y sus leyes. Se olvidó Maduro que muerto el rey, viva el rey, o todo es compadre hablado.

Bullen tantas hipótesis en medio del desmán de los hondureños apabullados no solo por los altos índices de violencia sino también por las arremetidas de tributos fiscales que hasta las cuentas bancarias sufrieron un “impuesto de guerra” gubernamental.

Lobo Sosa nos hace recordar una frase del desaparecido primer ministro de Inglaterra Winston Churchill que refirió: “Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”.

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