Cada año, en todo el mundo, se agravan viejos conflictos, surgen otros nuevos y con suerte, algunas situaciones mejoran.
Sin embargo, no son pocos los nubarrones que se ciernen sobre este 2013 que recién comienza y que se vaticina serán una amenaza para la seguridad mundial.
La publicación digital Foreign Policy (FP) en español reunió una lista de 10 situaciones de crisis que merecen observación y que para algunos analistas pueden ser catastróficas aunque más de una no enfrenten casos de violencia permanente.
Desde Turquía hasta Congo, he aquí los conflictos que amenazarán la estabilidad mundial en este año.
SUDÁN. Como era de esperar, el problema de Sudán no desapareció con la escisión del Sur en 2011. La guerra civil, alimentada por la concentración de poder y los recursos en manos de una pequeña élite, sigue asolando el país y amenaza con desembocar en una desintegración aún mayor. Las divisiones en el interior del Partido del Congreso Nacional (PCN), en el gobierno, el creciente malestar popular y una crisis económica nacional permanente pueden contribuir a destruir Sudán.
Por desgracia, hace 10 años, la situación era prácticamente idéntica, solo que entonces Jartum luchaba contra el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán (MLPS), que representaba a todo el Sur, mientras que ahora las arcas del gobierno están agotándose por los combates permanentes contra el Frente Revolucionario de Sudán, una alianza de varios grupos rebeldes importantes de los estados de Darfur, Kordofán del Sur y el Nilo Azul. Las víctimas, como siempre, son los civiles atrapados en medio. Igual que ocurrió en el Sur, el Ejecutivo ha pretendido utilizar el acceso a la ayuda humanitaria como instrumento de chantaje y la hambruna en masa como parte de su estrategia militar.
TURQUÍA. Un tiempo helador en las montañas durante el otoño y el invierno ha disminuido los combates en la larga guerra de insurgencia que libra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán turco (PKK), pero no hay buenos presagios para la primavera de 2013. Ya han muerto 870 personas desde que el PKK reanudó sus ataques y las fuerzas de seguridad reactivaron sus operaciones antiterroristas a mediados de 2011. Es el número de víctimas más elevado desde los 90. Las tensiones políticas en Turquía también van en aumento, a medida que el movimiento legal de los kurdos, el Partido Paz y Democracia (BDP), asume una línea cada vez más similar a la del PKK. El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, ha amenazado con levantar la inmunidad de su representante parlamentario para que pueda ser procesado y el Estado ha detenido desde 2009 a varios miles de activistas kurdos por terrorismo favorable al PKK, si bien no son muchos los acusados de actos violentos.
AFGANISTÁN. Asolado por los enfrentamientos internos y la corrupción, el gobierno afgano no está, ni mucho menos, preparado para asumir la responsabilidad de su propia seguridad cuando las fuerzas militares de Estados Unidos y la OTAN se retiren en 2014. En 2012 las relaciones con Washington siguieron deteriorándose, sobre todo cuando en febrero murieron decenas de personas tras las informaciones de que las tropas estadounidenses habían quemado docenas de ejemplares del corán y otros textos religiosos, y cuando el soldado norteamericano Robert Bales, en marzo, disparó contra 17 campesinos, incluidos nueve niños, en la provincia meridional de Kandahar. Desde entonces, una avalancha de ataques internos ha contribuido a aumentar la desconfianza entre los jefes militares afganos y estadounidenses, y varios incidentes de fuego amigo han minado la moral de las Fuerzas Nacionales de Seguridad de Afganistán.
PAKISTÁN. Los ataques con aviones no tripulados siguieron causando tensiones entre Estados Unidos y Pakistán en 2012, aunque las rutas de abastecimiento de la OTAN se reabrieron a principios de julio después de que EE UU pidiera disculpas por un ataque mortal contra soldados pakistaníes en noviembre de 2011. También hubo ciertos avances políticos entre Pakistán y Afganistán: los dos unieron sus fuerzas en diciembre para pedir a los talibanes y otros grupos insurgentes que se sumaran a unas negociaciones de paz.
Con la previsión de nuevas elecciones en 2013, el Ejecutivo y la oposición pakistaníes deben poner en marcha varias medidas urgentes y fundamentales para reformar la comisión electoral y consolidar la transición a la democracia. Las crisis humanitarias de Pakistán también necesitan que el Estado y la comunidad internacional les presten urgente atención.
SAHEL: MALÍ, NIGERIA. En 2012 se agravó en varios frentes la inestabilidad en la región africana del Sahel. Los intentos de invertir esa tendencia serán una prioridad para muchos países este año. Malí -donde un golpe militar derrocó al gobierno en marzo, mientras que los separatistas y los fundamentalistas asociados a Al Qaida se apoderaron del norte del país- ocupa el primer lugar entre los problemas de la zona. En el año que comienza veremos la puesta en marcha de una intervención internacional necesaria en Malí y, seguramente más importante, un proceso político para reunificar el país. Respecto a lo primero, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS) y la Unión Africana (UA) ya han aprobado una misión de 3,300 soldados para ayudar al Estado maliense a recuperar el control del Norte, hoy en manos de los combatientes islamistas, a la espera de que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe la medida.
REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO. Cuando, en abril de 2012, se amotinaron en el este del país los rebeldes del M23, antiguos rebeldes que pasaron a formar parte del Ejército para después volver a convertirse en rebeldes, hubo una clara sensación de “déjà vu”. Una vez más, tras tantos años de conflicto, los actores regionales e internacionales se las ven y se las desean para contener a un grupo insurgente -con un abanico de demandas teóricamente internas pero que se beneficia, sin la menor duda, del apoyo de fuerzas externas- y evitar otra guerra regional en la RDC. Las consecuencias de la última oleada de violencia han sido trágicas para la población civil: se habla de violaciones de los derechos humanos a gran escala, ejecuciones extrajudiciales que afectan a la sociedad civil y desplazamientos masivos de la población local.
Los esfuerzos mediadores de la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos han servido para que el M23 se retirase de la ciudad oriental de Goma y se entablaran unas conversaciones de paz, pero el riesgo de que se repita la rebelión y se extienda la violencia sigue presente. En ocasiones anteriores, los intentos de reconstrucción después de otros conflictos en la RDC tuvieron escaso éxito. Si no se presiona lo suficiente tanto al gobierno del Congo como a los rebeldes respaldados por Ruanda para que lleven a cabo unas reformas cruciales en la forma de gobernar e inicien el diálogo político, la triste historia de conflicto civil volverá a repetirse en 2013.
KENIA. A pesar de las reformas para abordar los fallos y la violencia de las elecciones de 2007 en Kenia, sigue habiendo importantes motivos estructurales de conflicto. El paro juvenil, la pobreza y las desigualdades son muy elevados, la reforma del sector de la seguridad se ha paralizado y las disputas territoriales siguen agudizando la polarización étnica. A medida que se aproximan las elecciones previstas para marzo de 2013, el peligro de violencia política aumenta. Dos de los principales aspirantes a ocupar la presidencia, Uhuru Kenyatta y William Ruto, están acusados de crímenes contra la humanidad y deben comparecer en un juicio en la Corte Penal Internacional en abril de 2013, lo cual permite pensar que, por fin, se está llevando a cabo un intento serio de eliminar la histórica inmunidad de las élites políticas. Pero también podría ocurrir que los dos casos acaben con las esperanzas de exigir responsabilidades si se agravan las tensiones étnicas o se empaña la imagen de los adversarios políticos, lo cual podría desembocar en un nuevo estallido de violencia. Que un acusado sea presidente o vicepresidente tendrá enormes repercusiones no solo en las relaciones exteriores de Kenia sino también en las reformas internas. Las elecciones de 2013 se desarrollarán, probablemente, en medio de amenazas de ataques del grupo terrorista al Shabab, que tiene su cuartel general en Somalia, y las protestas del separatista Consejo Republicano de Mombasa. Cualquiera de las dos cosas podrían provocar una reacción contra las numerosas comunidades étnicas somalí y musulmana del país y, como consecuencia, aún más desestabilización en un año que en cualquier caso será difícil para Kenia.
SIRIA Y LÍBANO. El conflicto en Siria ha sufrido numerosos empeoramientos y, probablemente, lo seguirá haciendo. El régimen ha demostrado que es difícil derrocarlo y sus enemigos, que es todavía más complicado eliminarlos. Mientras en la región y en el mundo se especula sobre la próxima caída del gobierno, es evidente que las primeras etapas después de Asad estarán llenas de peligros, no solo para la población siria sino para la zona en general. El mero hecho de sobrevivir al invierno será difícil, porque cada vez son más los habitantes desplazados, hay barrios enteros que han sido arrasados, las instituciones del Estado están cada vez más erosionadas y la ayuda internacional no es suficiente. La estrategia del presidente Bashar al Asad para hacer frente a quienes se le oponían ha desgarrado a la sociedad siria. La radicalización gradual que ha experimentado la oposición como consecuencia de ello ha generado un ciclo retroalimentado en el que ambas partes se fían cada vez más de las soluciones militares en vez de las políticas.
ASIA CENTRAL. Esta región ofrece toda una lista de países al borde del abismo. Tayikistán entra en 2013 sin nada bueno que contar de 2012. Sus relaciones con Uzbekistán continúan deteriorándose y las disputas internas amenazan con fomentar las ambiciones separatistas de Gorno-Badakhshán. Esta provincia oriental, montañosa y remota, siempre ha querido tener poco que ver con el gobierno central de Dushanbe, incluso antes de que las tropas gubernamentales se enfrentaran a los milicianos locales -muchos de ellos veteranos de la guerra civil tayika-, a los que calificaron de miembros de una banda de crimen organizado. Algunos combatientes, entre ellos uno de sus líderes, eran miembros de la guardia de fronteras de Tayikistán. Kirgizstán está también mal. Sigue ignorando las tensiones étnicas latentes y la falta de legalidad democrática en el sur.
IRAK. Mientras Siria se sume cada vez más en el caos, en Irak se afilan los cuchillos y se trazan las líneas de combate. El gobierno chiita del primer ministro Nuri al Maliki ha decidido aliarse con Irán, Rusia y China para tratar de evitar que los Estados suníes del Golfo, Turquía y EE UU transformen la región. Maliki ha cortado en varias ocasiones los lazos con las demás comunidades religiosas y étnicas de Irak y ha tomado medidas para ampliar su control de las instituciones políticas y las fuerzas de seguridad. Sus acciones violan el acuerdo de Erbil, que se formuló en 2010 para limitar los poderes del primer ministro y repartirlo de forma equitativa entre los chiitas, los sunitas y los kurdos.
Hoy, Maliki se encuentra con la resistencia no solo del presidente de la región kurda, Masud Barzani, sino también de sus adversarios suníes y laicos, e incluso del clérigo Muqtada al Sáder, desde su bando islamista chiita.